America y Maxon han dado el primer paso para realizar el gran cambio en toda Illea. Sin embargo, secretos peligrosos y dolorosos siguen escondidos amenazando con hacer daño al reinado de ambos.
No todo será fácil. Tendrán que plantarle cara a nuevas...
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America
Después de que el doctor abandonó la habitación, Maxon se dejó caer en el sofá más cercano. Apoyé mi mano sobre su hombro derecho.
—Maxon...
—America, ¿Por qué ella no me lo dijo? No lo entiendo—se pasó la mano por su cabeza.
Me puse en cuclillas en frente de él y lo miré a los ojos.
—Maxon, aún hay tiempo. Cuando tu madre despierte, quizás podemos convencerla—dije con convicción.
—¿Tú crees?
—Claro que sí—asentí con una sonrisa. Confiaba en que la reina Amberly entrara en razón.
Me levante y, cuando estaba dispuesta sentarme en el asiento contiguo, Maxon jaló de mí.
—America, tengo que decirte algo—susurró con seriedad. Estreché la mirada.
—¿Qué ocurre? —inquirí con preocupación.
—Es sobre la decisión de Francia y la situación política en Nueva Asia—dio un vistazo rápido hacia su madre y continuó— La guerra con Nueva Asia no es como se cree que es. No sé cómo comenzó, pero sí sé que mi padre y las autoridades de Nueva Asia aprovecharon la oportunidad para engrandecerla y usarla como distracción. Cada vez que la prensa independiente sacaba un artículo en contra de su gestión, mi padre mandaba a publicar otro sobre el actuar de nuestra armada en Nueva Asia como cortina de humo.
Ahogué un gritillo con mis manos.
—Mi objetivo es detener el reclutamiento de soldados y nombrar a un nuevo embajador en Nueva Asia para tender lazos .
Asentí con lentitud y examiné el rostro de mi esposo. Conocía a Maxon lo suficiente para saber que él no dejaba ningún cambio suelto cuando realizaba planes.
—¿Tienes a alguien in mente? —inquirí.
Él asintió y me miró de reojo.
—Sí, a Elise Whisks.
Estreché mi mirada.
—¿Elise? —me llevé la mano al mentón.
No había tenido mucho trato con Elise durante la selección, pero reconocía que era muy aplicada y tenía contactos. Aunque su capacidad de toma de decisiones dejaba mucho que desear. Aún recordaba aquella conversación con Maxon...
—¿Lo has conversado con ella?
Maxon se rascó la nuca.
—No, aún no. Primero, quería saber que opinabas al respecto—dijo con cuidado.
Me quedé sin palabras.
—Eh, creo que es una buena candidata, pero ¿crees que acepte? Sabes en qué condiciones abandonó ella el palacio—le recordé.
