Capítulo 15.

250 24 1
                                    

Advertencia: Contenido sexual explícito. Abuso sexual (no violento).

.

A pesar de haberle soltado las muñecas, no dejaba de ser un muñeco de trapo que era movido como se le antojara al señor Manchester. Este le quitó la ropa, por completo, y la tiró lejos. No recordaba dónde estaba su maleta o su celular. Solo sabía que estaba desnudo por completo, temblando, e incómodamente excitado. Maldita naturaleza.

Los besos del mayor no se hicieron esperar, bajando desde su cuello hasta su vientre, donde agarró con los labios un poco de la piel y succionó, dejándole marcas alrededor del ombligo. La mano de Ray bajó hasta sus genitales, y lo estimuló, rodeando con los gruesos dedos su polla y masturbándolo.

Se arqueó, aruñando las sabanas. Gimió dulcemente cuando la boca cálida y húmeda de Ray rodeó su polla, y la tragó, succionando. Humedeció cada parte de su pene, masturbándolo al paso. Los dedos de este, sin poder quedarse quietos, bajaron entre las nalgas húmedas. Algo hizo click en su mente, recordando que eso estaba mal.

—Ray... —. El mayor soltó su pene, y se incorporó hasta su rostro. Lamió los restos de fluido de los labios, y los junto con los propios, suave. Los labios del mayor encajaron con los del omega, y el alfa giró la cabeza para hacer que sus lenguas se tocaran. Ray bajó entre sus cuerpos su mano, y volvió a estimularlo.

—Te esperé mucho tiempo—. Eso era mentira, pensó Henry, recordando el dolor vivido al saber que no era especiales, ni siquiera exclusivos. Solo era sexo sin razón. Soltó un sollozo. El mayor le acarició la mejilla—. No llores, lo disfrutarás—. Estaba seguro de que sería así, pero su corazón dolía, porque, ni aunque lo hubiese forzado a acompañarlo, dejaba de querer esa mirada llena de amor dirigida a él.

Ray le abrió las piernas, metiéndose entre ellas, y se inclinó en su cuerpo. El alfa se había desnudado en algún momento de su agonía. Lo comenzó a besar, primero los labios, de allí bajo a la mejilla, continuó al cuello, y olfateó como sabueso su olor.

Sintió, con temor, los colmillos del hombre rasgando suavemente su piel. Estaba tratando de marcarlo. Se movió, asustado, pero Ray se lo impidió cuando perforó su piel, sacándole un grito.

—P-para... —. No tenía remordimiento alguno de haberlo marcado, aunque no eran pareja. Sintió su sangre salir de su hombro, y Ray lamió los cardenales, separándose después de hacer la marca. Entonces, vio entre sus nublados ojos, como el mayor permanecía con una expresión furiosa, confundida, impotente.

—Por qué... —. Le acarició el lugar entre el cuello y el hombro donde sintió la mordida, pero, extrañamente, no una marca. No sabía cómo se sentía tener una, pero estaba seguro de que nada había cambiado. No reaccionaba diferente a las feromonas del alfa, mucho menos lo veía como suyo—. ¡¿Por qué no te puedo marcar?! —. Henry también se sorprendió por la forma tan impotente en que el mayor gritó.

Entonces recordó a Sofía. "Eres un omega recesivo, prime. Tú no puedes recibir una marca, tú la das".

Ray se agachó como hiena en su cuerpo, y volvió a tratar de marcarlo, sacándole un dolor a Henry. Nuevamente, nada pasaba, no se sentía diferente, pero ver la inquietud de Ray le daba fuerza suficiente para seguir. Sonrió levemente. El alfa parecía muy constipado con el descubrimiento.

—N-nunca podrás marcarme, Ray Manchester—. Trataba de respirar bien, pero era difícil cuando las feromonas del alfa eran tan fuertes. Los ojos, ahora rojos, de Ray lo miraron con dolor que Henry no creía—. Y-yo soy un omega prime.

El mayor se alejó de él, sentándose en sus piernas, aun entre las del omega. De alguna forma, tenía sentido. Solo conocía a una omega recesiva, y era Sofía. Ella fue la que marcó a su tío, la que lo sedujo desde un principio. ¿Entonces todo era por su maldita condición? ¿Por eso no podía descansar en paz sin tener a Henry con él? ¿Por qué lo había seducido? Apretó sus dientes, frustrado.

A un imposible. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora