Los latidos valen más que mil palabras

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Draco POV.

Le odio. Le odio con cada molécula de mi cuerpo. Le odio con cada parte de mi ser. Le odio con todas mis ganas. Le odio tanto que podría matarlo. Creía que había odiado a Harry muchos años, pero el odio que siento por Nath no es ni una milésima parte de lo que sentí por Harry. Es como comparar la torre Eiffel con una llavero de esta. No hay punto de comparación. Odio como ese estúpido sonríe y se hace el hombre bueno y salvador de todos. Pero, sobre todas las cosas, odio enormemente cuando le sonríe a mi mujer, como está haciendo en este momento. Veo como ella le sonríe de vuelta mientras se cruza de brazos. Se me revuelve el estomago al ver como ella le devuelve la sonrisa. 

Mátalo

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Mátalo. —comenta Ron mientras se sitúa junto a mi— Mátalo y yo enterrare el cadáver. Nadie tiene porque enterarse de esto. 

No me des ideas, Ron. —digo sin apartar la vista de Nath—

Venga, tío. Tu le matas y yo entierro el cadáver. —vuelve a decir Ron con una leve sonrisa—Luego yo mato a Jack y tu lo entierras. Trabajo en equipo.

Créeme que nada más me encantaría en el mundo que enterrar a Nath bajo tierra, pero por mucho que me cueste admitirlo esta cumpliendo bien con su trabajo. —suspiró, apartando mi mirada de Nath y centrándola en mi mujer—

Ya... Voy a empezar a pensar que estás completamente demente, Malfoy. —comenta Ron mientras se cruza de brazos— Esos dos solo están haciendo bien su trabajo para quitarnos a nuestras mujeres.

Observo a Ron durante unos segundos. Si que tenía razón, él solo hacía bien su trabajo para quitarme a mi mujer. Ellos hacían bien su trabajo para quitarnos a nuestras mujeres o, en mi caso, a mi mujer, porque quizás Ron tenga que dejar de decir pronto ''mi mujer'' o ''nuestras mujeres''. He descubierto a Mar hablando del divorcio con un abogado, pero no se lo he dicho a nadie. Ni la misma Mar sabe que escuche aquella conversación. Cada día me debato en decirlo o quedarme callado. Al final gana la parte de quedarme callado porque por mucho que quiera hablar, eso es cosa de ambos. 

Puede que tengas razón, Ron. —digo, dándole una suave palmada en la espalda— Sea como sea, las están protegiendo. En el momento que veamos que se pasan les metemos una paliza y en eso si te ayudo.

Espero que lo digas de verdad, porque estoy loco de romperle la nariz a ese idiota. —murmura Ron mientras detiene su mirada en Jack, quien acaba de pasar con comida en la mano—

Niego con la cabeza y me despido de Ron para acercarme a mi amada esposa, la cual finalmente ha terminado de hablar con esa gente tan aburrida y pesada. En cuanto llegó hacía ella la abrazo por la espalda, dejando mis manos en su vientre, un vientre que ya va abultando lo suficiente como para hacer visible su estado. Nazaret posa sus manos encima de las mías mientras me dedica una gran sonrisa, una sonrisa que nunca me cansaré de admirar. Una sonrisa que me hace sentir vivo. Depositó un beso en su frente cuando ella se gira y luego deposito otro en su estomago. Ella vuelve a sonreír dulcemente mientras me acaricia el pelo. 

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora