14

193 19 4
                                    

Los aplausos se desvanecen con las últimas indicaciones de Jack, que dicen algo así como seguir con nuestras actividades del día, confiando en el nuevo habitante de Bluebeard, nuestro comisario Aiden West. Este es el punto donde me diferencio con estas personas, ellas confían ciegamente, no indagan, no tienen curiosidad. Están tan acostumbrados a su vida tranquila que no quieren saber más de la cuenta, porque a veces la sabiduría es una maldición. Y ahora yo sé más que todos ellos, cargo con un peso más en mi espalda. Aiden usa un disfraz frente a todo el pueblo para esconder su verdadero rostro, pero los disfraces no duran para siempre, hasta yo sé eso. 

¿Mi padre conoce realmente a Aiden? Reconstruyo la escena de la cocina pero estaba muy alterada para agudizar el oído y escuchar la conversación de ellos dos. ¿Era solo una charla administrativa en nombre del municipio? ¿Es posible que se conocieran antes? Jack dijo ante todos que confiaba en Aiden, no temblaba su voz al mencionar esas palabras, de hecho lo note más determinante que nunca, como si estuviera recitando un discurso por énecima vez frente al espejo. Y Aiden... No pude ver una sola fisura en su máscara, si no lo hubiera visto antes en el bar, cuestionaría mi propia cordura. Doy una mirada fugaz antes de que desaparezca del escenario, por una fracción de segundo creo que me está mirando a mí. ¿Me reconoce? 

-¡Ana! No te tenemos de este lado de los anuncios generalmente. ¿Cómo estas, querida?- una mujer me habla tan fuerte al oído izquierdo que tengo que hacer un esfuerzo para no apartarla de mi lado. No recuerdo su nombre en estos momentos, es una de esas mujeres religiosas que están en el coro de la iglesia. Seguramente cantó el día del funeral de mi madre, aunque no lo recuerde muy bien debido a mi edad. 

-Bien, gracias- y comienzo mi marcha hacia la parte de atrás del escenario. Hacia las respuestas. 

-¡Saludos a tu padre!

Camino. Corro. Si tan sólo pudiera hablar con Hans a solas, tal vez pudiera explicarme porque decide irse del pueblo. Una explicación verdadera. Pero tampoco puedo pretender tanta confianza, si algo más grave está sucediendo, la relación intima era con mi padre, no conmigo. Lisa está descartada como fuente de información también. Y Jack me dejo claro en mi habitación hace unos momentos que no tiene intención de compartir información conmigo sobre este asunto. Freno mis pasos sin pensarlo. Hablar con Aiden es lo último que quiero, no puedo toparme con él otra vez, no quiero y entiendo que es por lo que vivi en el bar pero algo más me molesta sobre él. No lo quiero cerca mio. No puedo ir a casa, no puedo verlo a Jack sin explotar en preguntas dentro de mi cabeza, y sin dudas no quiero encontrarme con Lisa o Tamara aquí en el centro o en la plaza. Necesito tiempo a solas para pensar, pero en este maldito pueblo nunca estás solo. En Bluebeard hay oídos en las paredes que se alimentan de tus pensamientos y secretos. Y al parecer yo no soy la única con tantos secretos. Los eventos dentro de las últimas 24 horas cambian el juego completamente. 

Estoy parada en el medio de una multitud que empieza a desaparecer. Algunas personas me saludan en su camino. No sé a dónde ir, ni a quien recurrir, y por un momento realmente extraño a mi madre. Veo un diente de león creciendo en el suelo, expectante a que lo pisen o lo arranquen. Lo miro y pienso en mi madre, la recuerdo, la extraño. Me doy cuenta que tengo tan pocos recuerdos con ella, maldigo en silencio a la vida por arrebatármela de mis brazos. Mi lugar tranquilo era en su abrazo, pero eso ya es cosa del pasado. Ya no existe y me entristece de repente saber que no cuento más con un abrazo así. Me estoy derrumbando otra vez y no entiendo porqué. ¿Por qué me afecto tanto este hombre nuevo? ¿Quién es Aiden? Estoy apretando mi mano lastimada, duele, pero no pienso en ello. Tengo que controlarme, estoy en público, estoy usando mi disfraz, y nadie puede verme romperme como pasó en La Recova. Ahora no tengo un lugar donde esconderme. 

Y lo veo. Eric me mira como aquella noche, como si pudiera ver a través de mi piel, ver algo que ni yo se que existe dentro de mi. La multitud está totalmente dispersada y solo quedan unas pocas personas conversando en las calles. Gary está hablándole constantemente a Eric, no le importa que este no lo escuche, hay otros chicos de mi clase que se acercan a ellos. Todos charlan entusiasmados por los eventos acontecidos, pero Eric se encuentra fuera de la búrbuja. Tan sólo me mira y lo entiendo. Es una invitación sin palabras. Acepto sin necesidad de hablar y comienza a acercarse a mí. Quiero apartar la mirada pero es realmente difícil, estoy cambiando mi foco de atención entre Eric y su grupo de referencia. Ellos siguen hablando sin darse cuenta que uno de sus integrantes explotó la búrbuja y escapó. 

-¿Nos vamos?- me pregunta con los labios y la mirada. No confío en él, como no confío en nadie de este pueblo, pero algo en mí dice que si sin razonarlo antes. Estoy tan cansada de estar sola. Comienzo a seguirlo sin saber donde me lleva. No hablamos durante todo el camino.

La Silenciosa Ana. (editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora