EL VIENTO DEL NORTE ERA HELADO. El galopar del caballo se detuvo sobre la nieve, y segundos después dos botas impactaron contra el suelo, aquel sonido hizo eco en el lugar. Dax amarró a el animal bien para comenzar a caminar por el pequeño pueblo cercano el Regimiento donde sabía, podía estar su objetivo.
Su capa marrón se arrastró con gracia contra el suelo arrastrando consigo ligeras partículas de nieve y perdiéndose con éxito entre lo monótono de la población de aquel lugar. Estaba muy al norte, casi en uno de los límites con Fjerda. Pesé a los años que habían pasado, Dax continuaba distinguiendo con plenitud cuando estaba cerca de una avanzada enemiga: parecía que el aire se volvía más denso, más difícil de respirar. Todo el cuerpo parecía pesar queriendo evitar llegar a dar un mano a mano con la muerte, del cual, no sabría si saldría ileso.
Sacudió ligeramente su cabeza ante sus ideas. Luego de tomar un minuto para pensar, no le costó demasiado encontrar el rostro que estaba buscando. Pero no lucia en nada al muchacho energético que su señora le había mostrado en sueños.
Era igual de alto, con cabello corto casi al raz de la cabeza y pese a sus facciones marcadas, una odisea parecía haber hecho estragos en su expresión: cansancio, terror y labios resecos con ojos terriblemente hundidos por el pesar de lo que Dax reconoció como una perdida.
A veces la tristeza podía verse, e incluso palparse.
Ignoró las miradas curiosas de varios soldados del Primer Ejército de Ravka y notó que la mirada del joven se movía hacia él al verlo caminar en su dirección. Él rastreador elevó una de sus cejas mientras continuaba guardando cosas en un morral. —¿Eres Mal Orestev, cierto?— aquella pregunta había sonado más como una afirmación segura.
Mal asintió. —¿Y... tú eres?
—Skala Radajok me envía por tí. — los ojos de más joven parecieron volverse saltones de un momento a otro y sus labios se entreabrieron —Es un asunto urgente.
•
Skala despertó especialmente eufórica esa mañana con la certeza de que Dax lo había logrado. Había encontrado a Mal: su amigo estaba bien. Iba a ayudarle.
Inconscientemente se envolvió en una bata de seda y corrió hacia la habitación de Alina para darle las buenas nuevas pero se detuvo justo antes de golpear la puerta. Su mano quedó hecha un puño justo a milímetros de la madera, pero finalmente, la bajo y cruzó sus brazos mientras daba un suspiro. Dos días habían pasado desde la gran revelación, y Alina no había dado señales de querer hablarle o siquiera verla. Skala había entendido a las malas que la de cabello oscuro necesitaba su espacio y además había pensado mucho sobre todo aquello en largas e interminables horas.
Entendía el sentimiento de traición.
Los pasos de la pelirroja se movieron en la dirección contraria de su habitación para recorrer los pasillos en silencio. El sol apenas comenzaba a salir y no habían muchas personas despiertas más que la servidumbre así que no se preocupó en pasearse por allí con un objetivo en mente: la biblioteca. Ya que Dax había encontrado a Mal debía investigar un poco más sobre las Amplificadores o cualquier cosa que le explicará su conexión con el de ojos azules.
Tenía que volverse de alguna forma en una fuente de respuestas, y no de más preguntas.
Tenía que encontrar quién era, de dónde provenía, que eran realmente sus poderes.
¿Quiénes eran las Invocadoras de Poder?
Los incontables libros y los pequeños rayos de sol que comenzaban a filtrarse por entre medio de las cortinas le dieron la bienvenida. Sus pasos descalzos apenas resonaron en la madera bien lustrada del suelo y sus largos dedos de las manos recorrieron los lomos de los libros que tenía al alcance a medida iba leyéndolos para saber que temas contenían. Se detuvo cuando consiguió los que mencionaban algo de los Amplificadores y aquella gran enciclopedia que parecía tener información sobre los grupos Grisha.
Más de una hora después no había conseguido mucho; el tema de los Amplificadores y cómo obtener su poder le había quedado claro pero no había casi nada de Invocadoras de Poder. Solo Invocadores de Sombra y míticos Invocadores del Sol. Su categoría parecía haber sido borrada de la faz de la tierra.
Ser única le hizo sentir... terriblemente solitaria.
—¿No encuentras los que buscas?— una voz serpenteante le hizo pegar un salto de su asiento y se giró para clavar su mirada en el Aparatt; igual de siniestro con su vestimenta negra y sus ojos saltones que parecían mirar mucho más allá de su alma.
Skala sonrió nerviosamente por compromiso y volvió a tomar asiento con algo de preocupación. No confiaba en el hombre. Bueno, no confiaba en casi nadie.
—Algo así. — respondió cuando el hombre caminó hasta estar a su lado. —No hay mucho de Invocadoras de Poder — bromeó.
El atrejeo del Palacio recién comenzaba a oírse, y aquello llevó a la pelirroja a preguntarse si aquel hombre dormía, las ojeras debajo de sus ojos parecían evidenciar lo contrario. —¿Está bien que esté aquí? Lo lamento si vine muy temprano— se disculpó.El Aparatt le restó importancia. —Los libros son para comprender, mi señora. — declaró antes de posar uno frente a ella sobre la extensa mesa. Ese parecía ser más viejo que todos los demás, con el lomo bastante desgastado y las hojas amarillentas dentro. Skala posó sus manos sobre el libro y lo arrastró hasta dejarlo justo cerca de ella. Miró al hombre sin comprender. —No tiene todas las respuestas pero, quizás sirva. Es un viejo libro de habladurías Fjerdanas. Tuve la suerte que encontrar su original y traducirlo.
—¿Porqué traduciría habladurías?— preguntó Skala mientras abría el libro. El Aparatt sonrió de lado.
— Porqué en toda leyenda se esconde la verdad.
Skala le dio la razón. Las leyendas nacían de algún lado, y aunque a veces podrían haber nacido de una imaginación muy exquisita, la mayoría de veces eran relatos de algo vivido, de algo visto, o de algo oído. De algo real. De algo que había ocurrido.
—Gracias.
Cómo si aquella fuese lo que esperaba, el Aparatt cruzó de nuevo sus brazos bajo sus extensas mangas y luego de una reverencia desapareció entre las estanterías. Skala espero unos segundos hasta dejar de oír sus pasos en la madera cercana y luego abrió el libro para concentrarse en él.
La lectura acompañada de los pequeños dibujos y las anotaciones fue en cierto modo siniestra, pero nutritiva de información. Al parecer había una especie de clan de Invocadoras de Poder que habitaban en suelo Fjerdano, dónde estos fueron exterminandoles una por una asustados de lo que no conocían. Según las leyendas, la líder de ese Clan maldijo a los Fjerdanos con una profecía antes de ser quemada en una hoguera.
«Mis ojos han arrancado para no poder verles, mis manos han mutilado para no poder lastimarles, y mi familia han asesinado para romperme, pero mi mente vive, y vivirá por siempre. Mis pesadillas se convertirán en suyas, mi alma se aferrara y mi linaje seguirá.
Una hermana vendrá por ustedes. Quemará sus ciudades, derribará los monumentos a su Dios y proclamará el renacer del Poder, del equilibrio, del todo.»
Skala se estremeció. Observó sus propias manos imaginándose lo que le habrían hecho a ella para protegerse. Lo que habían tenido que pasar aquellas mujeres solo por diferentes, por ser especiales. Incomprendidas. Suspiró al notar que lo demás que componían al libro eran aparentes hechizos y más cuentos para asustar. Su ceño se frunció cuando notó una hoja sobresaliente al final de todo, la tomó entre sus dedos notando una letra desordenada con varias manchas en los bordes, como si el fuego hubiera intentando consumirla sin éxito alguno:
« Cuándo una mano negra se pose sobre
la tierra, los hermanos pelearán hasta la muerte.
La luz no será suficiente para eliminar las sombras. El ave decidir deberá: es ciervo o es lobo.
Las sombras miran hacía una luna menguante, y responden a único señor. »
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WICKED SAINTS | GRISHAVERSE
FanficPWM| shadow & bone. 「༻ ☪ ༺」 ❝Me han dicho que el destruir es un pecado que puede ser perdonado. Quizás no hoy, quizás no mañana, quizás en mil años cuando los demás puedan comprender porque destruiste. Cuando comprendan que en algunos momentos de...