No bajo mi mandato.

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Ron POV.

Me remuevo en la cama, dejando las sabanas a un lado. Me froto los ojos antes de abrirlos y encontrarme con la vista más hermosa. Mar se encuentra dormida hacia mi lado, su respiración es lenta y su cara angelical sigue tan pacifica como siempre, transmitiéndome como siempre esa paz que me cuesta encontrar. Miro el reloj y veo que me he despertado antes de tiempo, antes de que la alarma tenga tiempo para sonar. La programo para que no suene y me levanto lentamente de la cama para ir a la cocina a preparar el desayuno. Hoy será el comienzo de la semana en la que sustituiré a Mar y no puedo negar que estoy atacado. Intento que ella me vea totalmente calmado, pero por dentro solo siento angustia.

Dejo el café preparándose mientras hago unas tortitas y tuesto algo de pan en la tostadora. En cuanto todo está listo pongo dos tazas de café en una bandeja, unas tortitas con miel y unas cuantas tostadas con mantequilla y mermelada. Agarro la bandeja con fuerza y subo las escaleras intentando hacer el menor ruido posible en mi camino de vuelta a la habitación. Deposito la bandeja en un lado de la cama y me siento junto a Mar, observando durante unos minutos como duerme tranquilamente, deleitándome de su belleza. Decido dejar de observarla y comienzo a besar su cara, obteniendo una leve risa por parte de Mar mientras se remueve en la cama como una niña pequeña.


Buenos días, remolona. —sonrió, apartándole los mechones de pelo que caen sobre su cara a causa de moverse tanto—

Buenos días, zanahoria. —dice Mar con una sonrisa mientras se incorpora en la cama y se ajusta las sabanas— 

Odio que me llames así. —ruedo los ojos y suelto un bufido, intentando hacerme el ofendido—

Y a mi me encanta llamarte así, cariño. —insiste Mar soltando una leve risa, la música más dulce para mis oídos—


Sonrió de oreja a oreja y acerco la bandeja hacia nosotros. Mar me da un beso en la mejilla y luego apoya sus brazos en sus codos, comenzando primero por el café. Ambos desayunamos mientras Mar me pone al día de todo acerca de la dirección de los Aurores y me deja claro donde se encuentra cada cosa en su despacho, sobre todo los papeles más importantes y los que corren más urgencia. Tras acabar el desayuno y escuchar toda la agenda que Mar me recita, algo sorprendentemente que se sepa de memoria de un tirón, bajo las cosas a la cocina, las limpio y las coloco en su sitio.

Vuelvo a subir al cuarto y me dirijo directamente hacia el armario, tomando unos vaqueros negros y una camisa de cuadros de color rojo. Me visto rápidamente y cuando termino me dirijo hacia el espejo que hay en la habitación para comenzar a peinarme con mis propias manos como siempre algo. Cuando casi termino de peinarme puedo ver el reflejo de Mar en el espejo. Aún está en la cama, cubierta por las blancas sabanas y apoyada en su brazo derecho. Me mira con una tierna sonrisa y unos ojos brillantes. En cuanto se da cuenta de que la veo a través del espejo, se ríe y deja caer su cabeza. 

 

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