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Tras ponerse de pie, Namjoon sacó la billetera y dejó algo de propina sobre la bandejita de la cuenta. Seokjin suspiró cuando Namjoon lo tomó de la mano y tiró de él con delicadeza para salir del restaurante.

Estaba oscureciendo y el aire fresco lo ayudó a despejar su mente nublada.
No recordaba qué ingredientes tenía el cóctel que había tomado, pero estaba claro que servían para soltarle a uno la lengua.

Aunque el trayecto fue breve, hubo tiempo de sobra para que Namjoon se alterara.

Tenía a Seokjin demasiado cerca y su perfume impregnado en su cuello era demasiado tentador.

Además, todavía no se le había pasado el bochorno por haberse sincerado con él.

Aunque no le hubiera confesado toda la verdad, sí había admitido lo mucho que lo deseaba y el hecho de no recibir una respuesta en condiciones lo había dejado bastante mal.

«¿Qué quería que dijera?
Mi objetivo es ayudarlo y no debo esperar nada a cambio. Nunca me ha prometido nada, excepto una noche alucinante. Y esa promesa la ha cumplido. ¡Con creces!».

En realidad Jin no esperaba nada de él, pero le habría gustado que el deseo hubiera sido recíproco. Se sentía ridículo y tenía la sensación de haberse puesto en evidencia, por lo que estar a su lado en ese momento era de todo menos cómodo.

«No lo entiendo. No sé qué lo lleva a comportarse así».

Pero quería entenderlo. Lo que más quería en el mundo era entender todos y cada uno de los secretos de Kim Namjoon.

Seokjin suspiró de alivio al entrar en el departamento. Cruzó la cocina y se dirigió a su dormitorio para pegarse una ducha.

Estaba a punto de desearle buenas noches cuando un brazo fornido lo tomó de la cintura y lo atrajo contra un cuerpo masculino igual de musculoso.

-No te vayas. Todavía no.-
La voz grave de Namjoon le rozó el oído y un escalofrío de anhelo le recorrió el cuerpo entero hasta dejarlo sin habla.

Lo tomó en brazos y lo meció contra el pecho mientras se dirigía al salón.
Se sentó en el sofá con Seokjin en su regazo.

-¿Qué te pasa? - preguntó Jin con dulzura al percibir la intranquilidad y la rigidez de su cuerpo.

Le acarició los hombros y sintió sus músculos en tensión.
-Necesito abrazarte un rato. Por favor. Hoy me has quitado veinte años de vida. Si sigues teniendo incidentes de este tipo, acabaré siendo un viejo desquiciado y calvo como una bola de billar.-

Lo abrazó con fuerza, apretando su cuerpo contra el suyo hasta no dejar ni un hueco entre ellos.
-Lo siento.
Jin apoyó la cabeza sobre su hombro y sintió en la mejilla el placentero roce de su barba.
Trató de no hacerse ilusiones porque Namjoon hubiera mencionado un futuro juntos.

-Es que no lo aguanto. No soporto la idea de que te ocurra algo -
confesó Namjoon con la voz entrecortada.

El salón estaba a oscuras, la única luz que había provenía de la cocina.
Seokjin se apartó para acariciarle el mentón mientras el corazón le latía cada vez más deprisa.

Namjoon se preocupaba por su seguridad. No pudo evitar sentirse conmovido.
Muy pocas personas se habían preocupado tanto por él.

En estas circunstancias su ex probablemente le habría quitado importancia y le habría dicho que era culpa suya por ofrecerse como voluntario en ese barrio.
No era un novio muy cariñoso, que digamos.

Namjoon le tomó la mano y la posó en sus labios para llenarle la palma de besos.

-He tenido que reprimirme mucho para no lanzarme a la yugular del policía.-
-¿Por qué?
-Por el amor de Dios, Seokjin, el tipo te estaba follando con la mirada en plena comisaría- respondió con firmeza.
-Solo estaba siendo amable...
-Se estaba imaginando cómo sería echarte un polvo -le informó remarcando las palabras -Sé lo que digo. Y me estaba enojando de verdad. No me gusta compartir.-

«Que». ¿Estaba insinuando que...?
-No sabía que era tuyo.
«¿Era suyo?».

-Ahora sí.
-¿Desde cuándo?
-Supongo que desde el primer día que te vi. Sin duda alguna desde la primera vez que te toqué. Y, por supuesto, desde anoche.-

Namjoon puso su mano tras la nuca de Seokjin para acercarse a su boca y le dio la vuelta con gran habilidad sin alejarse ni un milímetro de sus labios.

Así, pasó de estar sentado sobre su regazo a encontrarse tumbado bajo su cuerpo.

Lo besó hasta dejarlo sin aliento, hasta que fue incapaz de pensar, hasta que lo único que pudo hacer fue sentir.

Él abrió las piernas para dar la bienvenida a su cuerpo y rodeó con los brazos su musculosa espalda, tratando de acercarse a él lo máximo posible.
Necesitaba que esto ocurriera, lo necesitaba a él.

Deslizó la lengua por la suya, se moría por acercarse aún más, quería meterse dentro de él.

Frotó las caderas contra su entrepierna y, al sentir cómo la dura erección que apenas le cabía en los pantalones chocaba contra la suya, empezó a gemir ansioso por sentirlo dentro.

you're mine • namjin [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora