9. In the concert

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—Dioses, pensé que no llegarias— dijo Dégel mientras me abrazaba.

—No me lo perderia por nada— respondí mientras acariciaba su mejilla —Todo estará bien no te preocupes; les vas a fascinar.

—¿Segura? ¿Que tal si me odian? O peor ¿Y si me equivoco y desafino? Tal vez se burlen de mi y me consideren una basura sin futuro que jamás llegara a los teatros de Roma. Se destruiría mi carrera musical y viviría bajo un puente condenado a comer pasto todos por el resto de mis días?

Si que estaba muy nervioso.

—Tranquilo, eso no pasara. Y si pasa, golpeare a quien se burle de ti— le mostre mi bolso y lo miro con confusión —Los golpeare con esto— señale —Asi que no te preocupes y has que se oriente de la emoción.

—¿Por que se arian encima?

—Bueno, bueno, ve y has que lloren— le di un beso y una palmadita en el hombro —Estaré sentada allá; te veré todo el tiempo ¿OK?

—OK— y me volvió a abrazar —Deseame suerte— murmuro en lo bajo.

—Tu no necesitas eso— exclame orgullosa —Congelados con tu fría música —el se quedo procesandolo—Sono mejor en mi cabeza.

Me sente, el ambiente era pesado. Tal vez por tantas miradas, Degel salió y se coloco en su posición (reproducir video multi-media) lucía nervioso pero aun así tocaba como si no hubiera mañana. El desaba ir a Roma desde que era niño, o al menos eso fue lo que me había contado. A comparación de su compañero, el chico que tocaba el piano, el era mejor y sabía que estaba dando todo de si. La medida era tan triste que varias personas ya estaban llorando y ciertamente faltaba poco para que yo tanbien lo hiciera. El celular en mi bolsillo vibro de nuevo, otra llamada. Era el mismo celular, no conteste. Seguí mirando a Degel, el decano no dejaba de verlo. Por su cara estaba segura de que había quedo encantado con mi peliverde.

Senti como una lagrima bajo por mi mejilla, la música de Degel transmitía todas sus emociones. Y por alguna razón sentía que el estaba triste, sin embargo no sabía el por que. O quizás si pero lo ignoraba. Degel me miro por un instante, lo único que se me ocurrió fue sonreír. Se veía tan delicado, no había duda de que su destino era estar en los escenarios. Habia terminado, me pare y empeze a aplaudir hasta que me dolieron las palmas de las mano. Cuando bajo le di un ramo de rosas que había preparado para el; cortesía de mi estado Albafica. El me abrazo, estaba sudando frío y se veía raro.

—¿Estas bien, Degel?— dije mientras le tocaba la frente.

—E-es la emoción.

—Por el cielo, casi era yo la que se orinaba de tanta emoción— el solo se rio— Estubiste tan sorprendente que...

—¿Usted es el joven Degel Aquarius?— el de anteojos se puso pálido pero pudo responder con un leve "si" —Un placer conocerlo. Soy Alessandro D'Agostino Salome, Decano de la academia de música Vitali Lombardi en Roma— el hombre estrecho la mano del peliverde.

—El placer es todo mio— exclamo Degel.

—Como ya estado enterado; ventó en representación de la escuela. Estoy reclutando talentos para que sean próximas estrellas en la música classica.

Creo que yo estaba más emocionada que el mismo Degel.

—Si, ya lo sabia— ¿era yo o parecía que se iba a desmayar? No era yo, el de anteojos se iba a desmayar.

—Quiero decirle que tiene un talento realmente excepcional y su presentación fue la mejor que he visto desde que llegué.

—Gracias, yo... no se que decirle— el hombre lo vio, al lo que Degel intento guardar su compostura.

—Ire directo al grano; vengo a ofrecerle una beca completa para que estudie en Italia.

D I U R N O ✔ | DEGEL DE ACUARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora