A veces es mejor vivir en la mentira

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Draco POV.

Nazaret llevaba unos días actuando demasiado rara, más que de costumbre. Cuando hablaba con su hermana y yo llegaba se callaban al instante. A penas se comunicaba conmigo utilizando la excusa de que tenía mucho trabajo, algo que nunca había supuesto un impedimento para nuestra relación. Estaba distante y pensativa, a penas se comunicaba conmigo y cuando lo hacía intentaba ser lo más corta y rápida posible. Siempre me lo contaba todo, me mostraba sus cosas y ahora parecía que me ocultaba algo, como si tuviese miedo a que una realidad que yo desconocía se supiese. Se excusaba del trabajo sin cortarme nada y desaparecía muchas veces. Llegué a pensar que tenía una aventura, pero eso se me fue al instante, ya que sabía que ella no era de esas. Me quedaba solo un día para irme de viaje de trabajo y quería saber que le pasaba. No podía irme con la duda y el remordimiento de haber dejado un gran problema en casa. 

Me arme de valor, le di su espacio en el trabajo y, aprovechando que hoy salía antes de trabajar, compre algunas cosas en el supermercado y fui directo a casa para preparar la cena. Al llegar a casa, me enfunde en una ropa más cómoda y me adentre en la cocina, siguiendo fielmente las instrucciones del libro de cocina sin perderme ni el mas mínimo detalle. Cuando la cena estaba casi lista, escuche como la puerta de la entrada se abría y segundos más tarde Nazaret entraba en la cocina con una sonrisa.


Que bien huele. —dice Nazaret, caminando hacía mi y dándome un casto beso en los labios—

Siempre cocinas tu, así que quería darte una sorpresa. —sonrió, apartando la comida en los platos que ya tenía preparados— Tu cena favorita y algo de vino, como en los viejos tiempos.

Siento declinar la oferta del vino, pero la cena si que la acepto encantada. —sonríe Nazaret— Iré a ponerme cómoda y estoy contigo de vuelta en unos segundos.

Tranquila. —digo, poniendo los platos en la mesa— Podré con esto mientras haces tus cosas. 


Nazaret me dedica una última sonrisa antes de subir las escaleras y adentrarse a nuestra habitación. Termino de colocar las cosas en la mesa, poniendo unas cuantas velas alrededor y un jarrón con unas cuantas de rosas azules, sus favoritas. Es más, aún guardaba la que le di el día de su cumpleaños tras la batalla de Hogwarts. Aquella rosa hechizada que no había perdido ni un pétalo a día de hoy ni lo iba a perder. Termino de echar coca cola en las copas cuando escucho a Nazaret bajar. Lleva una de mis camisas que me robo hace tiempo y que le llega por debajo de las rodillas, como si fuese un vestido. Su pelo estaba recogido en una cola alta y iba descalza al igual que yo, ya que así sentíamos mejor el fresco que corría por la casa.


Te lo estás currando mucho, señorito Malfoy. —dice Nazaret con una sonrisa, sentándose frente a mi—

Lo que sea para usted, señora Malfoy. —sonrió, tomando mi copa y chocándola con la suya— Cualquier cosa que haga para ti se queda corta.

¿Es porque te vas de viaje? —pregunta Nazaret, soltando su copa tras beber un sorbo— Si es por eso, ya hemos estado tiempo separados por tema de trabajo, cariño, serán solo unos días. 

No, no es por eso. —respondo, soltando mi copa— Solo quería tener una cena romántica con mi mujer antes de irme a la otra punta del mundo a trabajar. 

Solo van a ser unos días, pasaran muy rápido y pronto estarás de vuelta conmigo. —sonríe Nazaret, agarrando mis manos y dándome un suave apretón—

También es porque no quiero irme con la duda de que he dejado algo sin zanjar en casa. —digo, mirándola directamente a los ojos— Llevas días muy rara, algo que es inusual en ti, ¿pasa algo que yo no sepa?

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora