Hambrientos de Ayuda

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Era un día bastante bonito. Al menos en las profundidades del bosque confundes el aroma putrefacto de los caminantes a las hojas meciéndose lentamente con el viento, como si de una respiración acompasada se trata. Después de tres meses donde decidimos establecernos en el Travelier Motel, las cosas han cambiado. Kenny y Lily pelean por un puesto de liderazgo en el grupo y todo empeoró tras el primer mes. Pero, no obstante, el motel se volvió un lugar seguro. 

Pasamos de tener pocas opciones debido a que la milicia nunca llegó a ver un mundo nuevo de infinitas posibilidades, aunque la única que se esclarecía como el sol matutino era sobrevivir a toda costa. Vimos mucha gente pasar delante de la barricada construida por Larry y un nuevo integrante del grupo: Mark. Él se integró dos semanas después de establecernos en el motel, cuando notamos que tenía una de las mejores reservas de comida que había visto en toda mi vida. Es un ex miembro del ejército con el cabello castaño y revuelto, de tez pálida, gafas de montura cuadrada y una barba de algunas semanas. Usualmente iba con una camisa abotonada de marrón café y unos pantalones beige, a juego con unas botas. Se volvió parte fundamental de la práctica de tiro. Y logramos sobrevivir, aunque con el costo de las constantes discusiones de Lily y Kenny. Y la desafortunada intervención de Larry volvía todo más complicado, él intervenía cuando Kenny tenía ganada la discusión con insultos e improperios y yo lo hacía cuando veía que estaban a punto de caer a los golpes. La tensión en el grupo podría cortarse con un cuchillo, o con mi hacha, ambos casos son excelentes.

Doug había cambiado en los últimos tres meses. De ser a un chico asustado, se volvió la astucia que tanto requeríamos en el grupo. Ideaba nuevas trampas para la barricada, ayudaba a Kenny con la RV, planeaba trampas para detectar a caminantes o gente fuera del motel. Y había perdido casi todo el rastro de cobardía que se le vio cuando huyó despavorido de la farmacia cuando murió Carley... Carley.

Tal vez fue la mirada que me dedicó al saber que no podía salvarla, o las continúas pesadillas con ella recriminándome a mí la decisión que tomé. Pero en los días que podía dormir bien, eran los días donde menos solía vagar mis pensamientos en aquella noche. Perdimos a Glenn y a Carley en un día. Pero no me arrepiento. Aunque en ocasiones quisiera haberle dicho a Clem que la ayudara mientras yo socorría a Doug. Así, ambos seguirían con vida. Así... ambos ahora serían felices. 

Los cuervos graznaban en el aire y daban algunos picotazos mientras mis botas sacudían la grava y el pasto del bosque. Las hojas de los árboles, de colores que variaban del verde al naranja, caían lentamente al suelo. Delante de mí, un arbusto frondoso y verdoso proporcionaba una gran cobertura desde mi tobillo hasta la rodilla. Delante de mí, los árboles se juntaban en ocasiones y sus raíces hacían que uno que otro se torciera, mientras que otros crecían a sus anchas, con las hojas cayendo poco a poco. El otoño no perdonaba y el clima tampoco. Estaba agachado, con mi hacha en ambos brazos, cuando oí un gruñido ahogado proveniente del arbusto. Ahí agachado y comiendo con parsimonia, estaba un caminante. Me levanté cuidadosamente y, con un movimiento lánguido pero efectivo, clavé mi hacha en su cráneo. Tras empujarlo con el pie y limpiar el hacha con el pasto, miré qué estaba comiendo. Yo tenía una chaqueta marrón claro puesta, debajo de la misma una camisa roja con la franela blanca que era mi favorita. Tenía unos blue-jean azules desteñidos y unas botas negras. 

Mark se acercó con sigilo y levantó una ceja al ver los sesos del caminante sobre el césped, arruinando el ambiente, a decir verdad. Un resoplido y otra mirada hacia el caminante, que había caído lateralmente y se veían sus dientes llenos de pellejo y carne.

-Maldición. ¿Con qué se quedaron esta vez? -preguntó Mark con desilusión.

Un animal desfigurado, aunque distinguible. Tenía ambas patas erectas, pero toda su caja torácica había desaparecido, y se le notaban las costillas. Una pata delantera, como de un intento se tratara para evitar que el caminante lo devoraba, estaba levantada y uno de sus ojos tenía una expresión de susto.

The Walking Dead (The Game)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora