Miré al piso, intentando establecer mis pensamientos como si estos estuviesen jugando al corre que te pillo con mi cerebro. Tomé un poco de aire y me levanté, y para mi amargura Duck me esperaba.
-¿Qué hallaste? -me sonríe con emoción. Hago un gesto cómico y me encojo de hombros.
-Nada, muchacho, nada. Sólo esto -levanté la linterna, cuyo color amarillo hacia que pareciera un sol portátil.
-Yo vi a Ben con esa linterna ayer -acotó Duck con voz fuerte.
-Interesante -le indiqué que se fuera con su padre y él me obedeció sin dudarlo.
Antes de ir a hablar con Ben, me percaté de otra cosa muy extraña. Había un pedazo de tiza tirado y con unas indicaciones o un juego de palabras extrañísimo.
Me di la vuelta y vi como estos símbolos parecidos a letras chinas formaban algunos suministros y números entremezclados con el asfalto. Respiré y miré hacia los alrededores.
El bosque presentaba un aire taciturno. Las hojas habían alcanzado su verdura y el tallo de las ramas ardía bajo el fulgurante sol. Gracias a un calendario que encontró Clementine en la farmacia antes del desastre, supimos guiarnos entre los meses.
Estábamos en Noviembre, a expensas del duro frío que se avecinaba. Salí de ahí y me fui a hablar con Kenny y Katjaa. Aunque ellos no eran fuertes sospechosos, podrían saber algo.
-Hey -los saludo con una seca cabezada.
-Hola, Lee -Katjaa me saluda, limpiándole la herida llena de sangre seca a Kenny.
-Cuidado, cariño -advierte Kenny, el hombre mira a su esposa con reproche y ella solo sonríe.
-¿Qué necesitas? -Katjaa me mira con curiosidad.
-Necesidades -sonrío-. Pero hay algo, ¿no han visto a nadie dentro, o algún sonido raro?
-Si, ayer vi a Ben salir hacia donde estabas hace rato. Pensé que se cercioraba de algo pero cuando salió con la cara hecha un niño me calmé -comentó Kenny.
-Interesante -repetí-, gracias, Ken.
Los deje, con Kenny quejándose del dolor de la constante ayuda de su mujer. Me aproximé hacia Clementine, quien estaba dibujando en el piso con tizas.
-Hey, cariño -le acaricié la caballera y me senté con ella.
-Hola, Lee -me sonríe. Ella saca de su bolso la radio, reparada para mi sorpresa, y tenía algunas calcomanías.
-¿Quién las encontró? -pregunté con inocencia.
-Ben, anoche cerca de la parte de atrás del hotel -señala donde estuve hace minutos.
-¿Te falta una tiza? -pregunté contando las tizas.
-Si, una. ¿Me ayudarías a encontrarla?
-Claro, pero tengo algunas cosas que hacer.
Ella me sonrió con confianza y me fui de ahí. Me apoye cerca de Doug y mire como éste había cambiado. Salía mucho conmigo a cazar, a aprender a disparar, iba conmigo a Macon y ya se defendía solo de los caminantes.
-Hey, Lee -me saluda sin mirarme. Estaba reparando un bache suelto de la cerca.
-Hola, amigo -lo salude colocando mi mano sobre su hombro.
-¿Hay algo que pueda hacer por ti? -sonríe sin mirarme.
-¿No habrás visto algo sospechoso, ningún ruido extraño ayer?
-Si -me asegura mirándome esta vez-. Ben desapareció 15 minutos de su puesto de guardia así que lo seguí con la mirada. Estaba allá, y para colmo, agarro algo del bolso de Clementine.
-¡Lee! -me llama Duck.
-¿Qué pasa? -me volteo mirándolo.
Él no responde. Señala el piso donde esta el contenedor que cubre el campamento. Habían trozos muy diminutos de tiza, desperdigados intencionalmente. Empuje el contenedor y la rueda estaba llena de tiza. Me agaché y miré como el pedazo que le faltaba a Clementine estaba debajo del contenedor.
-Tómalo -señale el pedazo. Duck se metió y lo agarro. Salió, no sin antes recibir un golpe en el brazo- y llévaselo a Clementine.
Observé como el niño de 10 años llevaba el trozo de tiza a Clementine. Él se acerca y logró ver como se dan un beso en la boca. Clementine hace 2 días me había confirmado lo insospechable.
-Doug, vigila -ordene y salí del campamento. Caminé hacia alrededor y vi como el asfalto cubría el camino hacia el resto del país. Di la vuelta, pretendiendo salir del hotel cuando me encuentro con algo raro. La rejilla de ventilación tenía una vela encendida y una bolsa dentro.
Me agache y con mucho cuidado retiré la rejilla. Con una mano tomé dicha bolsa. La bolsa estaba pesada y algún sonido metálico escapa de ésta.
Observé el interior de la bolsa. Habían un montón de latas de comida, un poco de agua y 3 vendas. Miré hacia los alrededores, ya que algún bandido podría atacarme. Fue cuando hice memoria de lo que sucedió hace 5 días: yo salí con Kenny a buscar todos los encargos y lo recogimos en una bolsa en general. La bolsa aguanto el camino y la dejamos en el cuartel (mi cuarto).
Alguien del grupo pudo haber ingresado la bolsa aquí, y lo que es peor, podrían poder estar dando suministros a esos bandidos. Tomé aire y entre de nuevo, puse la reja y cerré el contenedor. La tiza se había desvanecido por si misma. Caminé hacia la RV, una caravana hermosa, manufacturada por Kenny y pintada de un color blanco intenso.
Ben miraba con nerviosismo, más que el de costumbre, hacia el bosque. El miraba, como si alguien estuviese con un cartel con su nombre y llamándolo con serenidad.
Me subí y me senté a su lado a observar el hermoso bosque que estaba acomplejando nuestra vista diaria. Él me hizo un gesto de impaciencia y me indicó que bajara.
-¡Cálmate! -le espeté, ya que el estaba mirándome con mucho resentimiento.
-Claro -contesta con sarcasmo.
Harto de su comportamiento, lo tomé del cuello y lo aprisione contra el techo de la RV.
-¡Mira, idiota, esto es un grupo que se basa en ser humanos! ¡No pretendas serlo! ¡Tienes algo que ver en lo que paso ayer en la noche, todos lo atestiguan, y pretendo averiguarlo! -Ben se puso pálido y su color de piel cambiaba al azul-. ¡No me provoques o te echaré del grupo!
Lo solté y el se tocaba el cuello, irritado y con odio. Ben no nos caía a todos, el buscaba meterse en un papel solitario como el mismo caminante en un bosque.
Bajé de la caravana con la mano enrojecida. Casi mato al chico, pero éste tendrá que arreglar cuentas claras cuando hable con Kenny y conmigo. Me acerqué al cuarto de Lily y toqué la puerta con suavidad.
-¿Has encontrado algo? -me pregunta y yo le respondo levantando las cejas y enseñando la bolsa.
Ella sonríe, por primera vez en mucho tiempo. Me acerqué y entre los dos contamos los suministros. Habían 20 suministros en total. Alguien los movió de su sitio.
-¡Esto lo demuestra! -sonríe ella. Le iba a preguntar que demostraba cuando escucho un disparo y unos gritos de terror.
-¡A cobrar! -los bandidos estaban aquí.