La luz se filtraba por las persianas, acariciaba el rostro gentil, el cuerpo desnudo, maquillaba el enredado cabello color miel que yacía en las almohadas.
Los párpados cansados despertaban lentamente, un leve parpadear que dejaba ver, como de improvisto, la belleza de los tiernos ojos verde mar.
A penas se había percatado del otro que yacía a su lado, una rápida mirada y un gesto de indiferencia.
La boca estaba seca, el maquillaje algo corrido y el cuerpo cansado. Calmó la sed con el último trago de aquella botella tirada al lado de la cama donde dormitaban.
Deshaciéndose de las sábanas quedaba expuesto su cuerpo, la tersa piel pálida y limpia de marcas, las curvas sutiles de su tierna y encantadora figura, el humo de un cigarro extraviado llenaba ahora la habitación para borrar el recuerdo de los besos y las caricias de su compañero, un hombre sin nombre porque era uno entre cientos y con valor por igual.
A veces dolía el pecho ante la normalidad de aquel hábito casi diario. Por una vez estaría bien un último beso de despedida que borrase las miradas incomodas o aquella expresión altanera que se regodea de haberte poseído.
Al menos por hoy, como ayer y quizás como la próxima vez, se consume la esperanza con el humo de aquel cigarro tras la persiana.
Presas ciegas que fallecen tras la cortina del mundo.
Un ruego de amor que fracasa como aquel aullido inaudible a las puertas de la soledad
ESTÁS LEYENDO
Un café en venus
SpiritualEste libro es una recopilación de escritos antiguos y nuevos proyectos. Reflexiones abordadas mediante el hilo de una prosa poética que humildemente intenta apegarse al romanticismo y el realismo de su género. Espero lo disfruten !