Muy cerca

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Lo vio dormir en un rincón, lo había visto juguetear con su anillo hasta caer dormido y su estómago se revolvió entre sensaciones, ternura, celos, tristeza. Él ya no lo tenía, Vegetta era de Rubius ahora, no, realmente Vegetta siempre fue de Rubius. No lo recordaba, pero cuando estuvo con el azabache su relación no se comparaba con la actual. Vegetta era extremamente cariñoso y amoroso con su esposo, lo consentía y apañaba muchísimo, él nunca lo había visto así. También había sido dulce y cariñoso con él, pero no había comparación, a Rubén realmente lo amaba. Eso no le molestaba, pero si le dolía un poco. Continúo con su ronda y volvió con sus amigos.

-¿Qué tal todo Willfredito?- preguntó Luzu al verlo llegar.

-Tranquilo, todos duermen- respondió con calma.

Se dedicaron a planear estrategias para la futura batalla que obviamente llegaría y la forma de rescatar a Vegetta. Desconocían a lo que se iban a enfrentar pero tenían que estar preparados para todo lo que pudiera acontecer, su objetivo era claro, traer de regreso al mayor.

-Entonces si debe morir- susurró Astrid.

-Sí, es la decisión de los Dioses- respondió Freya.

-Él no lo aceptará... no lo hará-.

-Lo sé... trae a Rubius- le ordenó.

-¿Hablaras con él como aquella noche?- preguntó mientras su compañera asentía- ya te lo envió- susurró saliendo de su habitación.

Su charla con los Dioses le había tomado un par de horas y se encontraba muy cansada, pero debía hablar con Rubius y era algo que no podía dejar para después. Suspiró con frustración, los Dioses también podían ser muy cabezotas y tercos en cuanto a decisiones. Por más que intentó persuadirlos para que tomaran otro camino, ellos estaban renuentes a aceptarlo. Lo intentó, pero nada salió de su intento, entonces optó por callar y acatar sus órdenes o de lo contrario las regresarían a su mundo y ya no sabrían que sucedería con Vegetta y los demás. Eso era algo que ella no aceptarías, no podría soportar la incertidumbre nuevamente, no saber qué sucedería con ellos, habían pasado doce años en Karmaland para criarlos, educarlos, entrenarlos, prepararlos, y era más que obvio que iban a terminar amándolos como si fueran realmente sus hijos. No soportaría ese dolor de nuevo.

Escucho el pomo de la puerta abriéndose y asomándose un adormilado Rubius, frotando uno de sus ojos- ¿Qué me necesitabas mamá Freya?- preguntó, igual que aquella noche.

La mujer asintió- tenemos que hablar- afirmó mirándolo seriamente.







Lo giraba en su dedo con cuidado, tres días, ya habían pasado tres días desde que lo abrazó y moría por hacerlo de nuevo, escucharlo decir tacos y sus gritos cuando estaba enojado. Simplemente lo extrañaba, joder, que lo extrañaba.

-Nunca recibí la invitación a la boda- dijo Elyas divertido desde aquel hueco en la pared.

-Ja, si te contará- dijo sin despegar la mirada del anillo, símbolo que lo unía a Doblas, pero que al mismo tiempo no dejaba de ser más que un simple anillo- me case dos veces con él, la primera fue un desastre producto de una apuesta boba y la segunda fue la verdadera- miró a su amigo- sólo él y yo- le sonrió.

-Y pensar que no te imaginaba casado con nadie que no fueras tú mismo y tus objetivos- dijo al aire divertido.

Vegetta río ante el comentario- puede ser, pero volverme a encontrar con él lo cambio todo-.

-¿Cómo es él?- preguntó mirándolo a través de la rejilla.

Esbozo una sonrisa- es lo más estresante sobre la tierra- afirmó mientras Elyas reía- es tontísimo el chaval, si tiene que madrugar está de mal humor hasta la tarde, es como un niño pequeño, suelta tacos cada dos por tres, le gusta hacerme rabiar, me vuelve loco-.

Tú Conmigo y Yo ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora