La estación de tren

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En la estación de tren, se puede ver la fresca figura de una joven de encantos varios. Una maleta resguarda sus sueños , y en su pecho, el anhelo, las ganas de vivir.

El escapar, siguen siendo aquellas ansias palpitantes de aprender a ser feliz. Pasa el tiempo, y siempre es la misma figura sentada en el mismo banco.

Siguen siendo los mismos ojos, ojos vacíos a la espera de un milagro. Entre tantos días los niños son el recuerdo más vivo, la unión más fuerte.

Una vida de ensueño, una paz anhelada por muchos, una familia ideal. Sentada en ese banco había aprendido que todos estamos hechos de mentiras. Delante de ella había desfilado todo un festín de personas miserables.

El hombre de prestigio, porte elegante, mirada fría, que contemplaba en silencio una guitarra.
Había visto algunas putas de andares airosos sonrojarse ante una flor, a médicos que bajo su traje, escondían con recelo un ejemplar de la biblia.

Y nunca faltaba, como ella, la madre de familia, la mujer amada, que miraba pasar con cada tren una oportunidad. Una vida perfecta. Madre cariñosa. Esposa respetada

¿ Y cuando mujer ?

¿ Cuando feliz ?

¿ Cuando comenzaría a vivir ?

Otro día tras otro, las oportunidades escaseaban y así su vida se esfumó, pensando siempre, sin dejar de creer, que a cada minuto, pasaría otro tren

Un café en venusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora