Capítulo 24.

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—No se puede revertir—. Daniel estaba observando la marca en el cuello del alfa. Era profunda, era dominante; el omega no se había limitado cuando se la dio. Irreversible, pensó, sentándose en su propio asiento, frente a la pareja—. Por otro lado, eso romperá la seducción.

— ¿De qué sirve si igual está marcado? —. Henry frunció el ceño. Estaba acelerado, sintiéndose culpable por aquello. No fue su mejor idea, y la libido fue el que lo empujó a ello. Aun así, no era una excusa.

—Bueno, no morirá si se alejan mucho tiempo—. El beta frunció los labios, para después levantarse de su asiento—. No hay nada que se pueda hacer, está sellado—. Y eso era algo obvio, pero escucharlo hacia más difícil de tragar el hecho.

Después de que el médico se despidió, ambos quedaron en silencio en el estudio que estaban. Henry no podía sentirse peor al dejarse llevar por sus impulsos, pero una parte de él estaba ciertamente orgullosa, aquella que era omega y había marcado a un alfa dominante como propio. Mordió una de sus uñas, ansioso. No habían hablado después de la noche anterior. Henry se fue del cuarto, asustado, y Ray estaba demasiado impactado como para decir algo.

—Perdón... —. Murmuró Henry. Ray dejó su café, mirando al chico unos segundos. Se veía ciertamente arrepentido, pero no podía creer que alguien tuviese tan poco autocontrol para morderlo. Aun así, recordó la noche que lo dejó embarazado, antes de decidir ello, quiso marcarlo, así que... No era algo nuevo en su mente el hecho de estar ligado, solo que no pensó en él terminaría cargando la marca.

—No importa.

—Te marqué, Ray. Ya no podrás estar con otra persona—. Su alfa lo mataría si llegaba a engañar a Henry, porque aquel vinculo los uniría hasta que alguno de los dos muriera.

— ¿Y crees que quiero estar con otra persona? —. Henry levantó la mirada, topándose con los serenos ojos azules—. Ya te he dicho que te amo, y no es mentira. Esto solo... Es una consecuencia que iba a ocurrir tarde o temprano, porque no pienso estar con otra persona que no seas tú—. Y tampoco podría, pensó Henry. Ray se levantó, para arrodillarse frente a las piernas contrarias; le sonrió desde su posición de inferior, y tomó las manos del omega, dándole un beso—. ¿Me crees ahora que te amo? —. Henry sintió su corazón golpear en el pecho, al igual que la garganta cerrarse.

—Ray...

—Cásate conmigo—. Henry abrió los ojos a más no poder, pero no intentó separarse del alfa. Aunque fuese el mayor quién cargara la marca, también sentía ese deseo de no poder estar con otro que no fuera el alfa que su omega marcó—. Ya no hay nada que nos separe, ¿sabes? —. Volvió a besar los nudillos del joven—. Tienes a mi hijo, tengo tu marca; ya nada importa, porque solo nos pertenecemos al otro... —. Los ojos azules estaban nublados de un sentimiento que Henry no vio antes en el mayor. Bajó la cabeza, muy confundido, pero demasiado emocionado para negarse ante la propuesta.

—Y... ¿si dejas de amarme? ­—. Ray colocó su cabeza en los muslos del chico, y Henry acarició el cabello castaño oscuro del mayor, enredando sus dedos entre las hebras de cabello abundante y grueso.

—No podría. Y aunque pudiera... No puedo pensar en otra persona que no seas tú—. Abrazó las piernas del chico, pegándose a él. Henry continuó acariciándole el cabello, y aquello le daba una sensación amorosa y casera que no sintió antes. Su madre siempre estaba trabajando, su única crianza fue de los maestros, tutores y trabajadores de la mansión; pero sentir la mano de Henry en él, solo le recordaba la calidez de un hogar, y no quería perderla.

—Y pensar que salí del pueblo para alejarme de ti—. Sus dedos bajaron del cabello hasta la mejilla levemente velluda del mayor, allí acarició la piel, y continuó el recorrido hasta tocarle los labios. El alfa levantó el rostro, Henry lo tomó de la mejilla y juntó sus labios con los contrarios—. Pero no puedo hacerlo, porque te amo—. El alfa lo volvió a tomar del rostro, y unió los labios con mayor fuerza, jugando entre los belfos, succionando la cavidad contraria... Se separó unos segundos—. Sí, me casaré contigo...

A un imposible. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora