CAPITULO 24: "La chica que necesitamos"

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En realidad imaginé que no sería tan forma la cena, quizas más formal que usar pantalones pero menos que usar un vestido largo digno de la época victoriana.

― No es un vestido victoriano ― Adelina estaba eligiendo los accesorios en el armario mientras yo me veía en el espejo.

El vestido era de color vino, con los hombros descubiertos y encaje, era ajustado hasta la cintura, desde ahí caía en cascada hasta el suelo esponjado solo lo suficiente.

Cuando caminaba este se arrastraba solo un poco por haciéndome sentir temerosa de pisarlo y caer. Tambien me había maquillado como a un princesita de cuento de hadas, me sentía como si no fuera yo misma.

Adelina salió y me colocó algunas horquillas en el cabello, tambien me colocó un collar brillante que adornara mi cuello antes desnudo.

― Antes ― me dijo mientras me hacía calzar las zapatillas ― las princesas escondían armas en sus accesorio para cenas como estas.

Alcé una ceja de incredulidad. Además de consternada por ser comparada con una princesa, tan renuente a la idea del futuro.

― Eran tiempos más peligrosos ― fue lo único que dijo ― Pero aún existen esos accesorio, dicen que los guardan en la bodega de la familia real.

― Bueno, puedes colocar cuchillos en mis horquillas asi podre encajarme una en el corazón cuando me aburra en esa cena.

Ella rió.

― Estarás bien.

Suspiré y camine en dirección a la salida, sabiendo que ya casi era la hora en la que debía estar abajo.

Sentí todo el peso de mis mentiras sobre mí, probablemente se estarían reuniendo en el comedor más pequeño las demás chicas asi que tenía que escabullirme para no toparme con nadie, viajar desde mi habitación en el ala oeste, hasta la primera planta en la este.

Ya fuera en el pasillo, entré en pánico.

No podía poner una excusa creíble si me encontraba a alguna de ellas. ¿Qué diría? ¿Qué me vestí asi por si me topaba un cotillón en el pasillo?

Miré hacia atrás, hacia la recamara de Dylan y un poco desesperada camine hacia ella, perdiendo el equilibrio en dos ocasiones por pisar el vestido.

Me paré en la puerta y la abrí deseando que él estuviera ahí.

Y lo estaba en realidad, una joven lo ayudaba a colocarse la corbata mientras el ajustaba sus mancuernillas.

Lo oí suspirar fuertemente sin volteare a verme, se encontraba de espaldas concentrado en su trabajo.

― Siento que debo cerrar mis puertas con seguro si no quiero que un día de estos me encuentres desnudo.

Reí, pero de forma muy forzada gracias a los nervios que se arremolinaban en mi estómago.

Escuche a Adelina moverse detrás de mí.

― Señorita Bastet, olvidó algunos accesorios.

Voltee a ver a la pelirroja a mis espaldas, traía en la mano algunas cosas brillantes que a las que no les presté demasiada atención.

― Lo siento.

― Por cierto ― volteé a verlo ahora a él, quien se colocaba un chaleco crema mientras buscaba algo en el cajón de uno de sus muebles ― La reina me dio el anillo de compromiso de la familia real que tenían tus padres, se los dio mi abuelo al parecer.

Tomó lo que estaba buscando y por primera vez me volteó a ver, lo vi detener sus movimientos cuando puso sus ojos sobré mí y verme exhaustivamente haciéndome sentir avergonzada, sentía que veía a alguien más, como si usara un traje de payaso en una reunión estatal. Sentí que la sangre se concentraba en mis majillas haciendo subir su temperatura.

Educando a la futura princesa  (Re-subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora