CAPÍTULO 43: EL MAL QUERER

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LOS PASOS DE SKALA FUERON CASI SILENCIOSOS UNA VEZ QUE INGRESÓ EN LA SALA DE GUERRA, pero El Oscuro le sintió de igual manera. Le recibió con una sonrisa. —Hey...

Skala forzó a las comisuras de sus labios para elevarse. —¿Todo ha salido bien?— indagó —Ya sabes, con lo de la manada de Morozova — cuestionó. 

Los ojos del hombre brillaron y le tendió un ramo de flores apenas la tuvo cerca: orquídeas blancas. Skala elevó las cejas con sorpresa —¿Si sabes que son mis favoritas?— preguntó mientras las olía. Sabía de dónde habían salido.

La única persona que conocía eso además de Alina, era Mal. Movió su mirada azulada hacia el reloj de pared: medianoche.

—¿En serio?— preguntó el de cabello oscuro antes de acercarse peligrosamente a ella. —Bueno, son para celebrar entonces. —murmuró cerca de sus labios. Sus sombras danzaron en la pared.

Skala intento controlar el latido rápido de su corazón. Sabía que aquello no era más que un juego, una distracción. Ella era la distracción que los demás necesitaban para salir de allí sin tener al gran lobo atento. La joven balanceó el ramo en sus manos antes de dejarlo en la mesa de guerra. —¿Y...que celebramos?— preguntó mientras pasaba las manos por los hombros del Oscuro con suavidad, este sonrió ligeramente.

—La liberación de Ravka.

—¿Entonces si encontraste a la manada?

—En el Norte, justo en la palma de nuestra mano — señaló un lugar en el mapa. —Mañana a primera hora partiremos a buscarlo, asesinarlo y usar su poder para eliminar La Sombra.

«Mentiroso». murmuró Skala en su mente. «¡Mentiroso, mentiroso, mil veces mentiroso! »

El hombre acomodó un mechón rojo de su cabello detrás de su oreja mientras recorría su rostro con la mirada —¿Estás cansada?— preguntó. Skala hizo una mueca.

—Tantas personas alrededor durante tanto tiempo es agotador — la verdad tiño su voz por primera vez en la noche. El cansancio le estaba pasando factura, pero no podía permitirse descansar ni bajar la guardia.

—Entonces lo correcto sería dejarte ir, tienes que descansar...— susurró el hombre sobre sus labios. En aquel momento no parecía más que un adolescente haciendo algo indebido con la chica que le gustaba, y Skala sabía que ella lo parecía también. Pero algo había cambiado, ahora si podía ver las intenciones reales de los hombres poderosos como él.

La pelirroja frunció y sostuvo su rostro para luego plantarle un beso sin esperar más. Aquella vez fue ella quién le besó con una ira arrolladora, fue quien acercó sus cuerpos y fundió sus manos en el matorral de cabello oscuro. El contacto se volvió salvaje de un segundo a otro, necesitado y brusco, como el de dos amantes que habían sido separados durante años y no habían más que añorar los brazos del otro.

En determinado momento, El Oscuro le subió sobre la mesa y Skala abrió ligeramente sus piernas para dejarlo posicionar en medio de ellas mientras sus manos comenzaban el juego de toquetear con indecencia. Una de las manos de Aleksander se paseó por su cintura clavando sus dedos de vez en cuándo y la otra hizo un desastre en su cabello rojo, dejándolo caer con libertad sobre la espalda de su dueña. Se separaron ligeramente para tomar aire y él ojigris apoyo su frente sobre la suya. Las respiraciones agitadas se mezclaban al igual que los sentimientos.

Ira y deseo. Desprecio y cariño. Oscuridad y poder.

Skala sabía que no debía sentir eso, no por él. No por un mentiroso despreciable. Pero allí estaba, el deseo escalando en su cuerpo, la imposibilidad de dañarle. Y en aquel momento comprendió las palabras que Aleksander había pensado pero no había dicho. —Este es el problema con desear...— murmuró, las cejas del hombre se elevaron ante la sorpresa —Nos hace débiles. — terminó por decir antes de separar sus manos del cuello de él. Aleksander no se movió ni un centímetro sin intención de romper el contacto. —¿Porqué lo pensaste pero no lo dijiste? Antes...en la habitación del Gran Palacio.

WICKED SAINTS | GRISHAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora