Mantener mis manos quietas se ha vuelto una misión imposible, estoy demasiado nerviosa y eso se transmite a cada parte de mi cuerpo. Me cuesta mantener una respiración regular con cada ruido nuevo que se presenta. Decidí que lo mejor era mantener la cabeza en alto frente a cualquier acusación, asique aquí estaba en mi asiento frente al pizarrón, es demasiado temprano y soy la única. Me gustaría que siguiera así toda la mañana pero el reloj delator indica que faltan unos varios minutos nada más para la llegada de mis compañeros.
-Tranquila- me digo como si fuera mi propia amiga confidente.
Otro ruido, otro sobresalto. En ese momento una chica entra por la puerta con una mochila a cuestas. Es Teresa Grey. No nos saludamos con un beso ni con una palabra, solo le sonrío como todas las mañanas. No tiene ni idea, el rumor no se esparció todavía al parecer, o tal vez la dejaron fuera de todo. Teresa no es lo que se diga una chica demasiado popular ni lleva con ella un celular repleto de mensajes por contestar, es decir, Teresa es como yo. Bueno tal vez no somos tan parecidas, es decir yo soy la reina del frío como a veces me han llamado, no tengo amigos no porque no pueda lograr conectar con alguien, sino porque no me interesa en lo absoluto. Yo soy la hija perfecta del intendente, inteligente, bondadosa si me necesitan pero totalmente distante. Estoy segura que Teresa piensa que me creo demasiado para este pueblo, como lo hacen todos los demás, pero la realidad no puede estar más distorsionada. Yo solo quiero irme de aquí pero eso no tiene nada que ver con la gente de Bluebeard o tal vez sí, ni siquiera sé que es lo que odio pero de una cosa estoy segura, hay odio en mí y no voy a arrastrar a nadie a mi lugar.
-Ana- Teresa interrumpe mis pensamientos-, quiero preguntarte algo. ¿Cómo dividiste tu trabajo de ortografía?
Noto que se dirige a mí cuidadosamente, pensando cada palabra tal vez, no somos amigas y su comportamiento lo delata. Me pregunto cómo sería tener una mejor amiga, de esas que puedes contarle todo, pero luego recuerdo que yo no puedo tener eso. ¿Cómo podría contarle en una pijama típica adolescente, que mi padre, su intendente respetable, es también un alcohólico y violento esposo? Eso simplemente no funcionaría.
-No estoy segura a que te refieres. ¿Por qué quieres saber cómo dividimos el trabajo con Gary y Eric?- digo intrigada y algo nerviosa aunque con ella no me cuesta tanto mantener una conversación. Igualmente mi tono salió disparado como una bala y parece como si estuviera molesta porque se atrevió a dirigirme la palabra. Siempre es lo mismo contigo Ana, la reina del hielo.
-Falte el viernes pasado y Lisa me dijo que teníamos que hacer un trabajo sobre ortografía.
Se veía tan inocente, tan frágil, tan fácil de manipular. No había que hacer un trabajo, yo misma había recibido esa bala por la clase y de esa forma liberarlos del trabajo extra. No pude evitar insultar en mi mente a Lisa y todo ese grupo de idiotas, no era la primera vez que jodían a alguien de la clase. Había visto demasiadas bromas pesadas, otras no tanto, pero siempre eran las mismas víctimas. Nunca hice nada por evitarlas ni defendí a nadie, tal vez eso me vuelva cómplice también.
-Lo siento Teresa pero no tenías que hacer ningún trabajo de ortografía. Mira, eso sólo fue un castigo del señor Hank para Gary y Eric.
-Oh. Está bien.
Teresa parpadea más de una vez y nos quedamos en silencio varios segundos. Tiene el cabello realmente largo y en estos momentos se hace una cola de caballo con las manos, sólo para mantenerlas ocupadas en algo. Estoy cansada de verla caer estas bromas tan inmaduras. Quiero darle un consejo pero antes que pueda hablarle ella regresa a su asiento al fondo de la habitación.
-¿Qué te sucedió en la mano?
Mis oídos entran en pánico antes que el resto de mi cuerpo y realmente me cuesta girar sobre mi para mirar un par de ojos azules. Eric. No hay un ruido en el aire y si los hay no logro percibirlos, mis cinco sentidos están totalmente enmudecidos. Pero es temprano, demasiado temprano, no debería estar aquí, él siempre llega sobre la hora o incluso tarde, esto es realmente desesperante porque estoy en una clara desventaja.
-Carajo.
-Perdón no quise asustarte- dice Eric y se echa a reír-. Estoy casi seguro que jamás te he escuchado insultar.
Con mucho esfuerzo trago saliva como si fuera aceite por mi garganta. Eric está ocupando el asiento de adelante que usualmente nadie utiliza, parece divertido de una forma relajada y muy juvenil. ¿Esto es un juego para él? No puedo encontrar una respuesta acorde a la situación y él se da cuenta.
-Entonces, ¿qué te pasó?- pregunta cambiando de posición. Esta vez se sienta como indio para poder estar más cerca de mi asiento. Mira mi mano y luego vuelve a mirarme. Sigo sin encontrar una respuesta. Escucho a más alumnos entrar por la puerta y ubicarse en sus asientos. No los miro pero sé que están mirándonos porque esto es un espectáculo, Ana manteniendo una conversación de más de dos palabras no es algo que se vea todos los días.
-Estoy bien. Me curé yo misma- digo por fin. Eric no estaba satisfecho con mi respuesta y se prepara para volver a disparar otra bala.
-¿Alguien en el bar te lastimó?- pregunta, y la palabra bar suena demasiado fuerte en mis oídos. Apreto mis manos sin darme cuenta preparada para defenderme pero me interrumpe consiente del daño que provocó con sus palabras-. Es decir, no tienes que contarme si no quieres yo solo...
El timbre nos interrumpe y corta el aire como un cuchillo. Alzo la cabeza hacia la puerta y casi suelto un grito al ver a todos entrar y entre ellos a Gary Smith. Tal vez Eric es más humano de lo que había imaginado, pero todas mis esperanzas se esfuman en el momento que veo el cabello dorado de Gary.
-Primero nos ayuda con el trabajo de Literatura y ahora habla contigo antes de clases. Estamos derritiendo a la princesa del hielo, Eric- alardea Gary. Le lanza un golpe amistoso cuando termina de hablar y le hace un gesto para que se una a su grupo en sus respectivos asientos.
¿No piensa decirme nada sobre la noche del viernes?
-Hoy no, Gary- lo corta Eric pero aun así le devuelve el golpe-. Voy a sentarme adelante.
Gary ríe exageradamente hasta se da cuenta que Eric no está bromeando.
-¿Por qué?- exige saber con el rostro fruncido. Los demás siguen mirando el show pero desde sus respectivos asientos. Murmuran demasiado.
-El señor Hank nos odia, intentaré limpiar mi imagen, deberías hacer lo mismo.
-Eso, amigo mío, jamás sucederá- exclama Gary con una sonrisa compradora. No es feo pero tampoco atractivo y sin dudas su personalidad es muy poco deseada.
Una vez que todos están en sus asientos, el señor Hank entra en escena. Cierra la puerta a su espalda y cruza la sala hasta llegar a su escritorio, posa su maletín y libro sobre él y da comienzo a la lección del día. Como era de esperarse lo primero que exige es el trabajo de ortografía que Gary, Eric y yo hicimos el viernes pasado. Hay algo repugnante en su expresión, disfruta de sus castigos, se lo puede ver hasta en su perturbador bigote. Pienso en Teresa y no puedo evitar volver mis ojos hacia donde está ella. Está a centímetros de Lisa, podría gritarle, acusarla, lanzarle por la cabeza el trabajo que le había tomado horas realizar, innecesarias horas. Pero algo en mí y algo en Teresa sabe que eso no sucedería. Todo sigue igual. Miro la nuca de Eric como si fuera un extraño objeto que cayó del cielo, y me pregunto.
¿Todo sigue igual?
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La Silenciosa Ana. (editado)
Novela Juvenil¿Cuántos secretos puede guardar una persona? Imagina todos los secretos que hay en un solo pueblo. El pueblo de Bluebeard se encuentra en unos de los sitios más lluviosos del mundo. Ofrece entre sus paisajes, un gran bosque de pinos, una costa...