Sempiterno

Retomemos la luna de miel

No he podido actualizar arte por distintos asuntos, así que me encantaría dedicar unas palabras a Helen McCrory. Su fallecimiento ha supuesto un choque para muchos, sobre todo para su familia. Era un gran mujer, tanto dentro como fuera de la pantalla. Se ha ganado el corazón de millones de personas, corazones que tendrá siempre. El día que murió el cielo ganó una estrella que brillará con mucha fuerza y nos iluminara en nuestro camino, pero nosotros perdimos una parte de nuestra magia. Mucho amor a su familia y amigos. Siempre te recordaremos, Helen. 

Mar POV.

Tras conocer que Draco se encontraba bien dentro de lo que cabía, el ambiente se lleno de felicidad, abrazos y sonrisas. Tras mi hermana, Narcisa y Lucius pasaron a ver a su hijo. Tras ellos, Ron y yo pasamos. No queríamos agobiar a Draco, así que le hicimos saber que nos alegrábamos muchísimo porque estuviese bien y porque hubiese vuelto con mi hermana. Como Draco estaba bien, decidimos volver a nuestra luna de miel. Salimos de la habitación para despedirnos del resto, pero Narcisa nos agarro antes de que pudiésemos avanzar más.

Se que Nazaret es una parte fundamental de su vida. Se que sin ella Draco estaría perdido y jamás habría conocido el amor. —dice Narcisa— Aunque también se que sin vosotros no sería igual. Os agradezco muchísimo que seáis sus amigos, que forméis partes de su vida.

No tienes que agradecernos nada, Narcisa. —sonrió— Draco se gano con creces estar en nuestras vidas. Es más, diría que nosotros somos los afortunados por tenerlo en nuestra vida.

No podría estar más de acuerdo. —asiente Ron con una sonrisa, pasando su brazo por mi cintura—Draco es una gran persona, algo que sin duda alguna ha heredado de usted.

Tanto ellos como vosotros hacéis una pareja perfecta. —sonríe Narcisa— Todos tienen una gran suerte de teneros a los cuatro en sus vidas.

Le dedicó otra sonrisa a Narcisa y después de que Ron y yo la abracemos y nos despidamos de ella, nos dirigimos hacía nuestros amigos y familiares. Mi hermana me asegura que todo está bien, que se encuentra genial y que si pasa algo me llamará, pero aún así no puedo evitar irme con algo de remordimiento y dolor. En cuanto terminamos de despedirnos de todos, Ron agarra mi mano y tras una última sonrisa hacia todos los presentes, aparecemos en un abrir y cerrar de ojos en Italia, justamente en la habitación del hotel donde nos alojamos. 

¿Qué te apetece hacer? —pregunta Ron, quitándose la chaqueta y dejándola sobre la cama—

Me apetecería un montón visitar la Fontana di Trevi. —respondo con una sonrisa— Podríamos aprovechar el calor y también tomar un helado por allí.

Me parece una gran idea, aunque antes tendríamos que cambiarnos. —sonríe Ron, dirigiéndose hacía el armario—

Asiento y me dirijo hacía mi parte. Hace un día demasiado caluroso en Italia, por lo que la idea de Ron de cambiarnos de ropa es de lo más acertada. Optó por unos zapatos negros abiertos con un poco de plataforma, un top rojo sin mangas y un pantalón de rayas de color blanco que me llega por la rodilla. Recojo mi pelo en una coleta y me pongo las gafas de sol para que no me moleste. Miró a Ron y veo que se ha decantado por unas deportivas negras, unos vaqueros negros y una camisa celeste. Al igual que yo, ha optado por ponerse unas gafas de sol. Tomó una mochila pequeña y, tras meter todo lo necesario, salimos de la habitación.

A pesar de que hace calor, las calles están llenas de gente que va y viene. Las terrazas, como eran de suponer, están llenas allá por donde mires. Como la Fontana di Trevi solo se encuentra a quince minutos de nuestro hotel, optamos por ir andando para disfrutar del paseo. Ron me agarra de la mano con fuerza para no perderme, puesto que contra más nos acercamos a la Piazza di Trevi, más gente se agrupa. Tras pasar mucha gente y no desistir, conseguimos llegar a la Fontana di Trevi. Sin soltar a Ron de la mano, me detengo para admirar cada detalle de la bellísima fuente.