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En el presente. 

Si tan solo pudiera activar mi silencio para callar al insoportable profesor suplente de Literatura, lo haría. Me castigo por pensar eso, no es como si mi silencio fuera un súper poder, es solo silencio, pero le vendría bien al Señor Hank dejar de parlotear sobre sangrías, renglones, y nuestras faltas ortográficas. Especialmente porque su bigote baila con cada palabra y es realmente perturbador verlo. 

-Si no pueden escribir un texto bien ¿cómo esperan entrar en un universidad? Tienen que despertar, la juventud actual tiene que darse cuenta que están perdiendo el tiempo con sus juegos de video, sus celulares, Facebook, Twitter. ¿Cuántos de ustedes escriben con faltas ortográficas en las redes sociales? Me arriesgo a decir que todos. 

Cuidado profesor, ni siquiera tengo permiso de tener mi propia computadora. 

-Señor Muller ¿lo estoy interrumpiendo? 

Todos dirigimos la mirada hacía Eric que estaba sentado en el fondo del salón junto a su mejor amigo Gary. Conozco a todos mis compañeros, del más tonto al más inteligente, todos, aunque ellos no me conozcan a mí. Y planeo seguir manteniéndolo así hasta largarme de este pueblo. 

-No, está bien prosiga profesor- dice Eric como si le estuviera dando permiso al Señor Hank para continuar con su monologo de la juventud y la mala ortografía. Todos rieron, es como un mal show televisivo donde después del chiste se escuchan las risas de fondo, casi como explicándote que lo que acabaste de escuchar era gracioso. Con Eric siempre es así. Un chiste, risas. A veces se me ocurren comentario hilarantes, dignos de cualquier comedia, pero lo mío es el silencio. 

-Sí, tiene nuestro permiso- insiste Gary con voz profesional como si fuera un profesor más. Devuelta las risas. Yo no lo me río, Gary nunca me ha caído en gracia, no me pregunten porqué, pero solo sé que no me cierra su personalidad. A mi parecer Gary es una mala copia de Eric. 

-Acaban de sumarle a toda la clase un trabajo grupal para entregar el lunes.

Los quejidos no se hicieron esperar de nosotros. Yo no abro la boca pero por dentro lamento la situación. Me habían ofrecido unas horas extras en el bar realmente tentadoras. Necesito trabajar y descansar, un trabajo grupal no encaja en mi lista de prioridades. 

-Escuche profesor, lo lamentamos mucho, era solo una broma. ¿Qué le parece si ese trabajo lo hacemos Gary y yo nada más? Es lo justo.

Gary pone una cara digna de dibujos animados expresando su negativa pero un codazo limpio de Eric lo detiene antes de que pueda hablar y arruinar la perfecta oferta de su amigo. 

-No veo a su compañero muy decidido- responde el profesor arqueando una ceja. Por su expresión puedo decir que está gozando con la situación.

-Él... Gary va donde vaya el viento usted sabe.

-¡Ey!- levanta las manos Gary en un intento de defensa. Aunque lo que dijo Eric me parece demasiado acertado.

Otra vez las risas. 

-Me cansó esta discusión, pero tiene razón señor Muller, no puedo castigar a toda la clase por la culpa de dos alumnos desconsiderados ¿verdad? 

-Eso es lo que digo- dice Eric con un gesto triunfal ya en el rostro. No sé si Eric entiende donde está metido pero nunca puedes ganar una discusión con el señor Hank.

-El trabajo no lo cancelaré- sigue el señor Hank provocando que Eric cambie su expresión casi al instante. Gary seguía siendo un personaje secundario en la escena junto a él-. Dejeme explicar mis términos y condiciones. Eliminaré el trabajo para toda la clase sólo si uno de sus compañeros es tan noble para hacer un sacrificio y se integra en el grupo. A cambio de ese bondadoso acto, dejaré que realicen el trabajo durante las horas siguientes del día. 

La Silenciosa Ana. (editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora