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«¿Él llamó a Suni para que busque a un sustituto?».

No podía permitirse perder una semana de trabajo. Faltar dos días ya había hecho estragos en su cuenta vacía.

Para llegar a fin de mes necesitaba ganar propinas y nadie le daría ninguna si se quedaba haciendo reposo.

Había faltado dos días porque le había resultado totalmente imposible ir
No se enfermaba así desde que era un niño

Suspiró y se reclinó sobre los almohadones. Estaba exhausto y se sentía sumamente débil. En el fondo, lo que de verdad quería era taparse con el edredón hasta la nariz y dormir en esa cama tan cómoda y tan calentita hasta sentirse totalmente descansado.

¿Cómo sería esa sensación? No recordaba la última vez que no se había sentido agotado. Estaba más que acostumbrado a ese estado: llevaba cuatro años durmiendo muy poco y comiendo de manera esporádica lo que podía pagar en cada momento.

Seokjin levantó la mirada al oír un ruido y vio que Namjoon entraba en el dormitorio haciendo malabares con unos platos.

Reprimió una sonrisa: ¡menos mal que se había dedicado a la informática porque como camarero no tenía mucho futuro!

Llevaba un vaso en una mano y un plato en la otra, y sujetaba con gran dificultad un cuenco entre el codo y el pecho
-No sé lo que te gusta -
Dijo mientras posaba el vaso sobre la mesita de noche y le entregaba el cuenco.
La falta de información parecía ponerlo de mal humor
-Sopa. Tómatela.-

«Eso sí que es ser parco en palabras».

Lanzaba órdenes como si fuera un sargento dando instrucción militar.

-Namjoon, no puedo quedarme - repuso con cautela mientras agarraba el cuenco humeante.

Sopa de fideitos. Su favorita.

El tentador aroma que emanaba del cuenco hizo que le rugiera el estómago, así que tomó la cuchara y probó la sopa con cuidado de no quemarse.
Se notaba que era comprada, pero a Seokjin le pareció deliciosa y su impaciente estómago lo animó a devorarla como un auténtico muerto de hambre.

-Te vas a quedar aquí. Tómate esto.-
Lo miró frunciendo el ceño y dejó un puño suspendido en el aire.

Cuando Seokjin le mostró la palma de la mano, dejó caer dos pastillas.

Agradecido, se las metió en la boca y estiró el brazo para tomar el vaso de agua, pero Namjoon se lo acercó antes de que pudiera alcanzarlo. Tragó las pastillas y devolvió el vaso a Namjoon, que esperaba con la mano extendida.

-Tengo que ir al trabajo. No puedo permitirme dejar de trabajar. Ya me tomé dos días libres porque estaba enfermo. Seguro que mañana me encontraré mejor.-

-Puedes apostar tu lindo trasero a que sí. Yo me encargo de eso- respondió Namjoon con un tono irascible.

Seokjin siguió tomándose la sopa sin dejar de observar el semblante de Namjoon. Estaba muy serio. Mucho.

¿Cómo era posible que un tipo tan malhumorado fuera el hijo de una mujer tan encantadora como Kim Suni?

-No eres mi jefe.

-No, pero mi madre sí, y no quiere que vayas a trabajar. No se había dado cuenta de que no te habías recuperado del todo  -repuso enojado- No sé cómo se le pudo pasar por alto. ¡Hay que estar ciego para no verlo! Pareces un mapache con esas ojeras. Y tienes pinta de zombi. Está claro que mamá está perdiendo facultades. Siempre ha sido hasta capaz de oler los problemas y de sonsacar los secretos, por muy dolorosos que resulten -
hablo como si estuviera rememorando esas malas experiencias.

-Por la tarde me encontraba mejor y me buscó algo de ropa con la que taparme un poco -le explicó con calma mientras se acababa la sopa.

-¿De dónde mierda sacaste esa ropa? Siempre te he visto con jeans- preguntó en voz baja recorriendo la cama con la mirada.

Seokjin sintió el peligro y se estremeció. Tenía la sensación de que Namjoon podía ver a través del edredón la escasa tela que le cubría el cuerpo.

you're mine • namjin [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora