10.

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Al día siguiente Maya despertó temprano sintiendo a Carina aún aferrada a su cintura, sin hacer ruido o algún movimiento repentino se acomodó para ver a la italiana, encantada con lo que veían sus ojos Maya se quedó un momento admirando la figura recostada a su lado, su rostro reflejaba tanta paz y serenidad, que Maya podría quedarse horas admirándola en silencio. Después de unos minutos decidió continuar con su rutina y levantarse para ir a correr, además, pensó que sería extraño para Carina despertar y verla a ella a su lado y no quería que las cosas entre ellas se pusieran incómodas.

Carina despertó e inmediatamente sintió la falta de contacto, lentamente abrió sus ojos y notó que Maya no estaba en la habitación, sintió un poco de culpa al pensar que tal vez había provocado que la rubia se sintiera incómoda y que dejará su habitación para dormir en el sofá. Trató de hacer esos sentimientos aún lado y concentrarse en el día que tenía por delante, así que continuó con su rutina diaria antes de empezar su primer día en la nueva academia. Se encontraba desayunando cuando entró Maya por la puerta, con su cabello recogido en una cola, su ropa deportiva y algo de sudor recorriendo su frente. Carina no pudo evitar dirigir su mirada hacia la rubia, viéndola fijamente de arriba a abajo, admirando como su ropa se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Maya notó la mirada de Carina y sintió como su rostro se ruborizaba inmediatamente, sin saber que decir se limitó a levantar la mirada y esbozar una pequeña sonrisa al momento en que sus ojos se cruzaron con los de la italiana. Carina correspondió la sonrisa y volvió a prestar atención a su desayuno.

- Gracias. Murmuró Carina unos segundos después dirigiendo su mirada a donde estaba la rubia. – Gracias por escucharme y por dejarme dormir en tu cama y por quedarte conmigo cuando te lo pedí, realmente lo necesitaba. Soltó con una sonrisa tímida en su rostro.

- No tienes nada que agradecer. Dijo Maya. – Es lo que hacen las amigas, ¿no? Por cierto, creo que te debo una disculpa.

- ¿Una disculpa? ¿Por qué? Preguntó Carina incrédula.

- Sí, una disculpa, por actuar como una perra aquella noche. No tenía ningún derecho a juzgar lo que haces o con quién sales. Y no era mi intención hacerte sentir mal u ofenderte, solo me moles..... Maya se quedó callada de repente, estuvo a punto de decirle que verla con Jack la había molestado, pero no podía admitirlo, no sin que Carina se diera cuenta de que sintió celos al pensar que había algo más entre ellos.

- Oh sí, para ser honesta tu actitud me molestó un poco, pero yo tampoco reaccioné de la mejor manera. Intervino Carina al notar el silencio de Maya. – Pero no te preocupes, por supuesto que te perdono y asunto olvidado. Y solo para que lo sepas Jack me agrada, pero solo somos amigos, él no es para nada mi tipo. Añadió con una pequeña risilla.

Maya estaba a punto de decir algo cuando un entusiasmado Andrew apareció interrumpiendo la conversación. – Buenos días. Dijo con una enorme sonrisa, sentándose al lado de su hermana. – ¿Cómo dormiste? Sé que todo esto de la nueva academia puede ser muy abrumador y te conozco sé que cuando estás ansiosa no puedes dormir. Andrew dirigió la pregunta a Carina.

- De hecho, dormí increíblemente bien. Respondió Carina animadamente. – Me costó al principio, pero tuve un poco de ayuda. Dijo Carina cruzando la mirada con Maya y compartiendo una sonrisa llena de complicidad.

Más tarde ese día.....

Cuando Carina volvió el apartamento estaba en completo silencio, inmediatamente se dirigió a la habitación de Maya y sin tocar o esperar a ser invitada abrió la puerta, corrió y se tiró sobre la cama, asustando a la rubia que se encontraba totalmente concentrada trabajando en la computadora.

- ¡Mierda Carina deja de asustarme así! Gritó Maya cuando su tranquilidad se vio interrumpida al sentir a Carina caer sobre la cama.

- Perdón, perdón, no quise asustarte. Dijo rápidamente Carina, acomodándose mejor en la cama de la rubia. – Solo quería hablar contigo y no pude esperar más. Añadió con una enorme sonrisa en su rostro.

Maya no pudo evitar sonreír al escuchar las palabras de Carina y ver la felicidad que reflejaba su rostro. – Soy toda oídos. Dijo mientras dejaba su computadora a un lado y dirigía toda su atención a la italiana.

Carina relató su día detalle por detalle, desde el primer minuto en que pisó la academia hasta el momento en que todos recogieron sus pertenencias, se despidieron y partieron a sus respectivos hogares. Con cada palabra sus ojos brillaban más y la emoción con la que hablaba crecía. Maya estaba hipnotizada, observando a detalle cada movimiento de la italiana, el movimiento de sus manos, sus expresiones faciales, su tono de voz, como de vez en cuando jugaba con su cabello o se mordía el labio sin notarlo. Cada detalle, sin importar lo mínimo que fuera, la tenía encantada.

Pasaron las horas y las dos seguía en el mismo lugar, conversando sobre sobre todo y nada a la vez, entre risas y bromas, sin darse cuenta del paso de las horas. En ese momento era como si el tiempo se detuviera y nada más importaba, solo eran las dos, disfrutando de su compañía. Las preocupaciones y problemas que usualmente las atormentaban desaparecían y todo parecía mejor, se sentían más livianas, sin cargas y sin ataduras. Hasta que de nuevo algo del exterior las traía de vuelta a la realidad, rompiendo la burbuja, despertándolas de ese sueño en el que solo están las dos y todo es mucho mejor.

- ¿Está todo bien? Preguntó Carina preocupada al ver como la sonrisa de Maya desaparecía al ver su celular.

Hace unos minutos atrás el teléfono Maya había empezado a sonar y no había parado desde entonces, mensaje tras mensaje tras mensaje. La rubia ignoró los primeros mensajes, pero después de un tiempo seguían llegando y fue imposible ignorarlos. En el momento en que tomó su celular para ver de qué se trababa se arrepintió por completo, su rostro cambió inmediatamente, la sonrisa se borró de su rostro y su actitud se tornó más fría y distante.

- Sí, todo bien. Pero ya es tarde y necesito estar sola. Dijo Maya en un tono frío y distante, nada comparado a su actitud tan solo uno minutos antes llena de emoción y alegría.
- ¿Segura? Pareces preocupada. Preguntó Carina intranquila al ver el cambio en la rubia. – Sabes que puedes confiar en mí, si necesitas hablar de algo aquí estoy. Añadió, mientras se acercaba a Maya y colocaba su mano sobre su hombro como muestra de apoyo.

- Todo está perfecto Carina, no te necesito. Gritó Maya mientras se alejaba, dejando que la mano de Carina quedara en el aire. – Puedes irte por favor, necesito estar sola. Añadió en un tono más tranquilo, pero apartando la miraba, incapaz de ver a Carina a los ojos sin sentirse culpable por la forma en que le había hablado.

Lentamente Carina se dirigió hacia la puerta, confundida con como las cosas habían cambiado tan de repente, estaban pasándola increíble, platicando y riendo y luego todo cambió. Algo había provocado que la actitud de Maya cambiara y Carina estaba preocupada por la rubia, quería ayudarla, así como ella la ayudó la noche anterior, pero no podía. No podía hacer nada si no sabía cuál era el problema y tampoco podía hacer nada si Maya no la quería cerca, si Maya no quería su apoyo.

- Solo recuerda que estoy aquí para ti si me necesitas. Susurró Carina antes de salir de la habitación y cerrar la puerta a su paso.

Maya permaneció en el mismo lugar, tratando de controlar sus pensamientos, incapaz de ver a Carina a la cara. Se sentía culpable por haberla alejado, pero no lo pudo controlar, no podía dejar que ella la viese así vulnerable y frágil.

Esa noche Carina se fue a dormir totalmente confundida. Esa tarde al volver de la academia lo único que quería era hablar con Maya, pasar tiempo con ella y contarle cada detalle de su día. Y ahora estaba acostada en su cama pensando en Maya y su reacción ante lo que fuera que había leído en esos mensajes. No quería entrometerse en la vida personal de Maya, pero sentía que debía estar ahí para ella y apoyarla, aunque ella no se lo permitiera.

My brother's roommateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora