Estaba en un pasillo con retratos de personas que cubrían la atmósfera de manera macabra. Poco a poco, abría una puerta y automáticamente se cerraba la otra, y resonaba en el silencio el ladrido de un perro y el aullido de un lobo. Abrí la puerta de al lado y un grito aturde mis oídos y me asusta al punto de caerme. Clementine sonrió macabramente, como si fuera el Joker o algo así y gritó:
-¿Por qué tan serio? -ella introdujo el cuchillo en mi boca-. Le podemos poner a esa boca una preciosa sonrisa -siento como mis labios se empañan de sangre y mi mejilla se agrieta más y más.
-¡Lee! -me agitó Duck-. Despierta, ya amaneció.
Mire a los alrededores del vagón. Todos, menos Ben, estaban despiertos y desperezándose, mientras Doug se pone sus zapatos deportivos. Abrí las puertas del callejón y, asustado, la volví a cerrar. Una manada de caminantes había rodeado el vagón. Entonces los caminantes empezaron a golpear fuertemente el vagón y todos se asustaron.
-Hay una manada fuera - susurré, dado que si hablamos gritando delataríamos nuestra posición-. Clementine, Duck, recuerden todo lo que han aprendido. Iré a despertar a Kenny.
Salí agachado del vagón y, cuando cerré la puerta, 3 caminantes estaban en frente de mí, con esa característica mirada brillante y blanca. Tome mi navaja y la arrojé con fuerza. La navaja atravesó los ojos de los 3 caminantes. Esa navaja la había diseñado Doug y yo, consciente de ello, agité mi mano. La navaja se dirigió otra vez hacia mí y la atrape por el mango. Puse la navaja en el cinturón y seguí hacia la sala de máquinas.
Kenny tenía cerrada la puerta trasera, pero la delantera no. Entonces otros caminantes habían subido y estaban intentando llegar hasta donde estoy, pero en vano. Tome la navaja y la lance al primero mientras al segundo lo maté aplastándolo con mi pie. Al tercero le di una patada y éste cayó y derrumbó a los caminantes de allí.
Abrí la puerta, Kenny estaba finalizando de bloquear la puerta que daba acceso al frente del tren. Kenny se sentó nuevamente en la silla y me dijo:
-La manada de caminantes nos tomó por sorpresa al sureste. Por eso no la vi. Tenemos que arrancar.
-¡Hazlo ya! -grité y salí corriendo hacia el vagón donde estaban todos. Atraje la mirada de más de 6 caminantes y volvieron a subir arrastrándose por la escalera y por debajo de la malla.
-¡Mierda! -maldije mientras lancé una navaja y ésta se regresó como boomerang. Este nuevo sistema estaba genial.
Entre y vi a los demás peleando contra los caminantes que intentaban agarrarlos por las piernas. Tomé la pistola de Clementine y disparé sólo unas 3 veces para evitar que se gastarán las balas.
El tren tomó velocidad y nos alejamos de la manada con suma facilidad. La horda era gigantesca, y sólo habían caído algunos cuantos caminantes. Lo que más me sorprendió de todo eso era que Lily era parte de esos mismos caminantes. Ignorando eso, me fui al vagón de atrás y me senté al lado de Clementine.
-Hola, Lee -me saludó ella con ternura.
-Hey, cariño, ¿qué haces? -inquirí.
Ella señaló el mapa a su izquierda. Estaba mirando cómo era Savannah de grande y lo mucho que nos faltaba. Aunque el tren tenía muchas ventajas, una de las desventajas era que la gasolina se agotaba.
-Chuck, ¿no hay estaciones de gasolina cercanas? -le pregunté.
-A más de 600 metros, después del puente Marshide.
-Estaremos en ese puente en unos 35 minutos. Aprovechen ese tiempo para descansar o, si quieren, practicar con Doug -informé y salí del vagón.
Me apoyé contra el armario de herramientas, mirando nada, prácticamente. Parecía interesante ver cómo el bosque humedece las vistas y las aclara. Pasamos por la parte sur de Macon, y, de sopetón, llegamos al sitio. El tiempo vuela cuando te diviertes.