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Nos alejamos del pueblo con cada minuto que transcurre y cada litro de gasolina que se consume. Solo se siente alejado, el lugar donde trabajo, pero en realidad no lo es. 

Al morir mi madre, Sally ha intentado ocupar su lugar de una forma positiva. Eran muy buenas amigas en sus tiempos de juventud, ya que las dos se habían criado en este mismo pueblo, que al parecer no importa lo chiquito que sea siempre va a estar lleno de historias. La de Sally es agridulce pero  no venenosa como la de mi madre. A los 15 años, con el futuro en sus pies y el dinero de sus padres a disposición, quedó embarazada de su novio de la secundaria.  Nadie nunca lo supo y creo que hasta hoy sigue todo igual. Sus padres la obligaron a tener un aborto mucho antes de que ella pudiera comentarlo con el padre y así fue como se terminó esa relación. De la noche a la mañana el bebé ya no existía y el amor tampoco. La única persona que si tenía conocimiento sobre el pequeño y oscuro secreto de la familia Kingston era mi madre, la mejor amiga de Sally. Hay cosas que no pueden permanecer dentro nuestro sin amenazar nuestra vida. Sally me repite eso casi a diario, sin referirse a un tema en particular, solo me lo lanza como si estuviera preguntándome la hora. A veces creo y otras estoy segura, que lo sabe, que lo sabe todo. Sabe lo de las palizas de Amy. Sabe sobre esa noche cuando tenía 6 años. Sabe la razón por la que trabajo casi todas las noches. A veces simplemente siento que mi madre compartía todo con ella, todo lo que tenía que callar por las noches, y maquillar por las mañanas para que yo viva en una burbuja inocente. Pero luego veo a Sally hablando con mi padre, charlando sobre la actualidad, deportes, política, yo, mis estudios, que creo que ella es solo otra persona más en este pueblo que cree, o quiere creer, que todos somos felices dentro de nuestras casa. Sin embargo yo sé su verdad y puedo jurar por el nombre de mi madre que, Sally, no pasa un día sin recordar el hijo que le fue arrebatado y el amor que le fue prohibido. Ni siquiera sus nuevos hijos y el esposo que tiene al lado podrían acallar tantos recuerdos. 

"Hay cosas que no pueden permanecer dentro nuestro sin amenazar nuestra vida."

Las luces de neón me encandilan y me arrancan de mis pensamientos más profundos, a veces suelo cerrarme al exterior sin darme cuenta. El cartel del bar está tan iluminado como un faro en la mitad de la nada llamando a los marinos de su largo y agotador viaje. La Recova, en cambio, sólo llama a borrachos y conductores sin rumbo. No es un lugar para crecer pero aunque a veces lo odie es parte de mí, como el pueblo, como el Instituto. 

Sally estaciona la camioneta Ford junto a la acera para dejarme exactamente en la puerta del bar, como lo hace todas las noches. Las veces que Sally no puede llevarme son las peores. No tengo un medio transporte para llegar al trabajo a tiempo y es demasiado arriesgado hacer dedo en la ruta, sin mencionar lo agotador e imposible que sería una caminata hasta La Recova desde mi casa. Esas noches, que han sido muy pocas hasta ahora por suerte, son las que no recibo paga. Jack siempre se molesta y me grita algunos insultos antes de irse a dormir. Vaga. Estúpida. Inútil. Algunos de sus favoritos. Los golpes no aparecen, a no ser que este borracho en ese momento, y este año se ha estado controlando. Si llega alcoholizado a casa, lo hace de madrugada cuando yo duermo y no me entero hasta la mañana siguiente, cuando noto el desorden del comedor y a un gran oso disfrazado de hombre durmiendo o en el piso o en el sofá. Tengo controlado a la bestia. Unas pocas cachetadas en los últimos meses no es tan duro. Mientras no le mueva el cerebro con reclamos o peleas, y siempre traiga el dinero a casa, puedo vivir con él, por lo menos hasta graduarme. 

-¿Segura no quieres comer algo más que ese sándwich?- me pregunta Sally como la madre que no tengo. 

-Estoy bien- le sonrío cálidamente. Ella se merece más. 

-Bueno, te recogeré como siempre a las doce. Recuerda si necesitas que venga antes solo llámame ¿tienes el celular? 

-Sí- y el número de Eric en él-. Estás inquieta esta noche, voy a estar bien, como siempre Sally. 

La Silenciosa Ana. (editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora