-Oigan, chicos, miren lo que Lee reparó -anunció Andy ST Jhon con una sonrisa de oreja a oreja. Los niños, que hasta ese momento habían pasado inadvertidos por la conversación que habíamos mantenido hace rato, miraron hacia el columpio.
-¡Columpios! -sonrió Clementine con ternura desmedida-. ¡Amo los columpios! ¡Como el que está en la casa del árbol! -me crucé de brazos y los miré con una sonrisa igual. Tenía tiempo que no veía a los niños tan felices-. Gracias, Lee, ¡eres el mejor!
-¡Sí! -exclamó Duck al tiempo que llegaba al columpio. Los dos lo miraban de arriba abajo, intentando buscar algo que solo ellos sabían que podrían encontrar. Clementine tenía el cabello ondulado y bastante bonito, pero era extraño verle su precioso cabello sin su gorra.
-No me sorprende que seas el líder -comentó Andy con una sonrisa, y Kenny sonrió sin reparo. Parecía que las reacciones iban acorde a lo que quería lograr, que los ST Jhon confiaran en nosotros. Lily y Larry se fueron por su lado, con gesto desdeñoso, a observar la cerca y otras zonas de la granja.
Comencé a caminar por los alrededores para familiarizarme de nuevo con la granja. El generador hacía un ruido constante, como si de un motor de carro se tratara, se disimulaba fácilmente con los pájaros trinando o con la brisa matutina. Lily y Larry habían pasado de la puerta del granero y se habían acomodado en una zona lejana a todos. Larry estaba sentado en la banca de madera y Lily apoyada sobre un pequeño espacio de madera bastante atractivo para estar solo... o no. Esa zona era alejada, lo suficiente como para evitar que alguien oyera lo que sea, pero lo suficientemente cerca para sentarse y dejarse llevar por el sonido matutino de los animales. La cerca eléctrica también cubría ésta parte de la casa. Abrí la puerta y me acerqué al granero, aunque dudé en abrirlo. Tal vez no sería amable con los hermanos. Pero había una pila de paja para la vaca. El dilema era que había acumulado bastante moscas y parecía estar ahí desde hace muchos días. Parece ser que la vaca sí estaba enferma. Subí las escaleras de lo que parecía un pórtico al aire libre con un pequeño espacio abovedado. Era un lugar acogedor a simple vista. Me aproximé a Lily para entablar conversación con ella y para saber su opinión del lugar.
-Lee... -comenzó ella al notar mi presencia, dado que estaba concentrada en el bosque-. Me alegro mucho de que no los mataran allá afuera. ¿Crees que Mark saldrá de esta?
-Ojalá lo supiera, pero Katjaa está con él. Está en buenas manos -aseguré con voz monocorde.
-¿No es tan grave la herida? -quiso saber Lily cruzándose un poco de brazos.
-Estará bien -intervino Larry con tosquedad-. He visto gente salir de cosas peores.
-¿Cómo pudiste traernos a todos a éste lugar? -cuestionó Lily con el entrecejo fruncido.
No respondí a su pregunta. De hecho, era una pregunta sin respuesta. En un principio, el haberlos traído implicaría que al fin, al menos después de un mes comiendo mal, tuviéramos una cena digna. Algo que sea memorable y digno de recordar. Y que valga la pena para los niños, que en estos momentos están jugando con Kenny en el columpio. Tras mirarla por un instante, dije:
-¿Cómo te sientes al haber dejado el motel?
-Yo considero que es un cambio de escenario muy bienvenido -objetó Larry con... ¿educación?
-Yo creo que si nos hubiéramos quedado en el motel, Mark no tendría una flecha en el hombro -adujo Lily con desparpajo y yo la miré con severidad. No tiene razón pero tampoco es una mentira. Además, que yo recuerde, quien propuso a Mark para venir fue Lily, así que, ¿por qué ella no se propuso a acompañarnos?
-Me imagino que Kenny y tú se contentaron y arreglaron sus diferencias en camino hacia acá -intuí con cierto sarcasmo.
-Intenté verlo desde su perspectiva -comenzó Lily y yo, cruzándome de brazos y parpadeando un poco, ya sabía a donde tiraría su respuesta-, teniendo una esposa y un hijo. Pero si a mi me lo preguntas, jugar con la vida de tu familia es bastante peligroso. Sin mencionar lo estúpido.