Aceptación.

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Draco POV.

El sonido de sus tacones contra el suelo me hacía mantener su mirada clavada en ella, observándola caminar hacia un lado y a otro de la habitación. La blusa que había elegido se ajustaba perfectamente a sus pechos y a sus caderas, mientras que los vaqueros sacaban a relucir sus perfectas piernas. Su nerviosismo era contagioso, tanto que incluso yo comenzaba a ponerme aún más nervioso, si es que era posible.


Cariño, cálmate o harás un agujero en el suelo. —le digo, levantándome del borde de la cama y agarrándola por los hombros—

Lo intento, pero me es imposible. —suspira Nazaret, dejando caer su cabeza hacía atrás— Llevas muchísimos años sin verle y, por lo que recuerdo, no le caes muy bien.

Mejor dicho, no le gusta que sea tu novio, pero nada más. —me encojo de hombros, restándole importancia al asunto—

¿Y como crees que se comportará ahora que va a saber que eres mi prometido y que pronto serás mi esposo? —pregunta Nazaret, cruzándose de brazos y enarcando una ceja— ¿Cómo crees que reaccionará al saber que serás de nuestra familia?

Te responderé a eso cuando salgamos de la cena. —sonrió, frotando suavemente sus brazos— Han pasado muchos años, estoy seguro de que me aceptará tarde o temprano.

Espero que tengas razón. —suspira Nazaret, tomando el abrigo y el bolso entre sus manos— Vámonos, no quiero que encima lleguemos tarde.


Asiento y tomo mi abrigo entre mis brazos. Ambos bajamos las escaleras y nos encaminamos a la puerta de entrada. Abro la enorme puerta y la sujeto hasta que Nazaret pasa, pasando detrás de ellas y sellando la puerta con magia. Agarro su mano y ambos caminamos hacia el restaurante italiano en el cual hemos quedado con Ryan, el padre de Nazaret, para decirle finalmente que estamos comprometidos y que la boda ya está en marcha. En menos de quince minutos, ambos entramos en el restaurante y dejamos nuestros abrigos en la entrada. Una amable señora nos dirige hacia nuestra mesa, en la cual ya Ryan se encuentra sentado con una copa de vino en sus manos.


Papa. —dice Nazaret con una sonrisa mientras se sienta junto a su padre y le da dos besos en las mejillas— Me alegra volver a verte.

A mi también, pequeña. —dice Ryan con una sonrisa, acariciando con cariño el pelo de su hija—

Es un placer volver a verle, señor Blackesley. —digo con toda la amabilidad y calma posible, notando como mi corazón va a mil por hora—

Lo mismo digo, Draco. —dice Ryan con amabilidad, algo que me deja bastante sorprendido— Toma asiento, venga. Estoy hambriento.

Siempre estás hambriento, papa. —dice Nazaret mientras pone los ojos en blanco—


Ryan se limita a reírse del comentario de su hija mientras clava sus ojos en la enorme carta de cubierta roja. Me siento frente a Ryan, quedando así junto a Nazaret y tomo la carta entre mis manos, deteniéndome en cada plato que me llama la atención. Tras diez minutos, los tres decidimos pedir algo de comer. Ryan se decanta por una pizza de barbacoa y unos macarrones. Nazaret se decanta por una lasaña de carne y yo me decanto por otra de verduras. Como no quiero jugármela, decido pedir un refresco para beber. 


¿Y a que se debe esas enormes ganas de cenar conmigo con tanta prisa? —pregunta Ryan mientras suelta el borde de su cuarto trozo de pizza—


Nazaret y yo nos miramos. Siento como el trozo de lasaña que acabo de tragar vuelve a subir por mi garganta, dándome enormes ganas de vomitar. Nazaret pone su mano sobre la mía y la aprieta suavemente mientras me dedica una sonrisa tranquilizadora. 

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora