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Caminamos sin pronunciar una palabra. A veces juntos a la par, otras veces él por delante. A medida que nos acercamos a la costa de Bluebeard, el frío aumenta considerablemente y castiga mis brazos cubiertos por una débil capa de ropa. Estamos caminando sobre un viejo camino de madera. Tiempo atrás Bluebeard contaba con un gran puerto y un faro imponente, que guiaba barcos de carga hacía la costa y los negociosos no se hacían esperar. Pero todo buen tiempo termina y la buena racha económica del pueblo se agotó demasiado rápido. Nadie quería invertir en nuestro pequeño comercio y esto sigue en la actualidad. El puerto se cerro, los barcos desaparecieron y el faro es el cadáver de un gigante que representa la incertidumbre de nuestra situación económica. Sin embargo hay algo que nadie puede negar, sorprendentemente nuestra suerte cambió drásticamente con los dos intendentes anteriores a Jack, y ahora éste mantiene a Bluebeard en la cúspide. Los campos y la ganadería fueron y son un buen sustituto de la pesca y las embarcaciones. Particularmente no tengo ni una pista sobre los asuntos económicos de Bluebeard, solo sé que todos tenemos las panzas llenas y no pasamos frío en invierno. Tal vez no todos los tiempos pasados son mejores. 

Centro mi mirada sobre la nuca de Eric y pienso en preguntarle hacía donde nos dirigimos, pero no se siente correcto hablar en este momento. Respeto el silencio, lo añoraba desde que empezó este día tan extraño. Reconstruyo las ultimas horas y no puedo evitar sonreír de frustración. Todo me parece tan bizarro, como si fuera la vida de alguien más. Siento que mi vida dio un giro en el aire y está a punto de destrozarse contra el suelo. Todo empezando con este chico. Eric. Determino que ese es el punto de partida, esa noche en La Recova, donde mi disfraz fue neutralizado por un par de ojos azules. 

Ahora estamos uno al lado del otro, el espacio es perfecto para esto, no entraría otro cuerpo en este camino de madera. Continuo la linea de la madera con las yemas de mis dedos, está húmeda y seguramente tiene algunas partes podridas, pero lo encuentro relajante. Me sorprendo en notar que Eric está haciendo exactamente lo mismo. Seguimos sin pronunciar una palabra, todavía no es el momento. Él también respeta el silencio. El único sonido de fondo es el viento que baila al rededo de las ramas de los árboles. Las casas y los comercios ya están a una distancia considerable de nosotros, y no puedo estar más feliz por ello. Recuerdo que cuando el faro funcionaba, este camino era realmente hermoso, podría decirse turístico, si imaginamos por un segundo que algún turista terminara en Bluebeard, algo demasiado díficil. El piso de madera mojada termina y comenzamos a ascender entre la vegetación hasta llegar al mirador del faro. Hay unos asientos y Eric va directo a ellos. Lo sigo. Llegamos al destino, me sorprende que el faro sea la ultima parada. 

Eric es el primero en hablar.

-Hace frío pero la vista es increíble- dice sin mirarme a los ojos. Tiene la mirada puesta al horizonte. La linea perfecta del mar transmite infinidades de emociones. Respiro profundamente antes de contestar. 

-No recuerdo la última vez que estuve en el mirador del faro. Es diferente a cuando eramos niños pero a la vez, es extrañamente igual. 

 -La clase viene de vez en cuando- murmura mientras se sienta y yo lo imito. Me froto las manos en busca de calor-. Ya sabes, a emborracharse o besarse sin sentido. 

-¿Tú también?- pregunto sin realmente querer la respuesta. Esto es un calentamiento al verdadero tema de conversación. Necesitamos aclarar todo de una buena vez aunque vomite de los nervios en el intento. 

-A veces.

Una brisa me despeina el cabello y enfría mi rostro. Es realmente tranquilo aquí arriba, me pregunto porque no descubrí este lugar antes. Tal vez porque no me emborracho o no beso a nadie. Decido que es momento de enfrentar a Eric pero me gana y comienza a hablar una vez más.

La Silenciosa Ana. (editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora