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Me despierta el sabor metálico de mi propia sangre, sin duda me mordí la lengua al caer. Me cuesta unos minutos poder encajar todas las piezas del rompecabezas. Repaso mentalmente antes de poder activar todos mis sentidos una vez más. No estoy en el instituto. Estoy en casa. En la cocina. Jack está aquí. Y él. Mi vista se ajusta por completo y las imágenes borrosas, ahora son figuras definidas. Me duele la cabeza, sobre la ceja izquierda, toco con las yemas de mis dedos en busca de sangre, pero no hay señales de daños superficiales. Un fuerte golpe es el diagnostico final. Golpe causado por un desmayo, y un desmayo causado por el nuevo comisario de Bluebeard. Como si fuera un película sobre mi propia vida, algo que aparece los segundos previos a morir, veo a Rita llorando en el baño de La Recova; reproduzco los gritos de Marcus, realmente furioso; y visualizo a un hombre con traje pero sin corbata. Si me vio estoy perdida. 

-¡Ana! ¿Estás bien? Cariño...- Jack está cargándome. Me deposita sobre el sillón, no tan lejos de la cocina donde seguramente perdí el conocimiento. Noto la preocupación en su voz pero todavía no puedo hablar para calmarlo. Estoy completamente muda, no puedo activar mi voz. 

-Un poco de agua, Jack- dice una voz masculina sobre mí. No tengo total visión a su rostro pero se perfectamente que es el hombre de negocios. Tiene una voz profunda como el océano, realmente intimidante, y pienso si ya me ha reconocido o no. 

-Gracias Aiden. Se golpeó la cabeza y ahora no me responde, deberíamos llevarla al hospital ahora mismo.

-Súbela a mi auto, llegaremos enseguida- dice la voz profunda y ahora puedo ver la punta de su corbata encima mio, casi tocándome la nariz. Se prepara para cargarme en sus brazos y llevarme al auto. No quiero que me toque. 

-¡No! Estoy bien. Sólo quiero... Agua, quiero agua por favor, papá- logro decir. Tengo la garganta realmente seca y el gusto metálico de mi sangre sigue en mi lengua. 

-¡Por Dios, Ana! ¿Qué te sucede? 

-La presión- invento rápidamente- seguramente la tengo por el piso. Por eso me salí de las clases de hoy.

-Aquí tienes, Ana.

El hombre de corbata, ahora de un gris perlado, me está tendiendo un largo vaso de agua fría. Ahora tengo un completo contacto visual y puedo ver detalles que aquella noche no tuve la chance de observar. Ojos grises, mirada imponente, manos grandes y una barba prematura. Tiene una leve cicatriz bajo el mentón, me pregunto como la consiguió y si se lo merecía, lo que seguramente es un sí. Este hombre es el nuevo comisario de Bluebeard. ¿Qué sucederá con Hans? Siempre trabajó codo a codo con Jack desde que asumió a la intendencia, de hecho mi padre le había pedido que tomara el puesto de comisario porque sabía que podía confiar en él. Es el padre de Lisa. Lo había olvidado por completo por un segundo, Lisa. La conversación en el baño, Tamara, la droga y todas mis preguntas sin respuesta. ¿Por qué el padre de Lisa dejaría su puesto de trabajo? 

-Gracias- murmuro. Me animo a mirarlo directamente a los ojos. 

No tiene ni idea de quien soy, salvo, la hija del intendente.

La almohada tras mi cuello se siente realmente bien. Estoy tan nerviosa que siento mi columna totalmente rectificada. Necesito estirarme entre mis sábanas todo el tiempo que pueda. 

-Ana...- es Jack tras mi puerta.

-¿Si?

-Quería ver como te sentías, te traje algo de comer.

-Muero de hambre, gracias papá- digo mientras me incorporo contra la cabecera de mi cama. Me siento para recibir la bandeja con un plato generoso de fideos. Jack siempre cocinó mejor que mamá. 

La Silenciosa Ana. (editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora