CAPITULO 30: "San Valentín"

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En la mañana del 14 me cambie y vestí rápido para no llegar tarde. Me puse la mochila y baje rápido las escaleras para ir a la cocina.

― Señorita Bastet ― me llamó la atención la señora Albert ― Correr por el castillo no es propio de una señorita.

Me detuve y comencé a caminar con una sonrisa.

― Estoy segura que las cosas mejoraran cuando le asignen a una institutriz ― no entendí que dijo pero seguí corriendo apenas me le perdi de vista.

Fui a la cocina por la caja en la que llevaría mis regalos a los demás. Dylan no se fue conmigo en la limusina, asi que el viaje fue silencioso.

Le pedí al conductor que me dejara unas cuadras antes como siempre para asegurar mi futuro cercano.

Cuando entre al salón pude ver los globos de corazones, chocolates y flores por todos lados, lo usual en esta fecha. De hecho era mucho más que en la clase B, porque los alumnos de último año de la clase A eran los más populares y recibían regalos de fans.

― ¿Qué pex? ― saludó el pelinegro que ya se encontraba ahí

― Hola ― Aun no entendía que se supone que quería decirme con aquello, pero lo entendía como un hola ― Traje algo para ti.

― ¿Me confesaras tu amor? ― preguntó con una sonrisa.

Saqué la caja de listón verde y se la di con una sonrisa. Lo oí reír cuando observó por uno de los lados de la caja trasparente.

― Un cactus, muy graciosa. Ya no te preguntaré si quieres ser mi chava, me has insultado.

― Feliz día ― le dije riendo por su comentario.

Bajé la caja y la puse entre nuestras sillas.

― Ahora me siento mal por no traerte nada.

― Esta bien ― le golpeé el brazo con fuerza haciendo que se quejara ― No das un regalo esperando algo de vuelta.

Vi a un par de castaños subir las escaleras a mi lado conversando, eran Oliver y Mikaru, un poco más atrás venia Dylan.

Baje mi cabeza para tomar las cajas que les había hecho a ellos, aunque me sentía un poco tentada a no dárselas, por todo el problema que traería. Pero no tenía por qué hacer o no hacer cosas por los demás. Me enojé conmigo misma por siquiera tener esa idea en primer lugar.

― Ahorita vuelvo, no me extrañes mucho.

― Jamás.

Caminé por detrás de ellos, se metieron en la última fila, su lugar de siempre y yo en la penúltima para estar de frente. Ya había muchas cosas a lo largo de su mesa, cartas, corazones, globos, peluches, chocolates etc, todas aquellas chicas demasiado avergonzadas para dárselos de frente.

― Buena cosecha ― les dije con una sonrisa.

Oliver me sonrió.

― La mayoría son para nuestro príncipe, asi que no tanto.

La caja de listón café era la que traía más arriba asi que fue la que deje frente a Oliver y luego la empuje hacia él con una sonrisa.

― Bueno, feliz día de mi parte.

Los dos chicos sentados a sus lados miraron la caja sorprendidos.

― Que tierna ― respondió el castaño tomándola para verla ― Tiene mi nombre.

El ceño de los dos se observadores se frunció y la expresión de Oliver fue más bien de sorpresa.

― Si, están rellenos de chocolate tambien.

Educando a la futura princesa  (Re-subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora