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 Siento mis pulmones llenarse de aire helado a medida que corro hacia el faro y no puedo evitar recordar el sueño de la noche anterior. Pero esta vez no encontraría nada más que fuego. No soy la única que corre en dirección al incendio, casi todo el pueblo hace lo mismo, Eric siempre se encuentra a mi lado. Los que vivimos en Bluebeard no vivimos demasiadas situaciones como estas, nada pasa en este pueblo tranquilo de tan pocos habitantes. Nuestros bomberos y policías realizan segundos trabajos muchas veces por el simple hecho de que viven tras un escritorio. Sin embargo donde hay humanos, hay desastre inevitable. Estamos llegando al camino de madera y piedras que conduce al faro pero no necesitamos ir más allá para entender que el fuego proviene de la gran puerta del faro, donde habíamos visto a Aiden salir la noche anterior. El fuego había alcanzado gran altura y debido al viento se estaba tomando entre sus garras, en forma de llamaradas, a la casa que alguna vez fue el hogar de Coco. Los bomberos ya estaban en el lugar para cuando llegamos al final del camino. Pero no son los únicos en el lugar. Mi padre, Aiden, Hans y Coco están allí. Coco. Es tan extraño verlo y aún más en estas circunstancias. Es un hombre mayor, casi no hay rastro de lo que antes había sido una abundante cabellera rubia. Las marcas de la vida recorren toda su piel pero aun así parece un hombre fuerte, distante y frio, como siempre lo hemos conocido en el pueblo. Por esta razón es que me cuesta verlo gritar como lo está haciendo.

-¡NO, MI CASA! MI CASA. MI CASA. MI CASA.

Uno de los bomberos, del cuartel de bomberos de Bluebeard, intenta controlar a Coco, pero éste parece tener súper fuerza. Está histérico. Hay lágrimas de furia en sus ojos. Lleva una camisa de leñador roja y debido al forcejeo algunos botones han desaparecido de la costura. La imagen me rompe el corazón. Coco vive en el bosque desde que tengo memoria pero ese jamás ha sido su hogar. Su casa está en llamas en este momento.

-¡Por favor, todos detrás de la cinta! ¡Está todo bajo control!- nos pide otro bombero. Lucas creo que se llama. Y como palabra santa, todos nos quedamos detrás del límite que los bomberos y la policía habían marcado. Podría arriesgarme a decir que la mayor parte del pueblo estaba allí, a excepción de los alumnos del instituto que siguen en clase. Hasta Truman había cerrado su tienda sólo para presenciar lo que sería el motivo de charla del pueblo por varias semanas.

En parte lo que dice el bombero, que puso un freno a nuestra morbosidad colectiva de querer observar una catástrofe, es verdad. El fuego si está controlado pero sólo en un sector. La puerta del faro es tan gruesa y enorme que pudo soportar las envestidas del fuego, pero la casa del cuidador del faro es otra historia. Está hecha completamente de madera y por lo que aprendí alguna vez en clase de fisicoquímica, la madera es un excelente conductor del calor, y por ende se enciende más rápido que el mal humor de Jack luego de una discusión en el Concejo del pueblo y cuatro vasos de Whisky encima.

-¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ MI CASA? ¿QUIÉN FUE EL HIJO DE PUTA?

Los gritos de Coco captan toda la atención, aún más que el incendio.

-Por favor Coco, deja trabajar a los bomberos. ¡Vamos hermano!- le pide Hank evitando gritar demasiado. Calmar una fiera como Coco no es tarea fácil. Lo toma de los brazos para levantarlo del piso, donde había terminado una vez finalizado el forcejeo con el bombero.

-¿QUÉ HAN HECHO? Ustedes...

Tomo el brazo de Eric para indicarle que preste atención a lo mismo que estoy viendo, pero como siempre él está un paso adelantado a mis pensamientos como si pudiera leerlos. Coco toma de la camisa a Hans, éste no lleva el uniforme de comisario por lo trae puesto Aiden que se encuentra más alejado de la escena. Todos observan el trabajo valiente de los bomberos que tal vez en unos minutos llegue a su final, lo cual alienta a algunas personas a retirarse del acantilado para seguir sus vidas. Sin embargo yo no puedo dejar de evaluar el comportamiento de Coco y Hans. Aunque sea un hombre mayor, Coco, tiene fuerza de sobra, resabio de una buena adolescencia. Se aferra a la camisa de Hans con tanta violencia que me genera un escalofrío. ¿Está culpando a Hans de todo esto? Ahora susurran entre ellos, pero es algo obvio lo que está ocurriendo. Hans le está pidiendo por favor que se detenga y logro captar algunas palabras.

La Silenciosa Ana. (editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora