El Travelier ha cambiado en los últimos tres meses. Estructuralmente sigue siendo el mismo estacionamiento que precede a un hotel con papel tapiz de color mostaza, una parte del balcón caída que solía usar para sentarme y pensar y una puerta que habíamos cerrado con tablas. Me dolía saber que aquella muchacha todavía seguía deambulando tras esas paredes de madera. Era jodidamente tétrico. No obstante, en los últimos meses, con la inclusión de Mark, el sitio se volvía cada vez más un hogar.
Donde está la camioneta de color amarillo y detalles en blanco se cubrió totalmente por madera, y aprovechamos la camioneta para cubrir con varas de metal las zonas más peligrosas y adyacentes. Parecía que construíamos una ciudadela. Larry había, con la experiencia previa del ejército, improvisado un montón de cosas que resultaron ser útiles. Eventualmente, neumáticos, cajas, camastros, todo lo que tuviera madera y fuera lo suficientemente sólido funcionaba. Los dos contenedores azules del motel fueron modificados y eran la única entrada y salida del motel, a menos de que saltaras por el balcón donde está la camioneta. Las varillas de metal las conseguimos en el almacén del motel y Larry improvisó unos alambres lo suficiente para mantener a los caminantes a raya.
Asimismo, incorporado al motel, hubo un cambio drástico en la manera de vestir de la mayoría del grupo. Encontramos mucha ropa limpia en los cuartos del motel y almacén, también en la recepción y caja, y entre otros sitios. Aunque parecía un presagio del cambio de clima constante que se avecinaba, todos cambiamos un poco. Larry ahora suele llevar una camisa de mangas largas y anchas, adecuadas para la musculatura del anciano. También llevaba unos pantalones amarillentos con botas marrones. Se estaba quedando más calvo y la barba de días se le notaba un poco más. Lily fue quien menos cambió de manera de vestir: tenía una chaqueta negra que iba a juego con la franela que suele usar, los pantalones bien apretados con una correa de cuero y unas botas negras. Su cabello se había alargado y crecido en cuestión de volumen y le daba la sensación de estar ahogada. Katjaa, por otra parte, usaba su acostumbrada blusa florar y encima de ella un suéter con cremallera castaño claro del pecho hacia abajo y las hombreras con un tono grisáceo más oscuro, además de unos pantalones azul oscuro con unas botas marrones. Duck tenía la misma camisa de siempre pero con una franela de mangas largas abajo. Sus pantalones siempre iban en contraste con las botas negras que llevaba. Mientras que Clementine solo accedió a ponerse una pequeña licra marrón por el frío extremo. Y Doug decidió ponerse al fin unos pantalones con botas de cuero negras y un suéter marrón claro. Parecía tener resuelta su vestimenta.
Hablando de Doug, éste cambió con el paso del tiempo. Tal vez la muerte de Carley lo hizo madurar un poco, o al menos darse cuenta de que la astucia no sirve de mucho si no tienes las agallas suficientes como para acompañarla. Y últimamente ha sido más útil de lo que fue en las primeras semanas. Ideaba nuevas trampas en la cerca, creaba sistemas de sonido para identificar movimiento fuera de la cerca, ayudaba cada vez que podía a Kenny con la caravana y reparó, a la semana, el walkie-talkie de Clementine. Eso hizo que la niña le agarrara mucho cariño.
Carley fue un golpe duro para el grupo también. Katjaa no trató mucho con ella pero siempre apreció el hecho de que salvara a su pequeño niño, y Lily y Larry, a pesar de que no estaban muy de acuerdo con su manera de pensar, se notaba el gran respeto que le tenían. Pero ya, por fortuna, las pesadillas constantes de la mujer recriminando mis decisiones han cesado. Las primeras eran extremadamente reales, y esa gélida mirada... llevó un tiempo quitarla de mi mente y de la de Doug.
No obstante, la caravana es otro problema. Se volvió el centro del campamento, lugar donde nadie dormía pero siempre la rodeaban, o el vigía, ya sea Doug, Lily o yo, observábamos la calle y el bosque. En la caravana habíamos conseguido otras cosas útiles, como el techo plegable en la parte de atrás y un balón de fútbol campo. También unas pequeñas sillas que habíamos encontrado en una de las visitas a Macon hacían que nuestro campamento pareciera un sitio acogedor.