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—¿Por qué quisiste que te acompañara? —preguntó Serena mientras se acercaban, después de varios minutos, a una puerta de metal

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—¿Por qué quisiste que te acompañara? —preguntó Serena mientras se acercaban, después de varios minutos, a una puerta de metal.

Dazai no respondió de inmediato. La miró por un par de segundos para después volver su vista al frente y sonreír.

—Me siento cómodo trabajando contigo —Fue lo único que respondió antes de detenerse frente a la puerta y colocar su mano sobre la manija, pero antes de abrirla, se detuvo y miró a Serena. En su mirada no se veía la tranquilidad o indiferencia que normalmente se veía en el. En vez de eso, su mirada era, de alguna manera, suplicante —. Serena, ahí abajo, no soy yo, ¿bien?

No tuvo tiempo de sopesar sus palabras, pues había ya abierto aquella puerta.
Serena simplemente lo observó caminar mientras intentaba encontrar el significado de aquellas palabras.

Bajaron unas escaleras que conducían a un sótano oscuro.
Una niebla blanca se filtró silenciosamente a través de las grietas en el muro de piedra, haciendo que la cámara se volviera borrosa como si estuviera bajo el agua.
Las paredes estaban húmedas y negras, brillaban tenuemente después de absorber innumerables gritos y desesperación.

Era la prisión subterránea de la Mafia. Muchos entraron vivos, pero muy pocos salieron de la misma manera.
Decenas de personas eran llevadas ahí por varias razones, entre ellas la gran cantidad de instrumentos de tortura disponibles, la extrema dificultad involucrada en el rescate de prisioneros y el simple hecho de que era más fácil limpiar cualquier desorden y sangre del sótano.

Dazai caminó en silencio y Serena un poco más atrás mientras se dirigían a la celda de los prisioneros especiales. No era más que una habitación individual de aproximadame treinta y cinco metros cuadrados. La única entrada y salida era una puerta de hierro corta; ni siquiera había una ventana para dejar entrar un poco de luz. Grilletes y cadenas como las de una cárcel medieval colgaban de la pared.

Había tres cadáveres en medio de la celda, todos relativamente frescos. Su sangre se extendió lentamente por el suelo, como si luchara infructuosamente por escapar de la cámara sombría.
El puesto de Serena no era suficiente para que tuviera que ver ese tipo de escenas que, al castaño parecía no inmutarle ni en lo más mínimo, mientras que a ella más de un escalofrío había ya recorrido su cuerpo.
Tampoco le sorprendió. Al final de cuentas, era la Mafia.

Los cadáveres fueron soldados de Mímic.

—Dime que ocurrió —dijo Dazai con cierta frialdad mientras miraba los cadáveres.

Había cuatro miembros más de la mafia en la celda, tres de los cuales eran subordinados de Dazai que habían ayudado a luchar contra el francotirador en el callejón. El cuarto era un chico bajo y delgado vestido con un abrigo negro.

—Usamos gas para dormir para noquear a la vanguardia de Mímic cuando atacaron nuestro casino, y luego los trajimos aquí —respondió el subordinado adecuado, levantando sus gafas de sol —. Planeamos torturarlos para obtener información sobre sus lealtades, e incluso eliminamos el veneno escondido en sus molares para que no pudieran suicidarse.

Break my heart.  »Dazai Osamu.  FINALIZADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora