ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ꜱɪᴇᴛᴇ

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—Pero hyung...no fue mi culpa, entiéndalo por favor— suplicó casi de rodillas frente a su mayor. Era tercera vez en la semana que discutían con Yoongi por lo mismo.

—¿Cómo que no fue tu culpa?— espetó el pelinegro, furioso ante la actitud ridícula y lamentable de Jimin —Si tienes VIH es exclusivamente por lo puta que fuiste en ese cuartel.

—¡No!— Jimin negó con la cabeza y dejó fluir sus lágrimas sin intentar retenerlas, ya no tenía caso —E-ellos, fueron ellos— murmuró en medio de hipidos, sintiéndose impotente frente a Yoongi.

—¡Ellos nada!

Un golpe del pelinegro en su pómulo y él despertó sobresaltado.

Se encontraba en una habitación oscura, con la respiración agitada y todas las mantas de la cama enrolladas en sus piernas, a su lado sintió que otro cuerpo se movía, siendo despertado por el salto que él mismo provocó al despertarse —¿Qué sucede?— oyó preguntar a Yoongi medio adormilado, sintiendo luego la palma de esa pálida mano sobre su pecho subiendo y bajando con cariño, intentando calmarlo —¿Estás bien?

Jimin asintió, volviendo a tenderse de espaldas en la cama y sujetándo la mano del pelinegro a la altura de sus labios —Sí...— susurró en voz baja —Sólo estaba soñando.

—Eso fue una pesadilla— murmuró su mayor con la voz grave y ronca por el sueño —¿Otra vez te estaba golpeando?

—Sí...— volvió a susurrar Jimin, no era la primera vez que soñaba aquello, desde que le entregaron los resultados de sus exámenes y todos salieron negativos -excepto el de la clamidia- no podía dejar de soñar que discutía con Yoongi por eso, su subconsciente no quería abandonar esa idea, pero hablar con el pelinegro y confiar en él le había ayudado a sobrellevar la situación.

Sintió como su mayor se enderezaba y prendía la lámpara de media luna que descansaba a un costado de la cama —Ven aquí— le pidió, levantando las mantas y abriendo sus brazos para que Jimin pudiera acomodarse entre ellos —Ya pasó casi un año de que te entregaron los resultados, pequeño. Ya no tienes clamidia y todo está bien.

La tenues luz amarilla que inundaba el cuarto le daba un aura agradable y tranquila, Jimin respiró profundo, dejándose amar por las leves caricias que depositaba Yoongi en su espalda. Se acercó aún más y hundió su nariz en el cuello del mayor, sonriendo con ternura al sentir como este reía suave producto de las cosquillas que eso le causaba. Con sus manos se aferró a la remera blanca que llevaba puesta y dejó que Yoongi colara una de sus piernas entre medio de las suyas, dándole al abrazo un toque íntimo y lleno de cariño, especial para la época de nevada que estaban viviendo en Seúl.

—Te amo, pequeño— Jimin levantó su rostro del lugar y miró a su mayor directo a los ojos, subió una de sus manos para recorrer con infinita parsimonia la pálida mejilla del hombre al que también amaba. Llevó sus labios hasta rozar suavemente los de Yoongi y darle una leve caricia con su lengua.

—Yo también lo amo, hyung— el pelinegro terminó lo que él comenzó, sujetó la cintura de Jimin y la apegó a su torso, robándole un fugaz beso lleno de deseo y lujuria.

Un pequeño gemido que salió de los labios de sus labios, hizo que Yoongi se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Separó ambos cuerpos, sujetando al menor por sus mejillas, Jimin tenía los ojos llorosos y una abultada erección bajo sus pantalones de pijama —¿Estás seguro de esto?— le preguntó el pelinegro en susurros, recibiendo un asentimiento de su parte.

—Quiero...volver a sentirlo— le respondió. —No tengo motivos para desconfiar de usted, quiero hacerlo...

Fue casi una súplica, un llanto desesperado en medio de la noche y sin ruido alguno, Yoongi le sonrió con todo el amor que tenía para él y volvió a besarlo, oyendo a Jimin suspirar de placer cada vez que le tocaba alguna zona erógena de su cuerpo. Hizo que el menor quedara de espaldas y abriera sus piernas para poder acomodarse entre ellas, le quitó la remera con delicadeza, viendo la tersa y suave piel siendo iluminada por la luz de la lámpara, dándole un aspecto casi angelical.

Besó su cuello y bajó por sus clavículas, jugando con los pequeños y rosados pezones erectos por el frío, dejó caricias en cada parte de la piel de Jimin como si fuera un acto sagrado, pasó su lengua por el pecho, mordiendo la tierna piel del abdomen, bajando hacia su vientre y deteniéndose en la pelvis, cerca de la tira de sus pantalones. Le estaba diciendo en silencio y con infinito amor, que lo que pasó ya no importaba, que ahora podía ser él y tomar sus propias decisiones.

Dejó que su saliva impregnara el lugar y luego succionó despacio, percibiendo como Jimin arqueaba la espalda en respuesta, mañana tendría pequeños moretones en esa parte del cuerpo. Bajó el pantalón y lo tiró en algún lugar perdido de la habitación, dejando únicamente el bulto erecto de Jimin bajo la ropa interior, pasó su palma y ejerció presión, sintiendo el líquido preseminal traspasar la delgada tela y llegar hasta la palma de su mano. Llevó su boca hacia el muslo interior y pasó su lengua por ahí, oyendo con satisfacción la respiración agitada y nerviosa de su menor. Repitió la acción de hace un momento, mordió ligeramente y succionó, obteniendo un gemido de los labios de Jimin.

—Hyung...— Yoongi levantó la vista y subió su cuerpo ante el llamado del menor, quedando ahora frente a frente con sus labios —¿Qué hace?— inquirió, formando un puchero y moviéndose incómodo por la ropa interior que aún aprisionaba cruelmente su miembro.

—Te estoy amando— le besó el cuello y recorrió con sus manos cada rincón del cuerpo de Jimin, incluso hasta lo que se considera obsceno tocar. Juntó ambas muñecas del menor sobre su cabeza y volvió a besarle los labios, iniciando un lento vaivén con su cadera, solo rozando ambas entrepiernas, disfrutando de la embriaguez placentera que eso les causaba —Nada volverá a ser a la ligera, tu cuerpo es arte, y como tal, merece apreciación.

Un gemido bajito y quedo se escapó de los labios de Jimin al alcanzar su primer orgasmo. Abrió aún más sus piernas y dejó que Yoongi se encargara de quitar todo lo húmedo, pasando incluso su fina y puntiaguda lengua para recoger los restos de semen que quedaban varados en su pélvis.

Lo tocaron muchas personas a lo largo de su vida, algunas con su consentimiento y otras sin él, pero Jimin no podía encontrar otro toque, otra caricia más perfecta y suave que la de Yoongi. Dejaría su cuerpo a merced de él incluso a costa de cualquier cosa. Daría lo que fuera para sentir por cada día de su vida esos largos dedos subir y bajar por su torso, esos finos labios adherirse con pasión y lujuria a su piel encendida en llamas por el deseo.

Daría lo que fuera para ver por el resto de sus días esa sonrisa lasciva y juguetona cada vez que lo penetraba, cada vez que le preguntaba si estaba bien, si se sentía cómodo, si quería que parara o continuase.

Yoongi es el amor representado en un ser humano, y Jimin tuvo la fortuna de encontarlo una noche donde creyó que su vida se acabaría.

||ᴍᴀꜰɪᴀ ᴄᴏʀᴇᴀɴᴀ||  •𝕄𝕐𝔾 & ℙ𝕁𝕄• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora