Tú Conmigo y Yo Contigo

Su Pelea

Hace mucho, mucho tiempo, diez sub Dioses llegaron a un gran prado y decidieron que sería el lugar idóneo para crear un poblado hermoso y próspero, con personas que trabajarán lado a lado para hacer crecer su hogar, es una obligación de los sub Dioses impuestas por el único Dios creador de todo el universo para poder ascender a su lado y poder crear su propio universo.

Así nació Karmaland.

Al principio todo iba muy bien, los Dioses lograron crear vida en aquel lugar, la gente era feliz viviendo bajo sus reglas y leyes, pero los Dioses llegaron a la conclusión de que no era correcto que ellos los obligarán a hacerte esto o aquello. Entonces se decidió que las personas tendrían el libre albedrío, podrían decidir por sí mismas que hacer, que era correcto o incorrecto, aquellos que aún rezaban a los Dioses y pedían de su protección y su abundancia lograban salir adelante más rápido que quienes decidieron abandonarlos.
Así, los malos sentimientos, pensamientos y acciones se instalaron en el pueblo, las personas se atacaban entre sí o a las más indefensas que se negaban a caer en el odio. Además, llegaban ejércitos de otros lugares, otras zonas en las que sus respectivos Dioses también habían permitido el libre albedrío.

Los diez Dioses llegaron a una conclusión, debían haber guerreros que mantuvieran el orden equilibrado de energía negativa y positiva, así se hizo y cada Dios creo el alma un guerrero brindándole de sus propias virtudes, sabían que los humanos no eran eternos como ellos por esa razón se decidió que esas diez almas reencarnarían una y otra vez, cuando la balanza perdiera su estabilidad.

Se decidió que ese jóvenes héroes no podían ser criados y educados por la gente del lugar, porque no estaba equilibrados y no serían imparciales, entonces, los Dioses usaban sus poderes para traer a dos personas de un mundo paralelo al suyo con el fin de logra que las almas no fueran contaminadas.

Las personas de aquel otro mundo fueron llamadas guardianas y se les otorgó poderes y habilidades especiales que debían desarrollar previamente al nacimiento de los héroes. Son presentadas ante los Dioses quienes les explican su propósito en ese lugar y que cuando cierto tiempo transcurra volverán a su mundo. Cómo obsequio por parte de los Dioses, se les permite quedarse con las habilidades que hayan desarrollado durante su tiempo en Karmaland.

Los héroes fueron aceptados por los aldeanos, todo mejoraba cuando ellos estaban cerca incluso pasaban años antes de que volvieran a reencarnar pero en los últimos tiempos, la reencarnación era casi constante. Esas almas aún tienen contacto directo con su respectivo Dios bastaba con rezar o meditar para poder conversar con ellos, pero hace un tiempo atrás fueron los mismos Dioses quienes optaron por bloquear ese vínculo, cuando pasó lo impensable, lo prohibido, lo tabú... uno de ellos terminó enamorándose del alma que había creado y eso no podía ser.

Una agitada batalla entre dos grandes adversarios se estaba llevando acabo. Ni Less ni Freya daban su brazo a torcer, no lo harían tan fácilmente, todo lo que había sucedido parecía el camino para esa batalla y nada más.

Astrid, por su parte, invoco una especie de campo protector alrededor de aquella casa y sobre ellos, limitándose sólo a ver la batalla y advirtiendo a los presentes que no se moviera de sus lugares.

-Debemos ayudarla- dijo Vegetta acercándose un poco a Astrid, que negó sin mirarlo.

-Less es un Dios, ustedes no están a su nivel y Freya apenas si alcanza su fuerza- respondió seriamente.