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Lo último que veo antes de entrar a La Recova es la patente del auto de Sally alejándose en la carretera. En cuestión de minutos estaría pasando el cartel de "Bienvenidos a Bluedbard. Población 2.000" y yo tomando pedidos a desconocidos conductores que buscan una parada para descansar del camino. 

-¡Ana!- grita Rita al verme entrar por el umbral de la puerta. 

-¿Noche tranquila?

-Muy tranquila, tanto que te iba a pedir que me cubras, no hay casi nadie no te será un problema.

Busco con la mirada quien es el afortunado y entre las cinco personas solitarias,  veo a un hombre con camisa blanca arrugada y pelo despeinado. Parece un hombre de negocios, alguien importante y me imagino que debe tener un gran auto de alta gama fuera del bar. Algo que no se ve mucho por aquí. La especialidad de La Recova son los camioneros. 

-No tardaré nada. 15 minutos- susurra Rita de una forma confidente. Me guiña el ojo izquierdo al pronunciar el período de tiempo. Por supuesto que no vas a tardar querida Rita, este hombre es igual a los otros, buscan un punto de descanso en la carretera que incluya, bebida, comida, tal vez algo de música y sueño, pero definitivamente algo de sexo. 

-Adiós. Antes de que me arrepienta. 

Rita da media vuelta en sus zapatos negros y encamina su marcha hacia el hombre de negocios. Hay algo perturbador en él que me hace esquivar su mirada. Si me vio o no, no lo sé y tampoco creo que importe. 

-Buenas noches Marcus.

-Hola Ana, necesitamos hablar- responde Marcus y no puedo leer su expresión pero es más que obvio que quiere saber qué sucedió conmigo la noche anterior. Ni siquiera me percaté en preparar una excusa para Marcus. 

-Y-Yo... ¿De qué quieres hablar? 

-De anoche. Creo que sabes a que me refiero. Betania me contó lo que sucedió en el baño y realmente quiero saber tu punto de vista sobre esto, porque yo...

-Yo no dije nada- interrumpe Betania. No tengo idea de cómo llegó hasta nosotros y estoy casi segura que hoy no trabaja-. Marcus deja las mentiras, es una trampa Ana, solo para que le cuentes sobre el baño. Nunca bajes la guardia con el jefe de La Recova. 

-Me atraparon. Igualmente como dijiste soy el dueño del bar, exijo respuestas- Marcus intenta ser firme pero puedo ver como se le ablanda el rostro cuando está cerca de Betania. Ahora que lo pienso él es solo unos años mayor que ella pero las arrugas lo hacen parecer aún mayor.

-Y las tendrás- dice Betania muy seria pero luego cambia rápidamente su expresión-, algún día. 

Marcus intenta sin éxito retener a Betania, quien ya está arrastrándome hacía el baño. Sólo ella puede hablarle de esa forma a Marcus. Definitivamente pasa algo entre ellos. 

-A mí también me gustarían algunas respuestas- susurra mientras nos encierra en el baño. Marcus debe estar frenético-. Pero tranquila no voy a hacer las preguntas. Quiero saber cómo estás. Tu mano.

-Estoy bien, me curé yo misma. 

-Sí, se nota- contesta Betania con una divertida expresión en el rostro. No puedo evitar reírme un poco-. ¿Dónde está Rita? No la vi al entrar. 

-Ocupada, ya sabes. De todos modos hoy no te toca trabajar ¿qué haces aquí?

-Vine para echarte el ojo. Me quede preocupada por lo de anoche- dice mientras me acaricia el pelo en un gesto casi maternal. Se siente raro, estar tan cerca de Betania, no es como si fuera una gran amiga. Nuestra relación siempre se basó en convivir en el bar y apoyarnos contra los camioneros que se pasan de la raya. Me gusta esta clase de confianza. 

Betania gira en sus talones y se dirige hacia la puerta. El momento terminó.

-¿A dónde vas ahora?- pregunto sin darme cuenta. No recuerdo ni haber formulado la pregunta mentalmente.

Antes de que pudiera contestar o ignorarme y largarse la puerta del baño se abre bruscamente. Es Rita y está realmente alterada. Su maquillaje está algo corrido por las lágrimas y su respiración es entre cortada. Tras la puerta se escucha un alboroto y la voz de Marcus por encima de todo. 

-¿Qué mierda...? Respira Rita. ¡RESPIRA!- trato de calmarla pero está histérica. Tiene sangre en labio inferior y los brazos muestran marcas de fuerza. Rápidamente pienso en el hombre de negocios. Betania suma dos más dos y llega a la misma conclusión porque sale corriendo del baño hecha una fiera. 

-¡Quédate con ella!- ordena antes de desaparecer. 

La puerta queda entre abierta y puedo escuchar mejor los insultos de Marcus. Pocas veces logro verlo de esa forma, siempre es lo mismo un hombre que se pasa de la raya con alguna de nosotras pero nunca tanto como esto. Rita realmente tiene lastimado el labio sin mencionar las marcas en sus blancos brazos. Me pregunto dónde más le habrá dejado marcas ese maldito. 

Recuerdo casi sin querer la primera vez que vi a mi madre recibir un golpe por parte de Jack. Era demasiado pequeña como para entender realmente que sucedía pero podía hacer las matemáticas mentales y darme cuenta que mi propio padre había lastimado a mi madre. No tengo la culpa de ese momento lo sé pero algo en mí siempre me carcomía por dentro cada vez que revivía ese momento en mi cabeza. Deseaba tener la edad suficiente, la valentía y la fuerza para detener el golpe de alguna forma pero el daño ya estaba hecho. Me hubiera gustado detener el golpe que recibió Rita.

-Todo va a estar bien. Marcus se encargará de todo, no es el primer hombre que hecha ¿no?- murmuro con extrema gentileza. Quiero ayudar a Rita pero está demasiado asustada. Nunca había recibido un golpe antes. La primera vez siempre es la más dura. 

-Parecía tan-tan bueno. Él quería... Me dijo cosas hermosas, pensé que era diferente, pero lu-luego empezó a hablar extraño, se puso... Intimidante. Quise largarme de sus brazos, ya no era divertido y-y-y

-Tranquila. Entiendo, yo sólo voy a abrazarte ahora ¿sí?

Es inevitable el recuerdo de mi madre viene a mi mente como un torbellino, viene para derrumbarme pero no está vez, Rita me necesita ahora ya me permitiré llorarla luego. La noche es larga y mis preocupaciones por Eric y el instituto no podrían estar más lejos en estos momentos. 

La Silenciosa Ana. (editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora