Capítulo 14.

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Las noticias malas no se detenían, al menos, eso creía. Después de la gran discusión en el bar, nuevamente era un desempleado, y ver su pequeña caja lo estaba matando. Perder algo con lo que se esforzó por tanto tiempo era desalentador.

—Te ayudaré a encontrar trabajo—. Le dijo Jacob—. Mi esposo es dueño de una tienda, puedo hablar con él—. Henry miró al chico como si este fuese un ángel. Quería lanzarse encima a besarlo, pero el pánico lo poseyó de nuevo: ¿Y si Ray lo encontraba y de nuevo lo hacía echar? ¿Por qué estaba en su contra? No hizo nada malo—. ¿Pasa algo? —. Miró a su amigo, que notó aquella opaca vista en él.

—Solo... Me da miedo que me despidan por... Ya sabes—. Jacob sabía lo que había ocurrido. No por siempre podía ocultarlo, y era bueno tener alguien con quien hablar de su dolor.

—No puedo creer que ese tipo sea tan imbécil, en serio—. Henry tampoco lo creía. ¿Por qué le estaba haciendo eso? Arrinconándolo a un lugar del cual no podía salir—. Deberías irte—. El omega menor levantó la mirada del café que ambos estaban compartiendo en una cafetería.

— ¿Ya no me quieres? —. Bromeó para aligerar el ambiente. Jacob sonrió.

—No es eso. Solo... Deberías salir del pueblo. Esta es una gran oportunidad. El teatro cerró por temporada navideña, ya no trabajas, y terminaste materias—. Miró a su amigo como si este tratara de bromear, pero no era así, decidiendo darle un frente a las palabras que comentó.

Si bien siempre pensó en salir del pueblo, nunca creyó que fuera tan pronto. Recordó su caja, con suficientes dólares para vivir un tiempo. Recordó que había finalizado materias. Recordó que, si se esforzaba bastante en el pueblo, podría lograr lo mismo en la ciudad. Estaba cansado de tener que trabajar sin poder gastar nada, pero sabiendo, aun así, que el sueño podía ser imposible. Recordó los bellos lugares de la ciudad, como, al caminar por las calles, veía anuncios de arrendatarios. Le gustaba pensar en ello. Y era joven, era capaz, tenía todo a su favor.

Y lo pensó seriamente al llegar de nuevo a su casa, mirando la caja con más de quinientos dólares. Al menos, viviría hasta conseguir un trabajo. No había tiempo para dudar más, estaba cansado de huir de su sueño pensando en que no tendría suficiente. Todo se lograba con esfuerzo.

Sin meditarlo más tiempo, decidido, tomó su maleta, metiendo en ella su ropa, su portátil, su cepillo, y sobre todo, el dinero. Cosas esenciales que tendría mientras lograba conseguir más. Era suficiente. No necesitaba más, luego volvería por el resto.

Vistió sus tenis, un jean, y su chaqueta con las siglas L.A en negro encima del gris del saco.

—Me voy—. Su familia estaba en la mesa, conversando. Y al verlo con su maleta en sus brazos, dejaron por completo la charla.

— ¿A dónde?

—A la ciudad—. Jasper abrió la boca.

— ¿Tan pronto? —. Preguntó su cuñado.

—Más bien, era hora de hacerlo—. Su hermana y el esposo de ella se miraron unos segundos. Parecían querer decir algo.

—Es una decisión apurada, ¿no crees? —. Empezó Piper.

—Pero siempre les dije que pasaría.

—No creímos que...

— ¿Lo fuera a hacer? —. Bufó. Nadie, ni él, estaban seguros de cumplir su sueño—. No estoy trabajando en Dylan's, el teatro cerrará por temporada, y tengo el dinero suficiente para sobrevivir un tiempo—. Los ojos de su hermana se llenaron de lágrimas—. Volveré por más cosas, y cuando esté organizado... —. Antes de poder seguir, Piper lo abrazó, besándole la mejilla.

A un imposible. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora