Un café en venus

Tú conmigo en el infierno

Esa noche de muertos todos jugábamos una ronda de disfraces.

Tú bajabas del cielo al infierno solo para hacerme compañía, después de todo tú y yo siempre hemos sido eso: El punto exacto de colisión entre ángeles y demonios

Eres una hermosa niña de casto corazón, a la que sin duda le gusta jugar con fuego y tentar las bajas pasiones

Pero eres tan sencilla a veces que temo que te rompas entre mis dedos como un cristal

Lo nuestro, mi amor, es uno de esos secretos inconfesables. Tan fuertes, que a veces pienso que solo pueden ser obra del destino, ya que sabemos vencer tiempos y distancias con el simple recuerdo de la última vez

¿ Y esa primera ? ¿ La recuerdas ?

Esa mañana que apareciste con tus largos cabellos negros y tu carácter de mujercita enamorándolos a todos, celándolas a todas y volviendo mi mundo del revés con una sola frase maquillada con tus encantos

El tiempo ha borrado en ti esa magia altanera, volviéndote cordero de la vida y humilde servidora que se pasa ignorante de su grandeza. Quizás porque te envuelves en un pequeño frasco eres incapaz de ver en ti lo que yo veo

Pero estoy aquí. Como he estado a pesar de las inmensas millas que nos separan, como estaré después de mi promesa, guardando siempre cerca del pecho la llave de aquel candado mágico.

No me detendré nunca en la labor de enseñarte a quererte, a cambio, te pido que me permitas admirarte y amarte como solo tú lo has conseguido