27.

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- Carina, yo... yo no... yo no creo poder hacerlo.


- Maya, por favor, piénsalo. Esto no puede terminar así, lo que tú y yo tenemos es especial. Carina empezó a divagar, no podía creer que este fuera el final y no pudo detener las lágrimas.

- Shhh déjame terminar. Interrumpió Maya, limpiando suavemente las lágrimas que caían del rostro de la italiana. – No creo poder hacerlo si no me prometes que vas a confiar en mí. En lo poco que hemos convivido juntas has sido de las pocas personas, sino es que la única, en la que he confiado tanto como para bajar la guardia. Te he dejado ver partes de mí que nadie conoce, y no soy ingenua sé que hay partes de mí de mí pasado que aún no conoces y sé que hay partes de ti que yo aún no conozco. Y no te voy a presionar o a insistir para que me cuentes todo, aún nos estamos conociendo y poco a poco iremos descubriendo más sobre nosotras. Pero Carina necesito que me prometas que vas a confiar en mí, que no me vas a ocultar cosas como esta. No sabes lo mal que me sentí cuando vi como Gabriella te desnudaba con la mirada, mientras admitía haber tenido el mejor sexo de la vida contigo. Digo no la puedo culpar, eres increíble. Bromeó Maya, haciendo que Carina se riera un poco. – Pero no pude evitar sentirme engañada, y sé que probablemente no tengo ningún derecho, digo ni siquiera somos novias oficialmente, pero sentí como si lo estuvieras ocultando porque aún hay algo entre ustedes dos que no quieres que yo sepa. En ese momento todas mis inseguridades salieron a flote y mis pensamientos se nublaron, no podía pensar en nada más que no fueran Gabriella y tú juntas. Así que perdóname si te hice sentir mal al huir así de repente, pero necesitaba alejarme de ahí, aclarar mi mente. Suspiró Maya.

- No tengo nada que perdonarte bambina, tú no hiciste nada malo, solo necesitaba espacio y lo entiendo. Dijo Carina tomando el rostro de la rubia entre sus manos. – En serio lamento tanto haberte hecho sentir así, como si no confiara en ti, como si te estuviera ocultando algo. Te prometo que no hay nada entre Gabriella y yo más que amistad, tú eres la única chica que me interesa Maya Bishop. Sonrió Carina. – Prometo que no te ocultaré nada como esto, jamás. Quiero conocer más de ti Maya y que conozcas más de mí, quiero que tengamos muchas más citas, quiero que confíes cien por ciento en mí y quiero confiar cien por ciento en ti, poco a poco, a nuestro propio ritmo. Aseguró Carina a Maya, haciéndola sentir más confiada y segura.

- Solo una cosa más. Comentó Maya bajando la cabeza insegura por lo que quería preguntarle.

- Lo que sea. Sonrió Carina, levantando delicadamente el rostro de Maya para verla a los ojos. – Pídemelo.

- ¿Crees que.... crees que Gabriella aún siente algo por ti? Digo algo más que solo una amistad, es que la forma en que te mira...

Maya estaba empezando a divagar cuando Carina la interrumpió rápidamente.

- Ella no tiene sentimientos por mí, nunca los tuvo ni los tendrá. Aseguró Carina. – Como te dije, lo nuestro era solo diversión, sin compromisos, sin sentimientos involucrados. Somos amigas, mejores amigas, nada más, yo voy a estar siempre para ella y ella siempre va a estar para mí. Pero, ella entiende que las cosas cambiaron y ese tipo de diversión quedó atrás.

- ¿Estás segura?

- Cien por ciento. Hasta creo que tal vez le interesa Jack, no los viste, pero ayer estuvieron muy juntos después de que te fuiste. Sonrió Carina, en realidad no sabía si a Gabriella le interesaba el chico no había tenido tiempo de hablar con ella, ya que lo primero que hizo al despertar fue salir en busca de Maya. Pero de lo que recuerda, entre el alcohol y lo triste que estaba ayer, es que los vio platicar toda la noche. - Además no tienes que preocuparte, en este momento tengo ojos solo para una chica. Añadió señalando a la rubia.

- Te creo. Dijo Maya. – Pero creo que voy a necesitar algo más para terminar de perdonarte. Sonrió Maya pícaramente viendo hacia la cocina, recordando el olor que la invadió al entrar a casa.

- ¡Oh! ¿Qué podrá ser? Exclamó Carina, fingiendo estar confundida.

- Nada que unas deliciosas tostadas a la francesa no puedan solucionar.

- Mmmm creo que puedo solucionar eso. Sonrió Carina, tomando a Maya de la mano para llevarla hasta la cocina.

- ¡Espera! Gritó Maya deteniéndose a medio camino y apartando su mano. Carina volteó a ver a Maya rápidamente frunciendo las cejas, confundida y asustada por la reacción de la rubia. Maya inmediatamente captó la expresión de Carina y tomó de nuevo su mano, dándole un pequeño apretón. – Creo que debo ducharme primero, estoy toda sudada. Añadió. El rostro de Carina inmediatamente cambió de expresión, la mirada se le oscureció, una sonrisa coqueta se formó en su rosto y la ceja se le levantó ligeramente.

- ¿Qué? Preguntó Maya al ver el cambio de expresión en el rostro de la italiana. - Creo que... Susurró Carina acercándose al oído de la rubia. – Tú y yo, deberíamos ahorrar agua y ducharnos juntas. Terminó de decir, dejando un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja.

- Mmmm, no lo sé. Gimió Maya.

- Por favor. Susurró Carina dejando pequeños besos detrás de la oreja de la rubia. – Velo como una ducha de perdón prometo ser completamente honesta contigo de ahora en adelante. Sonrió Carina.

- Pero la comida, se va a enfriar. Trató de negociar Maya, aunque la sensación entre sus piernas la estaba traicionando.

- Voy a ser rápida. Añadió Carina seductoramente.

- Sé que fueron solo unas horas, pero realmente te extrañaba. Dijo Maya, tomando el rostro de Carina y separándola de su cuello para poder verla a los ojos.

La noche anterior fue una tortura para ambas, se suponía que Carina iba a pasar la noche con Maya, pero después de lo ocurrido ambas terminaron pasando la noche solas y tristes. Encerradas en sus habitaciones pensando en qué estaría haciendo la otra, si estaría bien, si era capaz de dormir, si esa sería la última vez que se verían, si tendrían la oportunidad de volver a besar esos labios que tanto adoraban y otro sinfín de pensamientos horribles que no las dejaban ni por un segundo. Pero ahora, estando frente a frente, ambas obtuvieron respuestas y no desperdiciarían ni un segundo para estar cerca la una de la otra.

- Yo también te extrañé, mucho. Dijo Carina. – Fue una tortura pasar la noche lejos de ti, sabiendo que estabas molesta conmigo, pensando que tal vez nunca querrías volverme a ver.

- Fue una tortura para mí también. Comentó Maya. – Imaginar que tal vez no iba a volver a besar estos labios. Añadió pasando su pulgar sobre el labio inferior de Carina.

- Bueno, podemos resolver eso en la ducha. Sonrió Carina. – Prometo darte todos los besos que quieras.

- Eres muy convincente. Rio Maya, dejándose guiar por Carina hacia la ducha.

Carina se aseguraría de demostrarle a Maya todo lo que sentía por ella, lo mucho que la apreciaba y extrañaba, besando y acariciando cada centímetro del cuerpo de la rubia. 

My brother's roommateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora