ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴄɪɴᴄᴏ

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El lugar olía a muerte, a una muerte que te persigue durante toda tu miserable vida y espera escondida entre las sombras para saltar cuando menos te lo esperes. Quizás estaba diseñado para eso, o es que lo que hacían aquí era lo que le daba la esencia.

-Agua...- los gemidos lastimeros de su compañero de celda eran cada vez más desesperantes, solo ellos dos quedaban con vida, de las ciento y tantas personas que fueron recluidas a ese asqueroso subterráneo, al que había oído que lo llamaban el Hades. Las paredes tenían restos de uñas y cabellos, mezclado con líquidos humanos que solo Dios sabe de que parte del cuerpo provenían. Los fierros estaban cubiertos con una fina capa de óxido, haciendo el ambiente aún más tóxico de lo que ya era.

-No te traerán agua- murmuró entre dientes, un poco más y se sentía capaz de atravesar los barrotes de fierro para callarlo a golpes.

Un fuerte estruendo proveniente de la entrada de ese lugar sacudió cada partícula de su cuerpo, estaba seguro de que venían por ellos para meterlos en ácido, momentos antes había oído a todos sus compañeros gritar de dolor y desesperación. Él solo esperaba que su pequeño hijo creciera lejos de todo esto, ignorando lo que alguna vez él tuvo que hacer para llevar alimento a la mesa. Un hombre de cabello rojo y mirada seria apareció frente a su celda, sabía que era la mano derecha de Yoongi, pero desconocía su nombre, detrás de él habían dos sujetos más, cubiertos con pasamontañas y trajes de cuero.

El hombre de pelo rojo dejó a la vista sus manos enguantadas y con una llave de alta seguridad abrió la cerradura de los barrotes -Levántate- le dijo sin quitar la expresión seria de su rostro -Jimin quiere verte.

¿Jimin? Minho se levantó de un salto al oír ese nombre, provocando que los tres hombres llevaran instintivamente sus manos a la cadera y piernas en busca de sus armas. Levantó las manos para demostrar que no pensaba hacer ninguna estupidez y dio un paso hacia adelante, tambaleándose por la herida de su rodilla -¿Jimin...?- se tocó el pecho y sintió la pequeña bolsa de cuero con caramelos en su interior. Su garganta se cerró por falta de líquido y no pudo seguir hablando, así que solo apeló internamente a la buena fe de ese hombre.

-Sáquenlo de ahí- ordenó. Los dos sujetos que habían llegado con él ingresaron en la celda y lo sujetaron por los brazos, sacándolo como sí fuera un cadáver. Su compañero siguió gimiendo que le trajeran agua, mientras a él se lo llevaban casi arrastrando por toda la extensión del lugar hacia la entrada. Cuando llegaron a la puerta que provocó el estruendo, el sujeto pelirrojo acercó la muñeca izquierda a lo que parecía ser un lector de identidad. Minho comprendió que si alguna vez quería salir de allí, necesitaría la muñeca de ese hombre.

Salieron a un pasillo oscuro, iluminado por un triste y solitario faro blanco que descansaba pegado en el techo. Habían puertas a izquierda y derecha, con interior desconocido para él, todas con un color grisáceo, sucio por el pasar del tiempo y por las pésimas condiciones de higiene que tenía el lugar. Continuaron caminando hasta llegar a una abertura en la pared que tenía la leyenda de "Skáles" pintado con rojo en la parte de arriba. Supuso que esa extraña palabra era la traducción de escaleras, porque era lo único que se veía por ahí. Comenzaron a subir, siempre detrás del hombre pelirrojo, quien les llevaba casi cuatro peldaños de ventaja.

Su cuerpo le dolía a horrores luego del enfrentamiento en el desierto, no había probado un vaso de agua desde hace dos días, y temía que la herida de su rodilla volviera a sangrar por el esfuerzo que lo estaban obligando a hacer. Cuando llegaron, la puerta del final de la escalera se abrió y la luz entró por ella, obligándolo a cerrar los ojos por lo intensa que era.

-Mazmorra tres- dijo el sujeto, y Minho intentó resistirse, no quería otra celda, creyó que lo llevarían a ver a Jimin, pero todo parecía un engaño de mal gusto -Quieto o te disparo- gruñó mientras sacaba el revólver del cinturón de su cadera y le apuntaba a la cabeza. Él se quedó quieto y simplemente se dejó llevar por ese pasillo lleno de celdas más sofisticadas, la mazmorra era mucho más limpia que donde estaba anteriormente, tenía un retrete y paredes de piedra, incluso había una tabla sujeta a la pared que hacía de cama.

Lo dejaron sentado allí y un cuarto hombre apareció con una bandeja de comida y una botella de agua. Ni siquiera pensó en que eso podía tener veneno, solo se concentró en lo delicioso que estaba y en saciar la sed que lo consumía sin piedad.

-Ya lo puedes traer, hyung- oyó al hombre pelirrojo hablar por una radio que no tenía idea de donde sacó. Como respuesta obtuvo un "Entendido" voz que Minho inmediatamente reconoció como la de Yoongi. Tragó lo último que le quedaba en el plato y miró dubitativo el lugar, el hombre que le trajo la bandeja la tomó entre sus manos y se retiró, dejándole la botella de agua luego de que él la agarrara y se negara a soltarla. Los otros dos sujetos que lo llevaron por todo el camino también se fueron, solo quedaba el hombre pelirrojo, pero Minho lo había visto en acción, y ni aunque estuviera muy desesperado se atrevería hacer un intento de escape mientras él estuviera cerca, porque estaba seguro de que terminaría con una bala en el cráneo en menos de dos segundos.

Pero cuando volvió a ver a ese dulce chico rubio tomando la mano del peor sicario que había conocido en toda la historia de la humanidad, Minho supo que quizás tendría una oportunidad para permanecer con vida, porque el reconocimiento se presentó en el rostro de Jimin como un dulce ángel que llega al cielo luego de un largo tiempo confinado en el mundo terrenal. Yoongi lo observaba con desconfianza, todos los hombres de Dywen conocían esa mirada al revés y al derecho.

-Está bien, hyung- dijo Jimin soltando la mano del pelinegro y brindándole una sonrisa reconfortante. Minho casi no lo reconocía, pasó de ser un chico destruído por las violaciones y la falta de comida decente a convertirse en lo que ahora tenía en frente, un joven bien vestido, compuesto y con la habilidad de impedir que dos sicarios lo mataran hundiéndolo en ácido.

Yoongi asintió, y con un movimiento sutil de cabeza le dijo al hombre pelirrojo que se alejaran de la celda. Jimin se agachó a su altura, tenía el cabello rubio brillante, con vida y con hermosas ondas, la camisa dejaba al descubierto parte de sus finas y delicadas clavículas, Minho se alegraba de verlo con ropa, porque le lastimaba en lo más profundo el saber todo lo que le hicieron, y que él no pudo ayudarlo en su momento, más que brindándole toallas húmedas y frazadas.

-Hola- le susurró ese pequeño angel -Soy...

Minho se percató de que Jimin no sería capaz de terminar esa frase, las lágrimas estaban haciendo presencia en sus ojos castaños. Así que intentando sonreírle, él se adelantó -Sé quién eres- metió la mano en su chaqueta bajo la atenta mirada del menor, dándose cuenta de que su inocencia adorable seguía casi intacta, otra persona ya se habría alejado como mínimo cien metros de él -Esta bolsa es tuya, prometí que la guardaría.

Jimin la recibió en sus manos, viendo que en el interior los caramelos seguían intactos, soltó un suspiro y se quitó una lágrimas solitaria que descendía por su mejilla -Yoongi hyung puede ayudarte- le dijo, pero al ver su mirada desconfiada, Jimin no pudo evitar reír -Es buena persona, lo prometo.

Minho lo vio levantarse y tenderle una mano para ayudarlo, realmente lo desconocía, en este cuartel tenía poder, tenía mando y liderazgo, todos querían cuidarle la espalda. -Creo que tenemos distinta percepción de lo que es bueno- susurró en forma de broma, logrando que una sonrisa adornada ese delicado rostro, ahora se veía radiante, se veía feliz al lado de Yoongi.

Salieron de la mazmorra y se encontraron con los dos sujetos hablando entre ellos a unos cuantos metros de distancia. -Necesita ir a enfermería- le dijo Jimin al hombre pelinegro -Creo que ahí podrán hablar más cómodamente, Minho hyung necesita curar sus heridas.

Tragó grueso al sentir la penetrante mirada oscura sobre él, realmente le temía, pero a la vez confiaba en Jimin, y para Jimin ese hombre era como su otra mitad.

-Bien- cedió a regañadientes. Dejó que el menor y Minho siguieran adelante, luego se volteó hacia el hombre pelirrojo -Ve a vernos al área médica con Taehyung dentro de veinte minutos.

Ese hombre asintió y desapareció por otras escaleras, mientras que Yoongi los siguió a ellos hasta el final del pasillo, donde luego de muchos quejidos de su parte, lograron llegar arriba. Siempre tuvo la perspectiva de Dywen, donde Yoongi y su equipo eran los malos de la historia, quizás ahora entendería que no siempre fue así.

Un poquito de la perspectiva de Minho :D
Quedan menos de cinco capítulos para que la historia termine ❤

||ᴍᴀꜰɪᴀ ᴄᴏʀᴇᴀɴᴀ||  •𝕄𝕐𝔾 & ℙ𝕁𝕄• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora