CAPITULO 3: "Destino o Karma"

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El mismo chofer de antes me llevo de regreso y una empleada con un bonito vestido negro, zapatos bajos y una cosa blanca en la cabeza me llevo a la segunda planta para mostrarme mi habitación.

Era un lugar enorme, con una cama queen, en el centro de uno de los muros, con gruesas colchas rosadas, como el resto del lugar mantenida su estilo clásico, una tela transparente caía desde el cielo y se ajustaba a una pequeña columna además de dos burós a los lados y un pie de cama, como esas de princesas.

Sí, claro. Entiendo.

Los muebles blancos clásicos adornaban la habitación como una pieza de museo, había una sala ahí dentro distribuida para poder quedar frente una gran televisión.

Del centro caía un candelabro de cristal y en las paredes había pequeñas lámparas empotradas con forma de campanas o flores. Frente a la puerta quedaban las ventanas con cortinas que arrastraban en el suelo, ellas llevaban a un balcón enorme.

― ¿Necesita algo más señorita Bannett? ― pregunta la joven al verme ahí parada sin moverme.

― Puedes llamarme Bastet y no, gracias ― Ella respondió a mi sonrisa con una más grande.

― Cualquier cosas puede llamarme señorita Bastet, seré su doncella.

― ¿Y cuál es tu nombre?

― Soy Adelina ― se inclinó un poco como una reverencia.

Ella era quizás solo mayor que yo por unos años, se veía joven e igual de alta que yo, su pelo recogido era de color cobrizo y sus ojos de un gris oscuro.

― Es un placer Adelina.

― El placer es mío señorita Bastet. ― hizo otra reverencia.

― Puedes decirme solo Bastet y también seria genial si dejas de inclinarte ― le sonreí dándole ánimos ― Podemos tutearnos ¿No?

― Claro, Bastet ― ambas sonreímos ― Muchas gracias por todo.

Estuvo a punto de inclinarse antes de retirarse pero se arrepintió y salió.

Revise las otras dos puertas en la recamara. Era un enorme baño y un enorme closet repleto de ropa también había una puerta deslizable que los conectaba a ambos desde adentro. Espacio era lo que sobraba ahí.

Deje hacer mis cosas en el suelo y mi uniforme lo deje sobre el sofá.

Ya era noche así que me fui a dormir, la cama se veía tan linda que me dio miedo desarreglarla demasiado. Pero caí dormida casi de inmediato.

Por la mañana Adelina vino a despertarme y por el susto de ver a una desconocida a primera hora de la mañana casi la noqueo.

Me di una ducha, me lave los dientes y me puse mi uniforme azul. Tome mis cosas apresurada por la peliroja.

― Sera mejor que te des prisa Bastet, el príncipe no es alguien al que le agrade la impuntualidad.

― Si y a mí no me agrada él ― dije atándome las botas ― así que estamos a mano.

Ella me estaba cepillando el pelo mientras tanto, se había encargado de secarlo también para que fuera más manejable con la cantidad de productos que me puso.

Cuando termine salí trotando por el pasillo hasta detenerme en las escaleras cuando me topé con el chico con el uniforme tan pulcro como el de Sora, y la postura más principesca que había visto jamás, como si el suelo no lo mereciera.

― Buenos días Bannett ― Me saludó serio, con el mismo animo con el que ves algo que se te pegó en el zapato.

― No te esfuerces en saludar, nadie lo va a apreciar ― ambos estábamos bajando juntos al mimo paso.

Educando a la futura princesa  (Re-subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora