44 ✞ amantes fantasma

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capítulo cuarenta y cuatro
" amantes fantasma "

( and our love is a ghost, i guess i should go )

La mañana siguiente decidí faltar a clases y robé la bicicleta de Jaxon por segunda —y probablemente no última— vez

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La mañana siguiente decidí faltar a clases y robé la bicicleta de Jaxon por segunda —y probablemente no última— vez. Dos crímenes cometidos en menos de una hora pero, al menos, eran para un propósito mayor que la mayoría de las personas jamás podrían entender. Si supieran mis razones nadie me hubiese dicho nada. No se intentaba salvar la existencia de un fantasma todos los días.

Pensé en que cosas hubiesen pasado si alguna vez le hubiera dicho algo acerca de la existencia de Corbyn a alguien más. La respuesta siempre había sido la misma y sin variables: nadie me creería. Pero, ese día pensé en que ¿Y si alguien más era capaz de verlo? ¿Y si alguien me creía? Era incierto pero terrorífico de pensar y descubrí lo mucho que amaba la exclusividad a pesar de que había días en los que deseaba poder hablar de mi relación con Corbyn con alguien más. Aun así, no tenía remedio porque tampoco tenía con qué hablar de nada. Poco a poco él se había convertido en la única persona en mi vida. Estaba triste pero se podía poner peor.

No creí que a Jax le importara el robo consensuado previamente de su bicicleta de la infancia. Ni siquiera me hablaba pero eso tampoco significaba que no éramos amigos. Lo éramos, o al menos eso habíamos concluido de nuestra última charla. Lo ví el día anterior en la cafetería cuando yo me encontraba sola sentada en la mesa más alejada del centro, cercana a los basureros. Estaba en una de las mesas del centro con un grupo de gente con el que nunca lo había visto antes. Eso a excepción de uno de ellos, quien estaba sentado alejado de él en las sillas: Ernest. Supuse que siempre habían sido amigos o algo más. En aquella mesa de metal roja no había rastro de Silena y Amaiah. No sabía de su relación con Jax además de lo que él me había dicho, pero supuse que la pérdida —aunque era dolorosa para ambos bandos— era peor para ellas. Para la maníaca de Silena en especial. A mi me era más que nada indiferente.

𝐠𝐡𝐨𝐬𝐭 𝐛𝐨𝐲 | 𝐜𝐨𝐫𝐛𝐲𝐧 𝐛𝐞𝐬𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora