Capítulo 16.

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La puerta de su apartamento estaba siendo atacada de tal forma que pensó en llamar a la policía, parecía que querían tirarla abajo. Tomó un bate de béisbol que tenía de su época escolar, y caminó con este hasta ver por el ojito de la puerta quién era. Su sorpresa fue demasiada cuando Ray Manchester era el que estaba afuera, empapado, y parecía un fantasma.

Abrió la puerta, sin soltar el bate.

— ¿Qué hace acá, señor Manchester? —. Este entró, empujándola a un lado, y comenzó a oler el lugar cual sabueso. Vio como gruñía ante el olor, y se volvió a mirarla.

— ¿Dónde está?

— ¿Quién? —. El mayor se acercó a pasos acelerados a Riele, y se plató frente a ella. Era más alto, más fuerte y dominante; pero ella no se iba a dejar intimidar por un alfa idiota que no sabía reconocer una batalla como perdida.

—No te hagas la loca, Riele Downs—. Claro que lo estaba haciendo, porque sabía a quién se refería; lo que no sabía era cómo Manchester llegó a la conclusión de que ella tenía resguardado a Henry Hart. El alfa mayor tomó su camisa, levantándola. Respiró por la boca al sentir las fuertes feromonas del contrario—. ¿Dónde está Henry Hart?

La mirada colérica y frustrada de Ray la hizo callar cuando esa orden casi la hace hablar. No, no sabía exactamente dónde estaba, pero sí sabía que ni por el diablo debía decirle a Ray Manchester qué fue del chico. Un prepotente, abusivo y dominante alfa que lo hizo pedazos. Recordaba con dolor cuando fue a recogerlo a la bahía, y salieron del pueblo en su auto, lo más rápido que el acelerador daba.

Lo último que supo de Henry, hace más de una semana, fue que iba a encontrarse con su hermano, Richard Downs; quién, generosamente, le decidió dar hospedaje. Después de todo, ambos tenían debilidad por los omegas, y eso era debido a que su familia era un largo linaje de solo alfas.

—No sé cómo llegaste a la conclusión de que estaría acá—. Soltó, un poco asustada. Ese alfa parecía demasiado inestable, y era extraño para ella ese temor ante su clase—. Pero no sé dónde está... —. Terminó. El alfa la soltó, y sus pies volvieron a tocar el suelo. Logró respirar cuando el alfa se giró. ¿Qué mierda le pasaba? Conocía a Ray Manchester, ella destrozó su obra de arte con su crítica, pero... Ese no era él. Recordaba al alfa como alguien elegante, dispuesto y prepotente; por eso quiso hacerlo pedazos. Pero ahora parecía alguien inestable.

Seducción... Pensó al olfatear un poco las feromonas del mayor, sin marearse en el proceso. Ray Manchester estaba seducido por Henry, y era por eso su desesperación. Ella recordaba eso de sus clases de biología del colegio, no era tan vieja; cuando ocurría una seducción era por una de dos cosas: El omega había desarrollado dependencia debido a la marca (Henry no estaba marcado, pero muy mordido sí), o...

—Henry es recesivo—. Murmuró, asustada. El chico que había mandado a casa de su hermano era un omega recesivo. No es que tuviese algún estereotipo con ello, y la seducción no podía hacerse dos veces (activas); pero eso explicaba la forma tan desequilibrada en la que Ray se comportó—. ¿Cómo sabes que nos conocemos? —. Preguntó ella, suspicaz.

—Pedí que los siguieran—. Demonios, pensó. El alfa estaba loco, debía sacarlo de allí. Si por alguna razón volvía a creer que ella ocultaba al omega, destrozaría el lugar hasta encontrarlo. Tomó su bate, que había dejado caer cuando el mayor la alzó.

—Lárgate—. Lo señaló con este. El mayor unos segundos la miró escéptico, hasta que volvió a caminar hasta la puerta—. Ray—. El mayor se detuvo cuando iba a cerrar la puerta—. No enloquezcas—. Es lo único que podía desearle. Si no encontraba a Henry... Iba a enloquecer, ciertamente. Pero decirle eso al chico ocasionaría que su corazón enamorado volviera dónde Ray.

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Era difícil no enloquecer, ciertamente. Toda su mente no dejaba de pensar en Henry, y poco a poco estaba perdiendo el control de sí mismo. Deseaba tanto verlo, que ya no sabía si era del todo sano lo que le estaba ocurriendo. Pero... Se lo merecía. Era obvio que había enamorado al muchacho, y después destruido sus sentimientos. Lo tenía más que merecido, pero no dejaba de ser horriblemente mortificante.

—No puedes estar así por siempre, Ray—. Su tío estaba recogiendo las botellas de wiski vacías. Por más que tomara, no lograba emborracharse en lo mínimo, lo suficiente consiente para saber que estaba sin el omega que deseaba tanto.

Entonces, escucharon llegar un helicóptero a la pista que había preparada en la mansión. John salió del lugar. Era Camila, la presidente. Sofía la estaba recibiendo con una forzada sonrisa. No esperaban verla allí, nadie les avisó.

—No pensaba que vendrías. ¿Por qué no avisaste? —. Tenía miedo de que encontrara en ese deplorable estado a Ray. Ella amaba a ese alfa, aunque este se negara a admitir tal cosa. Camila siempre había estado pendiente del proceso de Ray, de encontrar lo mejor para este, no dejarlo morir. Y el, ahora, hombre era un mimado y presumido debido a todas esas oportunidades.

—John, no me ibas a decir, ¿verdad?

— ¿De qué hablas, hermana? —. La alfa sonrió, y ambos empezaron a caminar al interior.

—Es obvio que mi hijo no se encuentra bien—. La cara de John describió su duda—. No eres mi único informante en el pueblo—. Ella le guiñó el ojo, adelantándose.

Al llegar dentro, encontraron de Ray tomando otra copa, en el sofá de la sala, mientras miraba el líquido en la copa de cristal con dolor. Camila chasqueó la lengua, haciendo que el alfa dominante viera a su madre.

—Camila...

—Ya te he dicho que me digas madre—. Ella se sentó en el sofá al lado de su hijo—. ¿Y bien? ¿Tienes algo que decir? —. A diferencia de siempre, que Ray dudaba mucho en hablar con ella, o siquiera decirle algo diferente a lo que podría hablar con un desconocido o superior. Soltó un sollozo, y recostó su cabeza en el hombro de ella, que sonrió, acariciándole la cabeza.

—Se fue, mamá. Se fue... Y fue mi culpa. Y-yo le hice daño... No quería, pero no soportaba que estuviera con otras personas. No sé qué me pasa, nunca me sentí así—. Para Camila era sorpresivo ver a su hijo tan expresivo, cuando normalmente era callado, yendo despacio en el territorio del habla. Suspiró, porque sabía que en algún momento iba a pasar. Su hijo era hermoso y perfecto en todo lo económico, pero no dejaba de ser un patán con las personas.

—Eso es porque estás enamorado—. Bueno, no tan así—. Más bien, seducido—. El alfa no entendió, mirando a su madre.

—No lo marqué.

—Porque no puedes. Es recesivo—. John que estaba escuchando se sorprendió, y su esposa le hizo una seña. "Después te explicó" le dijo Sofía, pues quería terminar de ver cómo se desenvolvía eso.

— ¿Cómo sabes?

—Soy vieja, cariño. Además, no iba a dejar que un cualquiera se acercara a ti sin investigarlo—. "Padre e hijo son iguales" pensaron John y Sofía—. Entonces, ¿qué quieres que haga? —. Ray la miró unos segundos.

—Dejaré de pintar—. La sonrisa de su madre se ensanchó—. Pero, por favor, encuéntralo. No puedo vivir sin él—. Ciertamente, no podría vivir sin él.

Le acarició el cabello a su cachorro, antes de mirar a uno de sus guardaespaldas.

—Búscalo. No me importa qué tengas que hacer, encuentra a Henry Hart.

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Alfa Dominante = Alfa Prime

Omega Recesivo = Omega Prime

A un imposible. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora