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Una vez fuera Seokjin se dio cuenta de que había anochecido y suspiró aliviado al sentir una brisa de aire fresco en el rostro.

Después de su conversación con Jungkook todo había cambiado y todo seguía igual.

Se alegraba mucho de que Namjoon no hubiera tenido una aventura con la rubia de la fiesta, pero eso no solucionaba el problema: seguía estando atrapado por un hombre que no estaba interesado en mantener relaciones a largo plazo, por lo que tenía dos opciones: sufrir ahora o sufrir más adelante.

Namjoon era un buen hombre y Jungkook le había dicho que él le importaba. Puede que fuera cierto, pero no era suficiente.

«Vuelve a casa, por favor».

Esa frase de la carta de Namjoon le retumbaba en la cabeza y sentía como si un puño le apretara el corazón y le impidiera respirar.

¡Dios! Lo que daría por volver a casa junto a Namjoon. Habían iniciado... algo. Sabía que se había ganado su confianza porque lo había dejado tocar su piel desnuda, ver sus cicatrices y hacerlo sin ataduras.

Ojalá tuviera el valor necesario para seguir ayudando a Namjoon a librarse de su pasado, pero Seokjin tenía un instinto de supervivencia muy desarrollado que lo forzaba a alejarse de los peligros y que le repetía una y otra vez que si ayudaba a Namjoon, que si lo amaba, acabaría destruyéndose a él mismo.

Hizo un esfuerzo para poner en marcha su cuerpo con contusiones, con tantas emociones y se dirigió a casa de su amiga. Estaba tan ensimismado y cabizbajo que dejó de prestar atención a su entorno.

Seokjin, que había crecido en un barrio conflictivo de la ciudad, rara vez cometía ese error y pagó cara esa falta de concentración.

Dos hombres surgieron de la nada y lo rodearon. Lo tomaron por los brazos y lo arrastraron por la vereda antes de que él pudiera siquiera darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.

Seokjin forcejeó y pataleó tratando de zafarse de las bestias que lo empujaban por la calle.

Se quedó petrificado al percatarse de que lo estaban llevando hacia un vehículo oscuro que lo esperaba con la puerta abierta.

Aunque era de noche la luz de la calle le permitió reconocer los rostros de los tipos que lo habían atracado en la clínica.

«Van a matarme. Voy a morir. Tengo que defenderme».

Empezó a gritar desesperadamente para llamar la atención de quien estuviera por la zona y siguió dando patadas, esta vez apuntando a las zonas más vulnerables de los dos hombres.

-¡Cállate, zorra! -exigió una voz aterradora y amenazante poco antes de que Seokjin le pegara una patada en la rodilla.

En respuesta a ese golpe y sin dejar de arrastrarlo ni por un instante, le propinaron un puñetazo en la cara. El golpe fue tan fuerte que, por un momento, Seokjin se quedó helado e indeciso.

«Resístete, mierda. Defiéndete».

Los drogadictos lo agarraron rápido para meterlo en el coche, pero él levantó las piernas y puso un pie en la puerta y el otro en la carrocería, junto a la puerta abierta.

«Que no consigan meterte en el coche. De lo contrario, estás muerto».

Los pies se le empezaron a resbalar y uno de los hombres lo agarró del pelo y comenzó a golpearle la cabeza contra la chapa de metal de la puerta abierta.

El sonido que producía su cráneo al chocar con el metal era ensordecedor y empezó a darle vueltas la cabeza y a nublársele la vista.

«Debería haberle dicho a Namjoon que estoy enamorado de él».

Seokjin seguía llorando, pero los despiadados esfuerzos de los hombres por dejarlo inconsciente hacían que los gritos fueran cada vez más débiles.

-¡Déjenlo! -gritó una voz que Seokjin reconoció.

Un brazo fornido lo agarró de la cintura y lo apoyó contra un pecho musculoso para librarlo de los dos matones.
Aunque la cabeza le daba vueltas como si acabara de bajarse de una montaña rusa, levantó la mirada y pudo distinguir a Kim Jungkook, que lo dejó con delicadeza en la vereda antes de correr enfurecido hacia el coche.

A Seokjin le entró un ataque de pánico al darse cuenta de que se proponía atacar él solo a los dos tipos.

Por increíble que parezca los dos hombres no supieron cómo reaccionar. Jungkook era más grande que ellos, pero ellos eran dos.

«Tengo que ayudarlo. Tengo que levantarme».

No podía permitir que mataran a Jungkook después de que le hubiera salvado la vida.

Seokjin se puso de rodillas y trató sin éxito de recuperar la visión. Como no lograba ponerse de pie, empezó a arrastrarse hacia el auto mientras Jungkook atacaba a uno de los hombres golpeándole con fuerza en la cara.

Sintió unas pisadas fuertes que se le aproximaban por la acera y vio cómo dos desconocidos se metían en la pelea: tomaron a Jungkook por el brazo y aplacaron al hombre al que estaba golpeando.

-No le hagan daño a Jungkook -gimoteó temiendo que lo hirieran con la confusión.
-Disculpe, señor. No lo había reconocido -se excusó el hombre mientras soltaba a Jungkook.

Uno de los desconocidos que se había unido a la pelea tenía a un drogata tumbado en el suelo boca abajo. El otro delincuente corrió a refugiarse en el asiento del conductor mientras apuntaba con una pistola temblorosa a Jungkook y al otro rescatador.

-No. No.-
Las lágrimas le corrían por las mejillas y el corazón se le iba a salir del pecho mientras rogaba en silencio que nadie saliera herido

Jungkook se abalanzó hacia el delincuente, pero este ya había pisado el acelerador y el vehículo arrancó a toda velocidad. La puerta se cerró mientras el coche derrapaba por la calle oscura y desaparecía de su vista en un abrir y cerrar de ojos.

Seokjin observó la escena aterrado y vio que tanto sus dos rescatadores como Jungkook estaban ilesos.

El hermano de Namjoon corrió hacia él soltando una lista de maldiciones.
-¡Seokjin! ¿Estás bien? ¡Mierda! Estás sangrando por la cabeza. ¿Qué intentabas hacer?-

Jungkook lo tendió con delicadeza sobre la acera y trató de calmarlo con susurros.
-Quería ayudarte -logró decir con la garganta seca.
Jungkook negaba con la cabeza, pero su voz era dulce y cariñosa. Entonces, con un tono autoritario y seco ordenó
-: Llamen a una ambulancia. Ahora mismo. Está herido.

La oscuridad empezó a nublarle la visión por completo, pero Seokjin se resistía a perder el conocimiento:
-Dile a Nam...
No pudo continuar, tenía la boca tan seca que la lengua se le quedaba pegada en el paladar. Trataba sin éxito de mantener los párpados abiertos. Intentó centrarse en Jungkook, pero no veía más que un borrón desenfocado.

Seokjin suspiró cuando Jungkook le agarró de la mano y dijo:
-Puedes decírselo tú mismo. Está en camino. Solo... quédate conmigo.-
«¿Namjoon está viniendo?».

Se le paró el corazón por un instante y apretó débilmente la mano de Jungkook. Un zumbido apareció de la nada y fue aumentando de volumen hasta que le resultó tan ensordecedor que apenas pudo distinguir el alarido de las sirenas que se acercaban en la noche.

-Seokjin. ¿Sigues aquí conmigo? -Jungkook parecía asustado, desesperado... y lejano.

Cuando el ensordecedor zumbido alcanzó su punto álgido, un manto de oscuridad lo cubrió por completo.

-Namjoon -
susurró su nombre sin saber siquiera si alguien lo oiría y, entonces, cayó en la oscuridad más absoluta.

you're mine • namjin [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora