CAPITULO 45: "La decisión de Romeo"

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BASTET BANNET

Cuando volvía del baile en el auto de Gray, solté un suspiro, fue repentino para él, pero para mí solo fue la conclusión después de pensar mucho en lo mismo.

― Me gusta mucho ese imbécil.

― ¿Qué?

Gruñí y me moví en un pequeño berrinche en el asiento.

― ¿Qué clase de psicología inversa es esta? ― pregunté al aire.

― ¿De qué hablas, Kitty?

Voltee a verlo, el me dirigió una mirada fugaz, ya que tenía que prestar atención al camino.

― Cuando tenía que casarme con él, lo odiaba y quería asesinarlo, y ahora que no debo, me gusta, aunque aún quiero asesinarlo, eso no ha cambiado.

― Tu repentina sinceridad me impresiona ― Lo voltee a ver con el ceño fruncido ― Pensé que lo negarías hasta el final.

Suspire pesadamente y me resbalé un poco en el asiento.

― Seguramente tú le dijiste a tu chica misteriosa lo que sentías por ella de inmediato.

― ¡Ni siquiera la recuerdo!

― Pues peor para ella.

― Ya pasaron dos años, casi tres. Seguro que ya no siquiera me recuerda tampoco.

― Sigue repitiéndotelo ― sonreí con burla. Estaba feliz de haber podido cambiar el rumbo de la conversación ― Pero eres un romántico Gray, la idea de la chica misteriosa se encanta más de lo que admites, esas cartas cursis que aun guardas lo demuestran.

― ¿Cómo sabes que aun las guardo?

Reí.

― No lo sabía.

Me enderecé en el asiento solo lo suficiente para no resbalar más de lo necesario.

― Pero te conozco.

― Bueno, quizas lo cursi no sea lo tuyo Kitty, pero sé que tambien gurdas cosas...

― No ― negué con la cabeza ― y si lo hago quizás sea de forma accidental, cuando me vaya a Inglaterra todo quedará atrás.

― Lo dudo ― murmuró entre dientes, pero puede escucharlo claramente.

― Es solo un romance de preparatoria ― rodé los ojos solo para darle poca importancia al tema ― lo olvidaré apenas comience la universidad.

― Lo dudo.

Golpee su brazo juguetonamente y él sonrió.

― No le hagas eso a tu chofer o podríamos morir.

― Y jamás podrías recontrate con tu bella cenicienta, la chica de las cartas de cristal.

― y tú no podrías casarte con tu príncipe de la superficie.

― ¿Se supone que soy Ariel en esa comparación?

― Yo habría dicho mullan por tu carácter, pero no hay príncipes en esa historia.

― Bueno, por lo menos agradezco no convertirme en espuma de mar al no casarme con él.

― Úrsula te ha salvado, un giro inesperado, la cruel bruja ha hecho algo bueno después de robarse a tu príncipe.

Reí.

― Osiris no te agrada ni un poco ¿No?

Se encogió de hombros.

Educando a la futura princesa  (Re-subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora