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Me encuentro sentada frente a la mesa de nuestra cocina. Todo es tan luminoso que parece brillar y lastimarme los ojos. Tengo los cabellos alborotados, y cuando intento peinarlos manualmente noto que es más corto de lo usual. Mucho más corto. Lo siguiente que observo son mis manos, son las pequeñas manos de una niña de por lo menos cinco años de edad. Pero algo no coordina en la escena que parece arrancada de una película de ciencia ficción. Mi mente tiene diecisiete años pero mi cuerpo está atrasado doce años. Soy una adolescente encerrada en mi cuerpo de niña. Tengo que apoyarme con todas mis fuerzas sobre la mesa, que parece no tener fin, para poder pararme. Sin embargo mis pies descalzos no encuentran el suelo. Estoy tan lejos de él que puedo hamacar mis piernas una y otra vez. Esto cada vez es más extraño. Con ambas manos sobre la mesa, me incorporo y flexiono las rodillas sobre el almohadón que cubre la silla. El color de la almohadilla, un amarillo mostaza, me alarma y empiezo a observar mi al rededor con un ojo más crítico. Esta es la cocina de mi casa, pero pertenece a un hogar doce años atrás en el tiempo. La decoración es tan distinta que no me queda duda. Mamá está viva. O al menos por ahora.

¿Dónde está?

Extrañamente siento una gran furia en mi interior que tiñe mi corazón de un color negro oscuro. He perdido la cabeza no hay otra explicación para esto. Sé perfectamente bien que mi madre ha muerto de cáncer cuando tenía ocho años. Recuerdo el funeral, el olor a naranjas en el aire, mi vestido negro y el abrazo de Sally tan fuerte que logró poner todas mis partes en su lugar. Lo ha hecho desde entonces. Tal vez ella sea la madre que necesito. Mi agresividad va en aumento y un deseo animal se apodera de mi. No quiero encontrar a mi madre porque ella decidió dejarme. Desapareció de mi vida, dejándome sola con Jack, completamente aislada. Nunca se lo perdonaré aunque mi corazón sangre del dolor y la tristeza, y mis lágrimas se mezclen con sangre. Amy se fue y nada la hará volver. Ella no está aquí.

De repente escucho un ruido horrible. Es ella. Mi madre, viva, y está gritando.


-¡Estoy harta de esto! Me enferma, me enferma.


Quiero saber que ocurre pero antes de dejar la cocina me juro a mi misma que esto es sólo un delirio y que nada de lo que encuentre puede lastimarme. Nada. El pasillo conecta con el cuarto de mis padres pero sé que sólo le pertenece a mi padre ahora, porque ella está muerta. Tiene que estarlo.


-¡No quiero! No, no, no. No puedo seguir.


Una gran luz brillante sale disparada del cuarto de mis padres. La puerta está entre abierta. De repente me siento tímida, como si estuviera observando una escena intima de una pareja que no conozco. Igualmente decido acercarme más.


-¡Ana es todo para mí! Es mía.


La voz de Jack me penetra los oídos violentamente. Me acerco más.


-Todos merecemos la verdad.


Me acerco más.


-Verdad. Verdad. Verdad.


La voz de mi madre suena como un disco rayado. Me desespera cada sonido que sale de esa gran luz brillante. Abro la puerta con violencia. En mi mente deseo encontrar a Amy detrás de esta locura pero extrañamente mi corazón ansía hallar a mi padre. Quiero encontrar a mi padre y siento que si no sucede eso el aire de mis pulmones abandonará mi cuerpo para siempre. Pero cuando atravieso el gran portal de luz blanca que antes era una puerta, me encuentro en el borde del faro de Bluebeard. Estoy a punto de caerme desde la gran habitación de la lámpara que sí está en funcionamiento. Estoy doce años atrás en el tiempo, claro que el faro funciona. Y estoy a punto de caer a las aguas salvajes del mar. Lo único que hay debajo es oscuridad y misterio. Grito pero mi voz no puede escapar de mis pulmones. Estoy muda. ¿Qué evita mi caída? Busco con los ojos la respuesta pero me cuesta hacer foco con mis pupilas debido a la maravillosa luz blanca del faro. No recuerdo que haya brillado de esta manera alguna vez. Pero sí siento una mano sobre la mía, aferrándola con fuerza y determinación. La persona que me sostiene está representada como una sombra borrosa y difusa, sin embargo puedo descifrar que es un hombre. La lámpara del faro vuelve a girar una vez más en busca de barcos perdidos en el mar, liberándome de mi ceguera temporal.


-Aiden-susurro con un hilo de voz y la palabra me lastima la garganta como si fuera fuego puro.


-Todos merecemos la verdad- murmura Aiden pero ya no es él. La luz blanca del faro vuelve a cambiar el personaje ante mí. Ahora Lisa sostiene mi pequeña mano de niña-. Todos merecemos la verdad.


Y Lisa me suelta. Las aguas negras del mar se convierten en mis sábanas. ¿Sólo fue un sueño?





Acelero mi búsqueda, aparto las ropas sucias y limpias armando un gran pilón detrás de mí. Es tarde, muy tarde, tal vez pierda la clase de Literatura de todos modos. ¿Por qué nadie me despertó? ¿Dónde está Jack? Maldición. Rápido, sólo elige un conjunto cómodo, como todos los días, el instituto no es precisamente la portada de una revista de moda. Jeans azules, remera blanca, un suéter color uva y zapatillas converce. Sí, esto está bien. Miro el reloj en mi delgada muñeca, son las ocho, y me despido de la clase del señor Hank. Jamás dejaría que entre después de la alarma. Una parte de mi se siente agradecida, esa parte que todavía no se acostumbra a que Eric sepa tanto sobre mí.

Con la espalda apoyada en la pared, tiro de los jeans para que se amolden a mis piernas blancas. La tela del pantalón está tan fría que no puedo evitar estremecerme como si estuviera desnuda en la mitad de los pinos. Sin embargo por lo que deja ver la ventana de mi cuarto, es un día radiante como pocos. El sol está presente en un cielo que parece no tener nubes, días como estos son extraños en Bluebeard. Tal vez no necesite una campera gruesa después de todo. Tomo mi mochila violeta y verde, y me largo como una flecha disparada en plena batalla. Mi estomago se queja con un gruñido que bien podría ser mi celular en vibrador, sabe que hoy no habrá desayuno y está en completo desacuerdo. La cocina está vacía, también la sala, no hay rastro de Jack ni de su saco negro tendido sobre la encimera del desayuno. Pensar en él me hace revivir partes del sueño más extraño de mi vida. En el mundo onírico buscaba a mi padre e irónicamente, en el mundo real, lo sigo haciendo. Hay algunas cosas que quedan estáticas frente al pasado, no se ven afectadas por nuestras desiciones ni nuestros errores, ni siquiera nuestras heridas. Hay algunas cosas que permanecen no importa cuanto intentemos borrarlas. Y Jack era una de esas cosas. Siempre será mi padre, y extrañamente una parte de mi lo acepta con el corazón abierto, mientras que la otra no puede dejar de mirar el pasado.

Antes de desaparecer de la escena una nota escrita a mano, en el refrigerador gris metalizado, llama mi atención.


Reunión del concejo. Te amo.


Bueno eso es extraño. Conozco perfectamente todas las reuniones pactadas que tiene Jack con el concejo de Bluebeard y claramente hoy no había una planificada. Todavía recuerdo la epoca en que Jack empezó a ascender en el concejo, increiblemente se había ganado el voto de todo el pueblo. Pasó de ser un vecino más al hombre más querido en Bluebeard, afectándome a mí y a mi madre como consecuencia. El concejo del pueblo está integrado por varios vecinos distinguidos del pueblo, entre ellos está el padre Joaquín, Sally, algunas fanáticas religiosas, e incluso mi madre alguna vez formó parte. Y también Hans, quien seguramente será reemplazado por Aiden. Su nombre en mi mente es como una mina que insiste en volarme a pedazos. Las posibilidades de que hoy vea a Aiden por las calles, portando el uniforme de comisario del departamento de policía de Bluebeard, son altas. Todavía no me preparo mentalmente para nada de lo que me depara el futuro. El faro, Hans en el teléfono, las cartas de amor de Tamara, y Lisa. Lisa y el faro. ¿Qué hay en ese faro?

Salgo por la puerta de entrada y me dirijo a la segunda clase del día.


La Silenciosa Ana. (editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora