Siempre pierdo todo lo que no quiero perder.
Todo lo que vale la pena desear es algo que pierdo en cuanto lo obtengo.
No vale la pena perseguir algo si con ello alargas una vida de sufrimiento.
Ésta historia es Dazai x Lectora.
Obra de mi propi...
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Guardaron silencio, sin responder al punto de Ango mientras Serena mantenía las comisuras de sus labios aún levantadas en levedad, intentando disimular rozando la boca de su vaso contra sus labios.
—Dazai, tal vez deberías intentar tomar una distracción antes de empezar a meterte en el trabajo de otras personas —continuó Ango después de algunos segundos de silencio —. Algo más saludable que intentar suicidarse.
—¿Distracción? Hmm —Dazai hizo un mohín infantil mientras pensaba en su respuesta —. Ajedrez y Go son demasiado fáciles, tal vez. Son aburridos. ¿Qué hay en su lugar?
Serena lo miró con extrañez ante su respuesta un tanto absurda.
—¿Qué tal deporte? —sugirió Ango.
—Odio cansarme —Las tres personas rodaron los ojos.
—¿Qué tal estudiar entonces?
—Demasiado trabajo.
—¿Entonces que tal coci...? Espera, olvídalo —cortó Ango repentinamente.
Bajó la cabeza y cubrió su boca como si hubiera dicho algo que no debía.
Serena giró y vio a Odasaku, esperando alguna respuesta.
—Un día... —titubeó mientras miraba al castaño —. Dazai nos preparó una "olla caliente". Nos dio mucha energía, tal como su nombre lo indicaba, pero no teníamos memoria de lo que sucedió los siguientes días después de comerlo. Cuando interrogamos a Dazai sobre lo que había en la olla caliente, el solo se rió —mencionó mirando a Dazai con los ojos ligeramente entrecerrados.
—Oh si, inventé una receta de olla caliente. ¿Podrían intentar la próxima vez que salgamos? Me encantaría que Serena la probara —dijo con una sonrisa mientras la miraba y después miró al frente mientras se sentaba recto —. Lo llamo la olla de resistencia sobrehumana. Pueden correr durante horas después de comerlo. Es un sueño de un...
—Yo paso —interrumpió Serena. Dazai la miró deprimido.
—Ni en un millón de años —continuó Ango.
Casi inevitablemente, una efímera risa salió de los labios de Serena, la cual intentó disimular llevando sus dedos a sus labios.
Se sentía extrañamente cómoda, a pesar de a penas conocer a ambos hombres y, más importante, que Serena jamás había reído más de una vez en un día más que cuando se encontraba junto a su pequeño hermano.
Quizá eran las ocurrencias o gestos del castaño, pero ahí estaba esa extraña comodidad entre miembros de la Mafia.
Repentinamente, Dazai sonrió y levantó su bebida al aire.
—¿Por qué brindamos? —preguntó Ango.
—Por lo que sea —respondió Dazai con tranquilidad manteniendo su vaso levantado —. No necesitamos una razón.
