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Namjoon le sujetaba las muñecas por encima de la cabeza y lo aplastaba con el torso para que no pudiera moverse.

Respiraba con gran dificultad y, al tratar de introducir y expulsar aire de los pulmones, emitía sonidos guturales.

Seokjin sacudió la cabeza para disipar la niebla erótica que lo había cegado y miró a la corpulenta figura que lo sujetaba: un hombre que sufría un terrible tormento.

«Mierda. ¿Qué hice? ¿Lo forcé demasiado?».

La luz de la luna entraba por la ventana, pero no era suficiente para verle los ojos... aunque no le hacía falta vérselos.

La voz, la respiración, el cuerpo tembloroso y la manera de sujetarlo por las muñecas le decían que acababa de enviarlo de cabeza a su propia pesadilla.

-Namjoon, soy yo: Seokjin.-
Trató de mover los brazos, pero no logró zafarse de sus manos -Háblame.-

-Sé quién eres, pero no puedo hacerlo.-
A excepción de su pecho, que se hinchaba y deshinchaba, el resto de su
cuerpo permanecía inmóvil.

-Bésame.-
Seokjin seguía atrapado bajo su cuerpo, sometido a su dominio y sin saber qué
podría mitigar su pavor.

No le estaba haciendo daño, pero quería devolverlo al aquí y al ahora. No sabía qué había hecho, pero lo había herido sin proponérselo y eso había desatado un ataque de pánico.

Tenía el corazón a mil por hora y la sensación de que llevaban así una eternidad, cuando por fin Namjoon agachó la cabeza y posó la boca sobre la suya.

Lo besó como quien acaba de recuperar la compostura y le metió la lengua en la boca como un látigo, conquistándolo una y otra vez.

Su actitud salvaje y dominante despertó un instinto animal en Jin, como si su cuerpo respondiera de manera instintiva a su hombre.

Empujó la lengua contra la suya y se rindió a su sometimiento, permitiéndole ser el amo.

-Seokjin -susurró su nombre tras separar la boca de sus labios y enterrar la cabeza en un costado de su cuello.

-Sí. Solo tú y yo, Nam. Solo nosotros.

-Necesito follarte.-
Su atronadora voz quedó amortiguada por el contacto con el cuello.

-Hazlo. Tal y como estamos. -
Lo que había detonado esa extraña reacción era que Jin se hubiera puesto encima y hubiera controlado la situación, pero el deseo seguía ahí.

Seokjin percibía una lujuria voraz que le rozaba el muslo duro como una roca.

-Lo siento, cariño. Me estaba gustando mucho, pero es que no pude...-
-Déjalo. Da igual. Ahora solo quiero sentirte dentro de mí.-

Separó las piernas y trató de mover los brazos
-¿Puedes soltarme?

Fue soltándolo despacio a medida que se movía entre sus muslos.
-Sí, creo que sí -
respondió con un tono que revelaba gran inquietud.

Seokjin tuvo sentimientos indecisos mientras liberaba las muñecas de sus manos, que prácticamente lo habían soltado de todo, y le rodeaba el cuello con los brazos.
-Solo quiero abrazarte. Tú tienes el control.

-Contigo siempre lo pierdo-
murmuró en voz baja mostrándose reacio a resignarse.
-Hazme el amor, Nam.-

Ya no le importaba rogarle. El ataque de pavor y la vulnerabilidad de Namjoon habían acabado con sus instintos de protegerse a sí mismo. Tenía que ayudarlo a liberarse, a borrar ese secreto que lo tenía prisionero.

Era un hombre demasiado bueno, una persona demasiado generosa como para permanecer atrapado en el pasado, incapaz de seguir adelante.

«Por no mencionar que lo amo y que lo deseo tanto que me duele».

Hacía tiempo que debería haber dejado de negar la realidad y haber aceptado que era incapaz de no involucrarse sentimentalmente con Namjoon.

Se había comportado con cobardía y egoísmo porque le daba tanto miedo acabar destrozado que había preferido negar el brutal magnetismo que ejercía sobre él. Y la
sensación era mutua.

Seokjin no era él unico que se estaba resistiendo a esa tentación sin saber cómo enfrentarse a ella.

¡Por Dios! Namjoon llevaba más de un año atras de él, tratando de protegerlo. Lo había sacado de la calle, literalmente, y le había puesto en bandeja todas las cosas con las que una persona podría soñar, y no solo materiales.

Lo consolaba cuando estaba disgustado y se quedaba a su lado cuando se encontraba enfermo. Lo escuchaba como si todas sus preocupaciones, sus ideas y sus sueños fueran importantes para él. Era obvio que sentía algo.

La pregunta era: ¿sería la misma atracción irresistible y fascinante que sentía él? Esa
química mística y misteriosa que lo había seducido había crecido a una velocidad
vertiginosa hasta convertirse en un amor que le arañaba las entrañas, le cortaba la
respiración... y le robaba hasta el sentido común.

-Tócame, precioso. Por favor. -
Más que una petición, su voz arisca y crispada expresaba una orden desesperada motivada por el deseo y el anhelo.

Las manos de Seokjin se movían despacio, acariciando sus anchos y fornidos hombros, palpando cada centímetro de sus sólidos músculos y saboreando la fuerza que irradiaba su poderoso cuerpo.

Recorrió la columna vertebral con las manos hasta alcanzar la nuca. Le tiró del pelo para que inclinara la cabeza y le recorrió la clavícula con besos ligeros mientras lo peinaba con los dedos.

Gimió levemente antes de llevar la boca a su palpitante cuello y, al inhalar su aroma viril,
una calidez erótica se propagó por todo su cuerpo.

Respiró hondo para que su fragancia lo consumiera mientras el sensual latido que galopaba bajo sus labios le aseguraba que Namjoon sentía la misma necesidad que él.

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you're mine • namjin [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora