Querer y temer

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Me gustas. Eso lo tengo claro, porque no hay razón que se anteponga, ni placer que distinga lejos del dulzor de tu sonrisa, me pierdo, atónita, como vacilante, en esa meta que me he propuesto de memorizar cada uno de tus rasgos e imperfecciones, como si corriese el riesgo de olvidarlos un día y eso me hiciera ignorar esta mágica sensación que me propones.

Hasta que te vi, o mejor dicho hasta que sentí tus ojos sobre los míos vivía completamente ajena a todo lo que se podía ocultar en una mirada

Eres tan perfecto. A veces temo abrir los ojos, despertar, y darme cuenta de que se trataba de un maquiavélico juego de mi inconsciente, me doy la vuelta dormitando en la cama, y en mi frente respira el cálido aliento de uno de esos hombres hoscos que han marchitado mi existencia

Después de haber sido sentenciada a una subsistencia infernal, vivir reptando a las sombras de los mortales, desfalleciendo de pura indiferencia, es difícil aceptar la alocada idea de que el cielo deparaba tu llegada a mis brazos como firme recompensa

Debiera entonces arrodillarme ante esa gracia divina y la tentadora idea de hallar el calor de tu cuerpo abrazando el mío, pero el pasado llora, y del retorno constante, casi enfermizo salen las sombras, con un ruego desgarrador me columpio en mi propia desgracia, muy a pesar, te encuentras ahí, entre las ganas de quererte y el miedo a que salga mal

¿ Y podría alguien juzgar la fatalidad que sería entonces vivir otro desamor, justo cuando el corazón desgraciado amenaza con dejarse morir?

Un café en venusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora