Capítulo 13.

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Empatía es marchar, porque aunque a ti no te falta nada, hay a quienes les falta todo.

Fuerza, Colombia. 

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Era tarde y Henry aún no había llegado. Tal vez se estaba preocupando demasiado por su hermano, que, aunque le doliera, ya era un adulto. Pensar que dejaría el nido en algún momento, la ponía sentimental, más cuando le tenía tanto aprecio. Tomó otro sorbo del té frente a ella, y salió volando de su asiento cuando escuchó el timbre de la casa.

Al abrir la puerta, se encontró a una mujer que nunca había visto con su hermano cargado en sus brazos. Era sorprendente que una chica pudiese cargar en ese estilo a su hermano, pero las feromonas que apenas distinguía le dieron la razón: Era alfa, y aunque fuese mujer, seguía siendo superior a su hermanito. Parecía que lo tenía como un ligero trapo en sus brazos.

—Buenas noches, señorita—. Piper se corrió de la puerta, dándole espacio a la mujer.

— ¿Quién es usted?

—Me llamo Riele, soy... amiga de su hermano—. Piper asintió—. ¿Dónde lo dejo?

— ¿Qué le pasó?

—Fuimos a tomar y cayó dormido—. La beta frunció el ceño—. No lo toqué—. Era difícil de creer cuando en las noticias era tan común ver a omegas siendo abusados y el estado sin hacer nada. "Los instintos", decían despectivamente los noticieros.

—Bien. En su cuarto—. Caminó seguido por la alfa hasta el fondo del pasillo, a la puerta del cuarto de su hermano. Al entrar, a ambas las golpearon las feromonas del chico. Piper tosió, para nada acostumbrada al olor. Riele caminó, aguantando la respiración, y dejó a Henry en la cama, antes de salir corriendo de ese cuarto, olía demasiado a omega y eso la ponía ansiosa.

Ambas caminaron a la puerta.

—Gracias—. Musitó Piper, con los brazos cruzados. ¿Qué hacía su hermano con una alfa cuando Ray Manchester estaba con él? Era mejor preguntarle, pero no en ese momento, ni al día siguiente, capaz tendría resaca.

—No es nada—. La mujer iba a salir, pero antes, giró a verla nuevamente—. No soy nadie sospechosa—. Y le entregó una tarjeta, antes de ir al auto frente a la acera.

Piper miró la tarjeta.

Riele Downs.

Crítica de arte.

Había escuchado ese nombre en el pueblo...

—Oh, mierda—. Ya recordó, era la crítica que destrozó la pintura de Ray Manchester. Todos sabían de ella, después de todo, en el pueblo volaban las noticias—. ¿En qué te metiste?

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—Me alegra que te sientas mejor—. La voz de Riele lo aliviaba de alguna forma. Había estado hablando con ella varios días después del asunto en el aeropuerto. Ella nunca preguntó, Henry nunca le dijo. Y así sentía que estaba bien, sin abrir esa caja de pandora dentro de él.

—Sí, algo así—. Estaba caminando a Dylan's. Tenía turno en la noche, lo que significaba, aguantar borrachos. Pero después de ponerse pedo hasta los dientes, entendía lo que era para los otros estar sin conocerse a sí mismo. Agradecía que Riele lo cuidó, por segunda vez en ese día.

— ¿Estarás trabajando hoy?

—Sí—. Al entrar al bar, se dio cuenta que este estaba vacío como de costumbre a esa hora, pero, lo sorpresivo, era que solo estaba la Manager Carolina y él—. Me tengo que ir. Adiós.

A un imposible. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora