EL CAMINO TRAICIONERO Y MONTAÑOSO hacia de aquel viaje una pequeña odisea. Llevaban dos días cabalgando, y Skala ya se había quejado en silencio incontable número de veces lo mucho que le dolía el trasero. Luego de aquella pequeña contienda la inconsciencia se la había llevado y cuando recobró sus sentidos solo supo que estaba cabalgando detrás del Oscuro y agarrándose de la kefta de este como si se le fuera la vida en eso.
Claramente, desde que había pedido otro caballo y montaban separados, no le había dirigido la palabra, quizás por respeto, miedo o vergüenza, cualquiera de las opciones le parecía bien.
Su aspecto y el de Alina no eran los mejores, pero definitivamente ella se había llevado una parte fea. Pese a que un sanador le había curado la tremenda herida que tenía en la cabeza, el dolor persistía como una migraña que iba y volvía. Su cara y cabello seguían repletos de sangre, al igual que parte superior de aquella kefta que no era suya. Había tenido la suerte de ser bastante diestra en el arte de montar, y pudo amarrarse el cabello velozmente en una coleta lo suficientemente prolija como para ocultar el matorral de cabello ensangrentadamente enredado.
Las paradas que hacían no duraban más de unos minutos, y la supervivencia era lo más importante, aunque Skala tenía la fiel convicción de que con El Oscuro liderando aquella marcha, ni el más feroz de los fjerdanos se le acercaría. Después de todo, solo con la mirada ojigris te clavaba veinticinco puñales en el abdomen.
Pese a que había intercambiado unas palabras de aliento con Alina, se había mantenido excepcionalmente callada y separada del resto, en su mente solo se repetía la escena que le atormentaba todo el tiempo. El asesinato del fjerdano. Bueno, de los dos a los que se había cargado para ser más específica. La pura realidad es que su accionar fue supervivencia, pero ¿hasta donde llega la supervivencia? Habría actuado bien de haberlo entregado al Oscuro, o a cualquiera de los Grisha, pero no, tomó justicia por mano propia.
Eso le aterraba.
Algo detuvo abruptamente su caballo, y el rostro del General Kirigan fue visible cuando bajo ligeramente la mirada. Sostenía las riendas de su caballo con una fuerza innata y una determinación absoluta. Skala frunció el ceño para mover su cabeza hacia atrás y notar como todos estaban montando campamento. Había que parar. —Ah, lo siento. —murmuró antes de sacudir su cabeza y comenzar a bajarse. El cuerpo entumecido por la misma posición le pasó factura y tuvo que casi arrastrarse por sobre el caballo para poner los dos pies en el suelo, aún así, se tambaleó hacía atrás una vez que estuvo parada. La mano del Oscuro detuvo una posible caída.
—¿Estás bien?
Sus preguntas eran escuetas, pero Skala tampoco tenía la intención de mantener una charla amena. No espero a que se pasará su mareo y asintió. —Sí, señor, si me disculpa...— susurro antes de comenzar a caminar hacia otro lado para atar su caballo y dejarlo beber, comer y descansar un poco.
Notó como todos estaban demasiado ocupados en lo suyo, así que una vez que un soldado se encargo del caballo, bajo una pequeña colina y se arrodilló frente a las orillas del lago, agradeciendo tener un lugar donde poder limpiarse el rostro al menos. El agua helada fue como una bendición, y no dudó en deshacerse de su coleta para mojarse todo el cabello, lavarse cara y cuello. La sangre que salía de sobre si se fundía con el agua clara. La pelirroja contempló el atardecer una vez que terminó de higienizar su rostro y apretó su cabello para intentar sacar toda la suciedad posible, con aquel rojo era difícil saber que era sangre seca y que no.
Un ruido detrás le asustó y se giró para ver al Oscuro parado a dos metros de ella. —No te alejes del grupo sin avisar. — ordenó el ojigris.
Skala clavó su mirada azulada en él mientras se daba cuenta de que el hombre la estaba examinando bajo las luces que quedaban del crepúsculo y la joven no pudo evitar maldecir en su mente, salvo por un poco de polvo en su kefta, el no parecía ni mínimamente afectado por el extenso y agotador viaje que estaban llevando a cabo. —No soy Grisha.— fue todo lo que pudo soltar. Pero sabía que no podía serlo. La desesperación le embargaba, y él no saber que iba a pasar. ¿Y si llegaba al palacio y era un fraude? No iban a enviarla de nuevo a su unidad con una palmadita en la espalda.
—La evidencia sugiere lo contrario. —dijo despreocupadamente —¿Qué te hace estar tan segura?
Skala abrió más los ojos como si fuera obvio —Mirame— exclamó refiriéndose a lo que había hecho antes. Un Grisha no le explotaba la cabeza a alguien.
—Te estoy mirando. — soltó.
Skala bufó antes de ponerse de pie. Lo mojado de su cabello le provocó escalofríos. —No lo entiendes.
—Creo que la que no entiende eres tú— respondió el antes de comenzar a subir la colina nuevamente.
—¿No me vas a explicar? — cuestionó la pelirroja.
El Oscuro negó. —Ahora no.
Para cuándo Skala volvió, notó que los soldados habían limpiado un granero cercano en la zona que tenía como objetivo ser un refugio esa noche. También habían cocinado un pequeño animal que servía para una porción mínima cada uno, pero era algo. Skala no lo dudo y tomó asiento a un lado de Alina, la cual, le abrazo apenas le vio. —¿Estas bien?— preguntó la de cabello oscuro, notando el aura de preocupación que rodeaba a la pelirroja. Le había agradecido mucho el haberle salvado la vida, pero también estaba consciente del trauma que podría llegar a desarrollar la pelirroja.
La más alta asintió y mordió un pedazo de la pequeña porción de carne que le había tocado antes de que El Oscuro hiciera acto de presencia a su lado. Le tendió una pequeña botella, Skala la tomó con algo de brusquedad y cuando lo olió hizo una mueca: kvas. Jamás había sido fanática de esa bebida, pero tenía frío, y sabía que eso la haría entrar en calor. Le convido un poco a Alina sin pedir permiso a su dueño y se la devolvió. —Gracias. — murmuró suavemente, tan bajo que si Kirigan no le hubiese prestado atención no la habría oído.
Bebió mirando al fuego y después les lanzó una mirada —De acuerdo. Pregúntame.
Skala le miró elevando las cejas. —No tengo preguntas. —murmuró.
Alina casparreo la garganta —¿Cuántos años tienes?— cuestionó.
Skala quedó en el medio de ambos como una espectadora de aquella sesión de preguntas. Y pese a que no tenía interés en saber sobre el Oscuro, cada vez que el ojigris respondía algo les otorgaba una mirada a ambas como asegurándose de que las dos obtuvieran las respuestas que buscaban.
—No lo sé exactamente.
—¿Cómo puedes no saberlo?
El Oscuro se encogió de hombros.
—¿Cuántos años tienen ustedes exactamente?— cuestionó. Skala no movió su vista del fuego chispeante delante de ellos.
Alina se puso incómoda y le lanzó una mala mirada que hasta la pelirroja pudo sentir —¿Bueno, cuántos años tienes entonces?
—¿Porqué quieres saberlo?
—Porque creímos oyendo historias sobre tí, es normal tener curiosidad— respondió Skala por Alina.
—Creí que no tenías ninguna pregunta para mí — sonrió de lado el ojigris. Alina bufó.
—Si no quieres responderme no tienes porqué, solo dímelo y ya.
—No quiero responderte.
—Ah.
Skala le lanzó una mirada de muerte al Oscuro, la cual, él respondió con burla. —Ciento veinte. — respondió finalmente.
Alina se sorprendió, Skala solo volvió a observar el fuego antes de dar el último mordisco y lanzar el hueso al calor. Realmente tenía preguntas pero no quería hacérselas al Oscuro específicamente. Se levantó de su lugar. Alina le detuvo. —¿Dónde vas?
Skala le miró brevemente —A descansar. Será un largo viaje.
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WICKED SAINTS | GRISHAVERSE
FanficPWM| shadow & bone. 「༻ ☪ ༺」 ❝Me han dicho que el destruir es un pecado que puede ser perdonado. Quizás no hoy, quizás no mañana, quizás en mil años cuando los demás puedan comprender porque destruiste. Cuando comprendan que en algunos momentos de...